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benito urraburu
Jueves, 16 de julio 2015, 02:09
Plateau de Beille ha mostrado toda la fuerza de la naturaleza. Diluvia, graniza y la tormenta parecía de efectos especiales. Se empezaba con 30 grados y se acabó bajando hasta los 10. El Tour ha cambiado de temperatura ambiental, porque la que se siente en carrera es la que sigue marcando Froome.
Cuando Purito Rodríguez entraba como vencedor amainaron un poco las condiciones meteorológicas, lo que permitió ver el gesto de sufrimiento del líder de Katusha, que realizó la etapa perfecta, con unos movimientos tácticos ideales, en una subida que en la que ha entrenado en muchas ocasiones puesto que vive en Andorra.
Conocía dónde había que atacar para coger la escapada primero, donde había que moverse después para poder llegar vivo a los kilómetros finales. También sabía cómo ir soltando rivales. Purito tiene la inteligencia del ciclista que se ha criado en la calle, la viveza de la experiencia y también tuvo piernas, estado físico.
Porque se puede tener una gran visión de carrera pero no poder atacar porque el físico no responde. El ganador de la última edición de la Vuelta al País Vasco quiere sumar más etapas en el Tour después de lo mal que lo pasó en el estreno de los Pirineos. Ha cambiado el Muro de Huy, situado a 200 metros de altitud, por Plateau de Beille, que está a 1.780.
Dicen que todo triunfo hay que sudarlo, trabajárselo en condiciones, y Purito lo ha hecho. Reconoció hasta la extenuación la subida, acompañado de su compañero de equipo y amigo, Alberto Losada, «y uno de los días que vinimos se me estropeó una rueda y tuvimos que volver a Andorra de mala manera. No teníamos recambio. Total, que al día siguiente volvimos. La verdad es que tenía muy medido todo el final».
Después de la explosión que padeció en La Pierre-Saint-Martín, se quedó sin fuerzas, trabajó con su masajista, Jaume Hernández, excorredor profesional, con una máquina llamada Indiba, un aparato que emite radiofrecuencias y que sirve para limpiar los músculos de impurezas. Un artilugio con el que trabajan prácticamente todos los masajistas de los equipos profesionales.
Alejado de los primeros lugares, Purito buscará más victorias. Ya ganó en Mente, en 2010, donde volverá a ser favorito. Le quedan más etapas, otras opciones, con la ventaja de tener el Tour solucionado. La situación que vive le da tranquilidad.
Integrante de una escapada tempranera de 22 ciclistas, en la que también se metió Gorka Izaguirre, que fue cuarto en la meta, los puertos que había antes de la subida final fueron haciendo las diferencias entre todos esos ciclistas. Se quedaron Kwiatkowski y Vanmarcke delante. Purito saldría desde atrás, dejaría a Fuglsang y a Bardet, que no le daban un relevo, luego cogería al campeón del mundo. El danés Fuglsang intentó seguirle, pero no pudo.
En el grupo de los mejores, Froome estuvo cómodo. Le atacaron Nibali, Valverde, en tres ocasiones, Nairo Quintana, otras tres veces, Contador, pero unas veces el propio líder y otras Porte y Thomas dejaron eso ataques en nada. No tenían consistencia esos movimientos, o quizá es que el ritmo que marcaba Porte, que se dejó ir a falta de tres kilómetros para la llegada, entró a 12:38 a la meta, era demasiado rápido para poder sacar algo más que unos metros de diferencia.
Van Garderen, ni moverse
Y si Porte no estaba aparecía Thomas y todavía era peor. Geraint va como si estuviese en un peralte de un velódromo. El único que no se movió fue Tejay Van Garderen, que eso sí, estuvo muy atento al resto de ataques. Cuando Valverde o Nairo revolucionaban sus piernas, él seguía a los Sky, que tiene su mérito, pero en ningún momento dio la cara.
Su táctica no admite dudas: esperar a que otros le hagan el trabajo. Tiene su lógica ese comportamiento viendo que Froome es imbatible. Eso mirando por delante. Si mira hacia atrás ve la sombra de Nairo Quintana, que aunque sea pequeña, es alargada, y la de Alejandro Valverde, que van a buscar el podio y esperar a que Froome se convierta en humano.
Plateau de Beille, en cierta medida, decepcionó. Los Pirineos quedaron marcados por lo que sucedió en La Pierre-Saint-Martin y las dos etapas restantes han tenido resultados previsibles. Si Froome no ataca, lo de este jueves fue un intento tímido, los demás no tiene la consistencia suficiente para ponerle en apuros.
Ni siquiera Nairo Quintana, al que el agua dejó las piernas duras como tablas, pudo hacer algo más que lo hizo. La verdad es que ver a Froome siempre en cabeza, sin cometer un fallo, mirando su maquinita de watios, no anima a nadie. El ciclismo de sensaciones, el de Nibali, Contador, Quintana o Valverde, sucumbe ante la tecnología. Sky sale de los Pirineos con menos ruido del que entró, pero con la misma efectividad, o mayor, porque el tiempo juega a su favor.
Valverde quiso descentrar a Froome en la llegada y le arañó un segundo, algo simbólico, porque contra Froome lo que hace falta para ganarle es una cascada de minutos que nadie parece en condiciones de que comience a fluir.
La pelea se está centrando entre Sky y Movistar, con Van Garderen y Contador metidos entre los seis primeros. Hay dos hombres del Sky, dos del Movistar, Van Garderen y Contador. De ahí no vamos a salir porque el resto están mucho peor que los que hemos citado, dejando aparte a Chris Froome, al que le basta con permanecer tranquilo y no cometer errores.
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