No podía imaginar que iba a tener tanta repercusión. La noticia de su regreso a Asturias, adelantada por EL COMERCIO, ha desatado una tormenta de atención global. Ha tomado una decisión insólita: dejar a su club de la máxima categoría portuguesa, el Sporting CP, tras ... siete temporadas y más de 300 partidos (aterrizó en el país vecino en el verano de 2016), para jugar en una categoría por debajo con el Unión Financiera Base Oviedo. Ha renunciado a un contrato generoso. Ha rechazado atractivas ofertas de conjuntos de Asobal y del extranjero. Todo porque su deseo era volver a España y estar cerca de su casa tras muchos años fuera. Su reto ahora es conducir a su nuevo equipo a la máxima categoría.
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Con hambre y, lo que es más importante, con muchas ganas de comer, mucho se puede hacer. La ilusión y el sueño de apostar por un proyecto de equipo de referencia en Asturias aparecen subrayadas en la agenda de Carlos Ruesga (Gijón, 1985). Ese mordiente, destacado y comprensible, es marca de la casa. «Hay que consolidar el proyecto y después dar pasos adelante poco a poco. Nos gustaría soñar con la Asobal, pero ahora lo fundamental es crecer», dice el último, hasta ahora, de los grandes jugadores que ha dado el Principado y uno de los primeros de renombre a nivel nacional en moverse a un balonmano portugués en pleno crecimiento tanto a nivel de Liga como de selección.
El espíritu de superación de Carlos Ruesga no tiene límites a sus 38 años y afronta el futuro más inmediato a base de optimismo, trabajo y sacrificio. El central gijonés, aunque en ocasiones también lateral izquierdo, oro en el Mundial 2013 y bronce en el Europeo del año siguiente con la elástica de la Selección Española, puede presumir de una carrera profesional de largo recorrido: Colegio Corazón de María, Grupo Covadonga, Portland de Pamplona, Ademar de León, Veszprem húngaro, Barcelona y Sporting de Portugal, con los que ha conquistado Ligas, Copas y Supercopas. Como anécdota queda el hecho de haber ganado la competición liguera en tres países distintos.
Ruesga, feliz por haberse decantado en su niñez por el balonmano sobre todo por, afirma, los valores que inculca y por los amigos que ha hecho, asegura que este paso no supone bajar la exigencia porque «esta nos la ponemos nosotros». «A las otras ofertas les faltaba algo: estar en casa y ayudar al balonmano asturiano a seguir creciendo, para lo que aportaré mi trabajo desde la humildad», hace hincapié el jugador, arropado, durante su presentación en las oficinas centrales del principal patrocinador del equipo en Oviedo, por su presidente Pepe Rionda, el director deportivo, Heriberto Fernández, el entrenador Ricardo Margareto, y el director comercial de Unión Financiera, Ramón Iglesias, ante los que repite un mensaje que no por habitual carece de valor: «Hay que ser ambiciosos, pero, con cabeza, con los pies en el suelo».
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Portento físico de 1,84 metros e internacional por España en 70 ocasiones, el central asturiano, vestido de manera informal para la ocasión, no deja de sonreír. Ruesga logró saltar de las gradas a la pista. Elegido entre miles de jóvenes promesas, alcanzó el balonmano profesional, el éxito deportivo, aunque para ello tuvo que superar los escalones más altos de esta disciplina. Jugó, deslumbró y goleó en la élite en plena forma. Ahora toma una decisión impensable. Deja todo, ofertas millonarias y contratos suculentos, para venir a Oviedo a cumplir un sueño que quiere compartir.
«Solo quiero animar a todo el mundo del balonmano asturiano a que verga a apoyarnos», señala Ruesga, cuyas primeras palabras tienen un claro destinatario. «Heriberto fue la persona con la que tuve contacto directo y el trato humano y profesional ha sido fenomenal. Desde que empecé a hablar con él, la opción del Unión Financiera fue la primera».
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«Pensamos que era algo lejano. Tenían que darse las circunstancias y se dieron. Hay que agradecérselo. Un jugador de primer nivel, con ofertas tentadoras, viene a un proyecto no por dejar de jugar, sino por apoyar un proyecto interesante que quiere crecer», dijo el director deportivo del club. «Es una pieza fundamente. Con su fichaje damos un paso de gigante para consolidarnos», añade Heriberto Fernández. Su presidente, Pepe Rionda, insiste en la idea. «Cuando Caco nos comunicó que podía ser nuestro, me extrañó, pero hoy podemos decir que está con nosotros. Nos va a dar tardes de gloria», apunta. «Acaba de jugar la Copa de Europa con su equipo portugués. Con que nos deje en esta categoría, perfecto y, si hay un plus, encantadísimos de lograr algo más».
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