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Roger de Vlaeminck, leyenda belga, arrasaba en invierno en el barro y 'volaba' en las clásicas. «Nunca me he caído en toda mi carrera. Aprendí en el ciclocross». Una disciplina que muchas caras conocidas y no tan conocidas del mundo de las dos ruedas consideran vital para encontrar la mejor versión de un ciclista: aporta habilidad y destreza, manejo de la bicicleta en grupo numerosos y soluciones técnicas para situaciones comprometidas.
Aunque dicen que el ciclocross es cosa de belgas y neerlandeses, Asturias ha tenido -Aida Nuño y Rocío Gamonal y 'Guti' Navarro-, tiene -Lucía González, Mario Junquera, Marco Antonio Prieto y Sara Cueto- y tendrá -Benjamín Noval, Carmela Solares, Daniel González, Canor Arboleya...- sus propios colosos. Todos ellos han conseguido una gran expansión de una modalidad que lo tiene todo. No hay estrategias. Es una carrera a tope sobre dos pilares: la técnica y, sobre todo, el motor interior.
Hoy todos quieren ser Lucía González (Viella, 1990), la mayor de las dos hermanas, la de los seis entorchados nacionales élite -cinco de ellos consecutivos, el último conseguido el pasado domingo en Amurrio con una notable superioridad-, la que escribe, día a día, nuevas gestas -supera tras este fin de semana ya en el palmarés de la categoría reina a Rocío Gamonal y ya tiene a un título a la leyenda Aida Nuño-.
«Cada año es un mundo, pero sí que estoy contenta con haber revalidado la corona, aunque no me quita el sueño el número de triunfos. Hay que pelear siempre», afirma la ciclista asturiana, que, en cada carrera, solo piensa en salir disparada. Como un percutor que la lanza. Lucía, entregada al ciclocross -es fisio-, evidencia en cada competición un derroche de energía que obliga a reescribir las leyes de la lógica. Se sale esprintando y se termina acelerando. «Es una disciplina bastante explosiva», dice.
Al igual que Lucía, Mario Junquera (Gijón, 1997) habita en otro planeta y sus batallas son interminables, como se comprobó este fin de semana en los Campeonatos de España. Primero fue oro, junto a Lucía, con el equipo asturiano que dirige Santi Pérez en la prueba de relevos. Pero no se detuvo. No alcanzó su último aliento y se llevó también la medalla de bronce en la máxima categoría. Ningún otro ciclista masculino asturiano se había subido antes a un podio nacional en la categoría élite. «Me habían dicho que el récord era un quinto puesto, pero fue mi director el que me lo contó. No era consciente de ello, pero hemos dado un paso adelante en el ciclismo asturiano».
Ambos, Lucía y Mario, son perfiles marcados por ese esfuerzo exigente que es el ciclocross y eso les convierte en unos ciclistas competitivos, con un físico envidiable para hacer frente a rivales y a unas condiciones adversas. «Antes de la salida se pudo a llover y salimos en un circuito en el que se patinaba mucho, muy embarrado. Pero conseguí hacer una buena salida, abrir hueco y mantenerlo durante la carrera», afirma, en su encuentro con EL COMERCIO, la campeona de España en la finca de La Acebera, en el barrio del Carbayu, en Lugones, durante un parón de su entrenamiento.
A unos 25 kilómetros, en el barrio gijonés de Roces, es Mario el que baja de su máquina para hablar con este periódico. «Avisamos para que quitaran aire a las ruedas para que hubiera más contacto con el suelo, más agarre. Y, cada media vuelta, entrábamos a boxes para cambiar la bici y que no tuviera ni barro ni arena». Ambos usan unas 'armas', que, aunque parecen unas bicis similares a las de carretera, guardan pequeñas diferencias. Diferentes geometrías del cuadro, con la zona delantera más alta para que la espalda vaya más levantada, una distancia entre ruedas un poco más corta, un paso de la rueda, que lleva tacos, más ancho tanto en las horquillas como en las vainas traserás... Y no llevan ni botellines de agua ni herramientas.
«Yo he corrido todos los fines de semana desde finales de septiembre», explica Lucía, que tiene su agenda llena en enero: «La Copa del Mundo en Benidorm este domingo, después correré en Holanda y, después, al Mundial en Chequia». Una temporada con viajes en avión, pero, también, con interminables traslados por carretera. «Recorremos el mundo para competir. No es solo un desgaste por las carreras, sino por los viajes», afirma la corredora del Nesta-MMR, que tiene un intenso, aunque variable, programa de entrenamientos tanto de ciclocross como de ciclismo en carretera, a los que une también carrera a pie.
«La temporada de ciclocross coge medio otoño y algo de invierno. Por eso, hay que mimar mucho el trabajo en primavera y verano. Hay que tener perseverancia, aunque la competición quede lejos, entrenar aunque haga frío...», destaca, por su parte, el corredor del Unicaja Gijón, que estudia un grado de fisioterapia y que, tras una temporada apretada, tiene los ojos puestos en la cita de Benidorm. «Y, luego, a ver si consigo que el seleccionador cuente conmigo para el Mundial, pero eso queda fuera de mi mano, antes de tomarme un buen descanso».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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