Samuel se acerca a la despedida

«Estoy pensando si sigo o no una temporada más», asegura el asturiano, de 36 años y que no renovará con el BMC

J. GÓMEZ PEÑA

Lunes, 8 de diciembre 2014, 00:46

«Lo estoy pensando, sí». Samuel Sánchez está a unos días de decidir si cierra su carrera como ciclista profesional. «No sé. Tengo alguna oferta, pero no sé. Para seguir necesito que sea un proyecto motivante». Así, a vueltas, anda el campeón olímpico en Pekín 2008, que debutó en el Euskaltel-Euskadi en 2000 y que en febrero cumplirá 37 años. Ayer participó en una marcha cicloturista en el Teide (Tenerife) con el maillot de su último equipo, el BMC, que no le renovará. Pese a ser sexto en la última Vuelta a España, Samuel está parado en la estación mientras se alejan sin detenerse los vagones ocupados por las escuadras del UCI World Tour. Y mientras los ve marchar, piensa que en esta parada parece estar su última meta. «Si me voy a casa no pasa nada». Tiene las estanterías ocupadas con un título olímpico, cinco etapas en la Vuelta a España, otra en el Tour -más el reinado de la montaña-, la clásica de Zúrich, la Vuelta al País Vasco y plazas en los podios de la ronda gala y la Vuelta.

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SU HISTORIA

  • Origen. Nace en Oviedo hace 36 años.

  • Debut. En el Euskaltel-Euskadi en 2000. En 2014 corrió en el BMC.

  • Palmarés. Campeón olímpico en los Juegos de Pekín 2008. Cinco etapas en la Vuelta, donde ha sido segundo y tercero. Una etapa en el Tour, donde acabó segundo en 2010. Vuelta al País Vasco. Clásica de Zúrich. Subida a Montjuic. Premio de la montaña del Tour.

Hace nada, en 2013, Samuel era un privilegiado. Había renovado su contrato con el Euskaltel hasta el final de 2015. Con una ficha millonaria. Incluso tenía previsto estirar su adiós hasta la cita olímpica de 2016 en Río de Janeiro. El plan sonaba perfecto: desde el debut, en 2000, hasta la despedida siempre con el maillot del Euskaltel-Euskadi, su hogar de adopción. Pero la casa se vino abajo al final de 2013. La aluminosis provocada por la crisis económica. Sin apoyo institucional, Euskaltel renunció a sostener en solitario el buque insignia del ciclismo vasco. De repente, el naufragio. El Titanic y el hielo. Nada ha vuelto a ser lo mismo. En Euskadi, salvo la vela encendida que ha prendido Jon Odriozola con el apoyo de la empresa Murias, el pelotón profesional está arruinado. Samuel ha disfrutado de la era dorada.

De líder a gregario

Sin el abrigo del Euskaltel-Euskadi, el clima cambió. Hace justo un año, el campeón olímpico estaba sin equipo. Sólo con la temporada 2014 ya empezada, el BMC le hizo un hueco a precio de saldo. La escuadra estadounidense había dado la baja al italiano Ballan, metido en un asunto de dopaje. Ese hueco fue para el ciclista asturiano, que de líder total en el Euskaltel pasó a gregario de Gilbert en las clásicas y de Evans en el Giro 2014. A eso se dedicó. Y al final de la temporada le colocaron galones para la Vuelta a España. «Todavía puedo alcanzar mi máximo rendimiento, pero ya no tanto tiempo», reconoció durante la ronda. La terminó en sexta posición, aunque sin opciones de pelear con Alberto Contador y Chris Froome. «Me gustaría seguir en el ciclismo. No lo es todo en mi vida, pero sí es mi pasión», lanzó.

«Cuando al cerrar el Euskaltel me quedé sin equipo, lo pasé mal. No veía salida. Yo no había decidido irme así. No quería que ése fuera mi final como ciclista», recuerda desde Tenerife. Se empeñó en seguir y le rescató a última hora el BMC. Ahora es distinto. Es Samuel el que se siente al final del camino. «Esta vez la decisión es mía. Llevo muchos años corriendo. No es algo de vida o muerte». Su representante le ha puesto sobre la mesa alguna oferta, pero no parecen lo suficientemente atractivas. «Demostré al final de la temporada que sigo con un nivel alto», se reivindica. «No sé lo que haré. No puedo decir que vaya a seguir ni que vaya a dejarlo. Me lo estoy pensando», confiesa. El proyecto ciclista fallido del piloto Fernando Alonso podría haber sido una salida, pero aún es sólo un borrador.

A Samuel le duele la exclusión en el Mundial de Ponferrada, la cita que tenía subrayada. La gran oportunidad para estirar su final. Tras verse con los mejores en la Vuelta, carrera habitual de preparación para el campeonato del mundo, dio por hecho que iba a estar en la lista confeccionada por Javier Mínguez. Y no. El seleccionador no le convocó. Mínguez apostó todo a la baza de Valverde. No quería en su grupo un eslabón libre como Samuel. «Me enteré al llegar a casa tras un entrenamiento. Mi mujer vio en internet que no estaba en la lista. Todavía no me ha llamado Mínguez para decírmelo».

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Samuel vio por la televisión cómo Kwiatkowski atacaba en un descenso -la especialidad del corredor asturiano- y se colgaba el oro en Ponferrada. «Igual no me llevaron al Mundial por si acaso, por si atacaba yo así», critica dolido por el peso que el Movistar, la escuadra de Valverde, tiene en la selección española. «El ciclismo español cada vez va a peor. No hay equipos, casi no hay carreras. Da pena, duele». Y, tras década y media de viaje por las mejores estaciones del ciclismo mundial, empieza a pensar que ya ha pasado el último tren.

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