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Paso por La Huesera de Marc Soler acompañado de Max Poole,antes del ataque del catalán.

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Paso por La Huesera de Marc Soler acompañado de Max Poole,antes del ataque del catalán. EFE
La Vuelta, en Asturias

Marc Soler encuentra oro en Los Lagos

El catalán suelta su ataque tras La Huesera para coronarse en la etapa reina. La valentía de Mas en la segunda etapa asturiana deja a Roglic a 5 segundos de O'Connor

Miércoles, 4 de septiembre 2024, 02:00

Premio y justicia. Marc Soler al fin ganó en esta Vuelta a España. Después de varias decepciones y un generoso esfuerzo, participando en varias escapadas, el catalán obtuvo su recompensa en la cima de Los Lagos, tapada por la niebla. Poco botín se lleva un valiente Enric Mas, el único junto a Landa que tensó la carrera con ataques. El balear descompuso el grupo de favoritos y de su trabajo se aprovechó un conservador Roglic, que sacó la calculadora ante un combativo O'Connor. Solo cinco segundos permiten al australiano salir de Asturias con el maillot rojo. Salvo sorpresa mayúscula, el esloveno se lo enfundará esta semana. La duda es cuándo.

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El pelotón partió de Luanco a toda mecha. No hay tregua ni kilómetros de basura. Wout Van Aert se llevó el primer susto camino de Gijón. El belga se levantó y con algún apuro que otro entró en el pelotón, a sabiendas de que no podía hacerse el remolón si quería entrar en la escapada de la jornada.

Por Gijón pasaron como flechas. «Diez segundos», aseguraba un aficionado instalado en uno de los flancos del Muro de San Lorenzo tras cronometrar el paso del pelotón. Camino del Infanzón aparecieron por la cabeza corredores como Oier Lazcano o Isaac del Toro, ganador de la Vuelta Asturias. Antes del repecho a la altura del club de Golf de La Llorea ya se había formado un grupo con la escapada del día.

La nota negativa fue la caída de Wout Van Aert, quien abandonó la Vuelta al irse al suelo en el Collado Llamena

Con el paso de los kilómetros, la punta de carrera fue amasando una diferencia que alcanzó los diez minutos con la complicidad de los favoritos. Tras pasar Villaviciosa y Colunga, los escapados tomaron la carretera hacia Loroñe para enfilar la subida al Fitu. No hubo movimiento hasta la cima, donde Van Aert no dio opción a Vine, con el que peleaba por el maillot de la montaña. El belga se dejó ir y casi sin querer adquirió un minuto de renta sobre sus compañeros de aventura. Con el paso de los kilómetros, detectó que era imposible abrir más brecha y levantó el pie para reincorporarse al grupo antes de iniciar el ascenso a Llomena.

El grupo del líder mantuvo la calma, gestionando la desventaja con los fugados. Eso no significa que no se volara. Llegar a Covadonga con más de 42 kilómetros por hora de media es la mejor prueba de la exigencia de una jornada de alta montaña.

En Collau Llomena, Movistar puso a Nairo Quinta y Eider Rubio a tirar con fuerza con la intención de examinar las fuerzas de los adversarios de Enric Mas. Aguantó de forma notable O'Connor, por primera vez bien acompañado. El balear hizo un test y en la zona más dura de la subida en el parque nacional de Ponga arrancó del grupo. Roglic, sin alterarse, atajó la intentona y llevó tras de sí al resto de favoritos. Sin dejarla caer, probó también Mikel Landa, que fue atrapado antes de coronar la segunda ascensión del día.

La lluvia miró para otro lado pero el orbayu hizo amago de aparecer a la sombra de la montaña pongueta, empapando algunos tramos de la bajada. Con el piso mojado, ligeramente embarrado, Van Aert se fue al suelo en la bajada junto a Isaac del Toro. La peor parte la llevo el belga. Dolorido, intentó volver a ponerse en marcha cambiando de bicicleta. Sin embargo, pocos kilómetros después, echó pie a tierra, abatido por dejar escapar su oportunidad de ganar la montaña y la regularidad, además perder sus opciones de conseguir alguna etapa más antes de la conclusión de la ronda española.

Decidir la carrera

El grupo de escapados se reagrupó camino de Covadonga. Con algo menos de seis minutos arrancaba la subida de algo menos de doce kilómetros y medio, donde se intuía batalla después de que Mas y Landa enseñaran las uñas en el Collau Llomena.

Los escapados apenas tuvieron tiempo para mirarse. A los pocos kilómetros estalló la unidad en varios pedazos. Marc Soler y Max Poole hicieron poco a poco camino antes de llegar a La Huesera, con Filippo Zana observando en un segundo plano. Cabeceaba el catalán al paso por las rampas del 14% ante la promesa británica, teóricamente mejor escalador. Soler es un superclase con todo lo bueno y lo malo que eso significa. Nadie ha estado más kilómetros escapado en esta Vuelta. Ayer, volvió a estar en la fuga buena. Siempre un pequeño detalle. Un error de cálculo. Una mala gestión de fuerzas. Ese es Marc Soler. No entiende el ciclismo sin ataques, muchas veces suicidas. Ayer jugaba con las cartas marcadas. Poole le estaba esperando y le decía con la cabeza que tirara, que diera relevo. Soler lo hizo pero con la boca pequeña. Antes de terminar el tramo de mayor dureza de la subida demarró y se quedó solo camino de la meta. «He dado muchas veces al palo, pero por fin he rematado», dijo el vencedor, que cruzó la línea de meta después de llevarse el dedo gordo a la boca como si fuera un chupete en alusión a su futura paternidad.

Por detrás, no había demasiadas fuerzas. Otra vez Mas y Landa. La tentativa del vasco no pasó de anecdótica, mientras que el balear interpretó la carrera con valentía, replicando así a los que siempre le han afeado su forma de defenderse cuesta arriba. «Había que intentarlo, era la única forma», coincidían ambos. Esfuerzo generoso para romper el grupo de favoritos y dejar a O'Connor solo con mucha subida aún por delante.

Roglic está lejos de su versión de 2021. No obstante, el esloveno sabe que la Vuelta está en su mano si no comete errores, a pesar de que no muestre la plenitud de sus tres triunfos anteriores en la Vuelta. Se soldó a la rueda de Mas, que lejos de rendirse siguió como un martillo pilón lanzando ataques y elevando los watios para intentar establecer diferencias. Carapaz sacó ticket y también se acopló al grupo al que se agarraba David Gadou.

La niebla ya había cubierto la montaña y apenas se veía más allá de diez metros. Esas mismas nubes habían empapado la carretera, donde Mas haría una última tentativa para sacar algo de ventaja sobre Roglic. El esloveno no se puso nervioso ante los demarrajes de sus rivales y apenas realizó cambios de ritmo. No le hizo falta para rozar con los dedos el maillot rojo.

«¿Desbancar a Roglic? Ojalá», aseguraba Mas, satisfecho de la fortaleza que había mostrado, cariacontecido porque eso no fue suficiente para poner en aprietos al esloveno.

O'Connor se dejó el alma para conservar el jersey de líder. Sabe que sus días al frente de la clasificación llegan a su fin, pero el australiano sigue empeñado en alargar un poco más la fiesta. «No pensé que iba a ser tan difícil, pero al final salvé el maillot rojo, así que sigue siendo un buen aliciente para las próximas dos etapas», afirmó el australiano, que tuvo que subir los Lagos casi una hora después en coche para recibir el maillot de líder, una circunstancia que no le gustó demasiado.

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