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Nada más que atraviesa la puerta de EL COMERCIO junto a la capitana Sara Lolo y con el trofeo de la Copa Intercontinental en sus manos, a uno no le queda más remedio que echar la vista atrás para hablar con Fernando Sierra ( ... Oviedo, 1970). Primero, como miembro de aquel grupo de exjugadores que se lanzaron a la puesta en marcha del Club Patín Gijón Solimar, actualmente bajo la denominación de Telecable . Y, en los últimos años, como copartícipe de que el hockey asturiano se haya colgado grandes honores.
-¿Y ahora qué queda?
-Después de una victoria de esta envergadura, siempre puede aparece ese vértigo o vacío. A nivel de resultados, hay que seguir trabajando para ganar, para seguir trayendo títulos porque el hambre de este equipo nunca se acaba. Y, en el capítulo del club, debemos mejorar su estructura, aumentarla, profesionalizar a nuestras jugadoras al nivel que les exigimos...
-Este es un equipo profesional, excepto a nivel económico.
-A nivel deportivo, su comportamiento es profesional, pero es cierto que se desequilibra un poco la balanza en cuanto al retorno económico que ellas tienen porque nos dan mucho más.
-¿Cuántos mensajes ha recibido en las últimas 48 horas?
-No se lo puedo decir exactamente, pero más de mil. De ahí para arriba y no estoy exagerando.
-¿Los respondió todos?
-Creame que me puse al día cuando ya estábamos en Pola de Lena.
-¿Le extrañó alguno?
-Por no esperarlo, no. Me sorprendió la cantidad de mensajes de gente que se alegra por mí y por el club. También es gratificante ver de dónde llegan. De la familia, la pandilla, gente de mi etapa en el Industrial y el Marino, de otros clubes de hockey, de otros países...
-¿Se hizo larga la primera noche?
-Sí, pero no para todo el mundo porque hubo a quien el cuerpo no le dio más. Al final, de hecho, estuvimos en un karaoke (risas).
-La entrenadora ha dado la semana libre a la plantilla, pero el sábado toca de nuevo partido.
-A mi me enseñó Andrés Caramés, que fue el técnico del Cibeles que ganó la Copa en 1980, que cuando se ganaba algo había que celebrarlo. Es una máxima que cumplimos al pie de la letra en el club.
-Todo el mundo se pregunta cuál es el secreto de este equipo.
-Si lo supiera, escribiría un libro y me haría rico... Durante muchos años se ha juntado un grupo de asturianas con un talento tremendo. Creer que todo es trabajo sería engañarnos. A lo que hay que añadir su capacidad de soñar cosas que merecían inimaginables y su capacidad de trabajar todos los días.
-Eso es fácil verbalizarlo, pero no hacerlo realidad.
-Sí, lo tengo claro. Desde que ganamos la primera Copa de Europa en 2007, hemos sumado 18 títulos nacionales e internacionales. Tuvimos claro que no íbamos a entrenar de una forma liviana, sino de la mejor manera, transmitiendo valores irrenunciables como que el equipo está por encima de la personal, el respeto, la alegría...
-Suelen usar mucho el término 'familia'.
-Pasamos muchas horas juntos y casi nos convertimos en una familia. A pesar de que no haya esos retornos, para nosotros es la actividad principal de nuestras vidas. Cuando una jugadora tiene que buscar un trabajo o coger vacaciones, por su cabeza pasa 'y eso cómo va a afectar al hockey'.
-Pero es difícil cuando no se hace en igualdad de condiciones.
-Uno siempre tiene que querer más, tener más medios... Pero no podemos quedarnos en ese discurso. Les decimos que gana el que mejor capacidad de adaptación tiene. Si te pierden las maletas, tendrás que jugar con las botas que te dejen, aunque no vayas a hacerlo tan cómodamente.
-¿Cómo se convence a una jugadora para que fiche por el equipo?
-Nuestra fuerza es nuestro proyecto. Todo el mundo sabe que, si viene, va a entrenar bien, medir su capacidad, tocar sus límites... También es verdad que nos cuesta retener nuestro propio talento en Asturias porque les llegan ofertas que triplican lo que cobran aquí.
-Tradicionalmente, el hockey femenino había sido un territorio de clubes catalanes.
-Tenemos que conseguir que la OK Liga amplíe su ámbito geográfico. Ya tenemos equipos en Aragón, Castilla y León, Galicia, Madrid y Gijón, aunque hay mayoría catalana porque el hockey tiene un fuerte arraigo allí. Lo que está ocurriendo con el Telecable es un buen ejemplo. Tenemos tres jugadoras en la Selección, algo impensable hace 18 años, cuando eran todas catalanas. Desde la irrupción de Natasha, nunca ha faltado una asturiana en la Selección.
-¿Mantiene aquello de que las mejores jugadoras asturianas deben jugar en el Telecable?
-Tenemos claro que somos un club que quiere trabajar la cantera, tener el mayor número de asturianas y contar con tres fichajes como máximo de fuera. Pero no podemos pensar que todo el talento va a salir de Gijón. Está Marta de Pola de Lena, Judith de Oviedo, Sara de La Felguera, Ainara de Turón...
-Usted fue, como dicen, cocinero antes que fraile.
-Yo fui jugador, es cierto. Un cocinero, diría, de menú, no de alta cocina. Empecé tarde, con 14 años, en La Algodonera. Tardamos más de dos años en ganar un partido.
-¿Le reconocen por la calle?
-Lo llevo bien. No me molesta.
-Usted, dicen, transmite tranquilidad. ¿Es así o es una fachada?
-Cuando estas al frente de un grupo, es importante transmitir tranquilidad, pero la tensión también tiene que estar ahí. Hay que buscar un equilibrio, pero sin nervios.
-¿Por qué dejó los banquillos?
-Uno se da cuenta un día en un viaje de que te pesa, que haces tu trabajo, pero te cuesta. Ese es el momento de echarte a un lado.
-¿Y no le tienta entrenar a otro equipo?
-Me lo dice mucha gente, pero, de momento, no. Yo notaba que me faltaba energía. Era más sencillo que me pasara a la gestión y llegara una entrenadora como Natasha.
-Fue una apuesta arriesgada tras una temporada redonda.
-Fue tan complicada la decisión de no renovar a Ramón como la de darle la alternativa a Natasha. Creíamos que había que hacer el trabajo de otra manera y que Natasha tenía madera de entrenadora. Incluso fue algo un poco precipitado para ella pasar de ser compañera a dirigir a las que son sus amigas. Le daba un poco de vértigo, pero es una gran entrenadora y más que va a ser.
-Usted la conoce bien. ¿Cómo es?
-Ha sido toda la vida una competidora nata. Llevaba a los mil demonios perder un partido o hacerlo mal. Había que frenar ese ímpetu. Le gusta la vida, es 'disfrutona', le gusta relacionarse, vivir feliz y tiene capacidad de liderazgo.
-¿Quién ha asumido su papel sobre el parqué?
-La capitanía la llevan Sara Lolo y Marta Piquero, que llevan bien el liderazgo dentro y fuera de la cancha.
-¿Seguirán jugando en Mata-Jove?
-Este equipo merece una instalación acorde a lo que trae a la ciudad. Yo entiendo que lo bueno sería un pabellón que permitiera acoger a toda la gente que quiere disfrutar del hockey, pero sin salir del barrio. Nosotros siempre soñamos en grande.
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