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Asturias tiene un color especial, aunque muchos días el tiempo juegue una mala pasada y no deje disfrutar de la belleza del territorio. Los entendidos del ciclismo asocian el Principado con las etapas más importantes de la ronda española. No es extraño que algunos las consideren en la mayoría de las ediciones, las citas clave. No se equivocan. Las dos llegadas en alto de este año no han decepcionado. Todo lo contrario. Han sido dos etapas cargadas de emoción que, además, han tenido premio doble para la afición local, con sendos triunfos españoles.
La decimosexta etapa de la Vuelta a España salió de Luanco a las 12.50 horas y se saldó con la sufrida victoria del español Marc Soler en una cima clásica como los Lagos de Covadonga, que se lleva ascendiendo desde 1983.
Territorio para héroes y también para sufridores. A pesar de ser un día por semana y de que la meteorología diera la espalda, cientos de aficionados se agolparon para ver cómo los ciclistas padecían los rigores del frío y la niebla, que no dio tregua, pero también los duros porcentajes de la subida final a Los Lagos.
143 ciclistas
terminaron la etapa que empezó en Luanco pocos minutos antes de las 13 horas. En la etapa hubo dos retiradas, además de dos corredores que no salieron.
38,2 kilómetros por hora
empleó el ganador de la etapa en cubrir los 181 kilómetros y 300 metros de los que constaba la etapa, con final en los Lagos de Covadonga.
Antes de llegar tuvieron que hacer camino. El trayecto los devolvió a Gijón, aunque esta vez solo de paso. Muchos aficionados acompañaron a los corredores que sortearon la ciudad en un visto y no visto. A pesar de ser al comienzo de la etapa, el pelotón circuló a toda velocidad desde la entrada por el Cerillero, procedentes de la antigua carretera de Avilés. La Calzada, Natahoyo, Fomento y el Muro de San Lorenzo antes de subir hasta el Infanzón. Muchos aplausos y alguna cara de asombro por la velocidad. No tardó en gestarse la escapada del día de la que saldría el ganador final.
Un ambiente nublado hizo muy llevadera la etapa para la mayoría del pelotón, que considera un alivio el tiempo del Norte después de los 40 grados de la primera semana de competición.
En los Lagos, la cola de coches para subir y coger un buen aparcamiento era la nota predominant desde primera hora de la mañana, agravándose el atasco conforme se acercaba la hora de comer y la barrera para pasar a la meta se cerraba.
Los más osados hacían el camino andando provistos de comida, neveras y abrigo ya que el frío se hacía notar. Los más aventureros se atrevían con su bicicleta, jugando a ser por un día ciclista profesional y sentirse Landa o Roglic. La meta, sin embargo, no estaba abarrotada de gente como otros años, pero sí había muchos procedentes de todas partes de España como los pequeños Mateo, Jacobo, Guille y Ana. Esta familia de madrileños disfruta de sus vacaciones y decidieron ver una etapa muy especial: «Venimos de Las Mestas a pasar el verano y es la primera vez que vemos esta etapa», comentaba la madre. Jacobo de once años asegura que le gustaba más la bici de montaña, «pero ver esto también es emocionante y me gusta». Gritos de apoyo a quienes iban coronando una meta que pronto habría que despejar de curiosos para dejar paso a los profesionales. Todo el mundo iba cogiendo un sitio donde poder ver mejor a los corredores y donde poder abrir un paraguas que resguardase del incesante orbayu que pronto se convirtió en lluvia agotadora como declaraban los valencianos Sonia e Iván, quienes solo subían a ver los lagos y se quedaron a pasar el día ya que el autobús no salía hasta las ocho de la tarde: «Vinimos a las doce de la mañana y ahora no podemos bajar hasta las ocho de la tarde así que, aunque llueva y estemos bajo un chubasquero, vamos a quedarnos a ver la etapa», declaró Sonia. A Iván la bicicleta le gusta y ver a los profesionales de cerca le entusiasmaba. «Es un buen final para nuestras vacaciones en Asturias», compartían.
Con la llegada de las primeras motos de la Guardia Civil el público comenzó aplaudir y a gritar a los corredores. Con la llegada del último corredor a meta, la carretera se llenó de aficionados que volvían a sus casas con lluvia en los zapatos, pero con una sonrisa de haber vivido un episodio más de la mitología del ciclismo. Todos ya esperan la próxima vez en Los Lagos, esperando que no haya niebla.
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Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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