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FRAN GAYO
GIJÓN.
Miércoles, 24 de marzo 2021, 03:39
Restaban 1 minuto y 7 segundos del partido que enfrentaba el pasado sábado al Alter Enersun Al-Qázeres Extremadura y al Campus Promete, cuando la dorsal 99 sustituía a la estadounidense Lyndra Weaver con el marcador reflejando un 72-64 para el conjunto local. Se ... trataba de Cristina Requejo (Gijón; 2003) que, a punto de cumplir 18 años, se convertía en la tercera jugadora asturiana en debutar en la Liga Femenina Endesa, la máxima categoría del baloncesto femenino español.
Curiosamente Cristina tiene algo en común con sus dos predecesoras, Paula Ballvé y Eva Pardo. Y es que todas han logrado esta meta vistiendo los colores del Campus Promete, conjunto riojano que ya es un clásico en la competición.
«Me avisaron la pasada semana tras convocarme para entrenar con el primer equipo. Yo me quedé muy sorprendida e ilusionada y lo primero que hice al llegar a casa fue llamar a mi padre», nos explica la gijonesa sobre las circunstancias de su convocatoria con el conjunto dirigido por César Aneas.
«En el partido, una vez dentro de la pista se te olvidan los nervios. Viajamos el viernes a Cáceres, yo era la única junior, pero todas las compañeras me hicieron sentirme una más», abunda Cristina en lo que se refiere a su debut con el primer equipo. «Un subidón», como ella misma define pese a tratarse de poco más de un minuto de juego. Puede parecer poca cosa, pero todo baloncestista sabe que una carrera profesional comienza con esos primeros segundos.
Cristina Requejo juega de escolta, mide 1,75 metros y se define como una jugadora luchadora, que trabaja por el bien del colectivo. Le gusta aprender de las correcciones que le hacen sus entrenadores. Destacan los técnicos su buen lanzamiento exterior. La gijonesa vive su segundo año en las filas del Campus Promete, alternando esta temporada el equipo junior con la escuadra de Primera Nacional.
Su adaptación a la capital logroñesa no ha podido ser mejor: «Al principio estaba un poco asustada, pero todo ha sido genial, nos han puesto muchas facilidades desde el primer momento y no me costó nada adaptarme. Estoy muy contenta, esto es como una familia».
Comenzó a jugar al baloncesto en el Colegio de La Inmaculada por influencia de su padre, aunque ella prefería el voleibol, pero se enganchó definitivamente al deporte de la canasta en su primer año en el Basketmar. Ahora pone sus ilusiones en el Campeonato de España Junior en el que espera que su equipo tenga un gran papel.
La próxima temporada quizás pueda cumplir otro de sus sueños, jugar en Estados Unidos y seguir la estela de las muchas jugadoras españolas que destacan en la competición universitaria estadounidense.
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