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Ismael Esteban, con su bicicleta averiada al hombro, corre mientras Agustín Navarro le espera para no superarle en la línea de meta .
El extraordinario gesto de un ciclista asturiano en Cantabria

El extraordinario gesto de un ciclista asturiano en Cantabria

Agustín Navarro, del Ciudad de Oviedo, dio una gran lección de compañerismo y deportividad al negarse a rebasar a un rival cántabro que finalizó una prueba de ciclocross con la bici al hombro

Marcos Menocal

Jueves, 10 de diciembre 2015, 13:55

Los presentes se debatían entre la extrañeza y las ganas de aplaudir. Hicieron las dos cosas. No daban crédito, quizás porque lo que es poco habitual rompe los esquemas. La imagen pasará al recuerdo. Agustín Navarro (Ciudad de Oviedo) acompañó en la última recta de meta en el XV Gran Premio Santa Barbara de ciclocross, disputado en Puente Viesgo (Cantabria), a Ismael Esteban (Maestre Bikes). Juntos hicieron los cerca de 300 metros que tenía el último tramo. Hasta ahí puede parecer normal. Sin embargo, la diferencia está en que el asturiano iba sobre su bicicleta y, en cambio, el cántabro mal corría a pie con su montura al hombro. Navarro prefirió no superarle. «No era justo», señaló. Esteban sufrió innumerables contratiempos durante la carrera y en la última vuelta le sobrevino una última avería que terminó por romperle la bicicleta. Incapaz de seguir sobre ella decidió acabar la carrera y luchar por mantener su tercera posición de la única manera que podía: corriendo.

Fue todo un calvario. Cojeando, tropiezo tras tropiezo, monte arriba y monte abajo, el cántabro se plantó en la recta de meta, cerca de un kilómetro de huida hacia delante. Fue en ese momento cuando le dio caza Navarro. El asturiano pudo perfectamente rebasarle y subirse al podio en la prestigiosa carrera de Puente Viesgo. No lo hizo. Hay gestas y gestos.

Navarro frenó ante la expectación del público que se agolpaba en las cunetas. Acomodó su velocidad al paso entre jadeos de un Esteban que luchaba contra la adversidad. Las calas de sus zapatillas golpeaban contra el duro asfalto, mientras los apenas siete kilos de su bicicleta se le clavaban en su lomo. Los corredores de ciclocross están preparados para todo. No se amilanan por nada. No obstante, siempre hay días en los que el destino golpea duro. Aún así, Navarro lo tenía claro. No iba a superar a alguien que «había sido superior en todo momento». Se agarró a la parte superior de su manillar y fue el primero en animar a su improvisado amigo. «¡Venga, vamos, venga dale!». Los aficionados coreaban sus nombres y aplaudían. «¡Tira tú, hombre, tira tú!», le contestaba Esteban al asturiano. El diálogo entre los dos ciclistas fue escuchado por todos y sus palabras sirvieron para hacer aún más grande el apoyo del público. Trescientos metros. Eternos. El pacto entre caballeros firmado entre el barro podía desvanecerse ante la llegada del quinto clasificado en la carrera.

El quinto acechaba

Joseba León (Bikezona), ajeno a todo lo que estaba ocurriendo sobre la misma línea de meta se acercaba peligrosamente. «Vamos, que llega el quinto. Venga, vamos», le insistía Navarro a Esteban, que más no podía hacer. Finalmente, el cántabro cruzó la línea de meta a zancadas, tercero; Navarro sobre su bicicleta, cuarto; y León, extrañado, quinto a 30 segundos. Es probable que este último también hubiese frenado. Casi seguro. Los ciclistas de verdad conocen el lenguaje del ciclismo.

Esteban había liderado la prueba. Sufrió un pinchazo y le superó Kevin Suárez (Bicicletas Meta), a la postre ganador. Más tarde, una nueva avería le obligó a detenerse. En ese momento le superó Óscar Pujol (MMR Bikes), segundo. Y para colmo, la tercera de las averías acabó con él a la carrera con la bicicleta al hombro. Esta vez y ante la superioridad manifiesta de su oponente, Navarro prefirió dar una lección de esas que no se olvidan.

El cántabro quiso darle el premio que recibió en el podio al bajarse de él. El asturiano, como era de esperar, no lo aceptó. Aún suenan los aplausos en Puente Viesgo.

«Lo vieron los niños»

Esta lección de deportividad fue grabada por Carlos Lavín, el 'speaker' de la prueba y Navarro le quita importancia al gesto. Insiste en que no hubiese sido normal que, «después de que Ismael fuera muy superior, por una averías al final perdiese su posición. A mí no me gusta ganar así». Ismael, que después de bajarse del podio lo primero que hizo fue ir a darle el premio recibido a su 'amigo', indicó que «son circunstancias de carrera. Si ambos estamos disputando la victoria juntos, pues nadie para, es lógico. Tal y como se dio, se lo agradezco. Fue un detalle».

Los dos demostraron un plus de generosidad habitual en el ciclismo, pero que aún así sorprende. «Era muy mala suerte. Yo tenía asegurado mi puesto, el cuarto, que era el que me merecía y no entendía como justo superarle de esa manera», añade Navarro. Por su parte, Esteban, que reconoce que le pasó «de todo durante la carrera», insiste en que fue muy duro el final. «No podía hacer otra cosa. Cogí la bicicleta al hombro y a pie. Cuando vi que Navarro se paraba y me animaba yo lo único que podía decirle es que no lo hiciera, que siguiera».

Los dos protagonistas coinciden en todo, pero sin duda ambos recalcan lo que significa. «Lo más importante es que había niños y lo vieron y que les puede servir como lección de lo que hay detrás de la competición», indica Esteban, mientras que Navarro añade que «eso es más importante que un puesto u otro. Lo hacemos para divertirnos y hay que ser personas antes que nada». Hay acuerdos que no necesitan firmas.

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