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Muchos de los transeúntes no tienen aún claro lo que se 'cocía' en el edificio principal del Campus de Mieres, pese a los dos autocares llamativos instalados en el aparcamiento. En el interior, una plataforma, una balanza con sensores para medir fuerzas diferentes, una bici ... contrarreloj, verde, llamativa, con sensores, y, sobre esta, el ciclista, pedaleando. Porque, durante esta mañana, dos corredores del equipo de la escuadra Caja Rural, que montan máquinas con el sello avilesino de MMR, han participado en diversos ensayos en el túnel de viento de la Escuela Politécnica. La mejor forma para medir la resistencia que el aire supone para el avance del ciclista, la mejor forma de saber cómo limitarla al máximo para ser capaces de lograr un mayor rendimiento con el mismo gasto de energía.
En el ciclismo moderno, en el que todo se mide a base de números, la escuadra española desea mejorar aún más el aspecto de la aerodinámica. Tras las pruebas, ambos ciclistas podrán ver con números claros cómo simplemente siendo ellos, pero cuidando algunos detalles, pueden ahorrar hasta un 15% de energía en una contrarreloj. «Estoy muy satisfecho, contento. Ha sido una experiencia nueva. Hay muy pocos lugares que ofrezcan esta posibilidad: mirar la posición que menor resistencia ofrecemos y conseguir una mayor velocidad en carrera», explicó Jonathan Lastra. «Siempre hay algo que se puede mejorar en el ciclista, pero también en cuanto al material. Por ejemplo, el tema del tejido se lleva al extremo, la altura de los botines… Se trata de ir puliendo detalles», afirmó el ciclista.
A pesar de pasar algo de frío y de la fuerza de los cuatro ventiladores, Lastra no cabecea, ni mueve el culo, ni sube ni baja los hombres. Aspectos todos ellos claves en una contrarreloj. Retocan la bici, se cierran los apoyos para los brazos, se cambia de casco… Porque llega un momento en el que el aire se convierte en una muralla insondable, un momento en el que cualquier mínima mejora supone un avance espectacular en tiempo y en ahorro de energía. «Hay que intenta que el ciclista logre una postura mejor y pueda ir más rápido», hace hincapié Eduardo Blanco, catedrático de Universidad de Mecánica de Fluidos. «Este túnel está pensado para medir estructuras, como puentes, edificios… Pero también se puede utilizar para todo tipo de efectos aerodinámicos. Por ejemplo, en el ciclismo», añade.
No solo se trata de conseguir la postura más aerodinámica, sino también la más cómoda. Debe de ser una mezcla entre ambos aspectos. Y el túnel no es más que un laboratorio que estudia cómo mejorar esa aerodinámica, en este caso, de bicicletas y ciclistas. A la escuadra del Caja Rural la acompañó Chechu Rubiera, exciclista profesional e ingeniero ahora de diseño de la marca MMR. También estuvo, durante unos minutos, el rector de la Universidad, Ignacio Villaverde. «Me encantan las bicicletas, su diseño, pero le tengo pavor», le confesó al ciclista Jonathan Lastra. «Este túnel tiene la gran valía de que es único, una instalación científica única, que da datos reales. Tiene un enorme atractivo», continuó el máximo mandatario universitario, que agradeció la confianza depositada porel equipo ciclista en esta instalación.
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