Reconocimiento a los voluntarios en la ceremonia de clausura

«Estamos muy agradecidos, sin los voluntarios esto hubiese sido imposible», comentaba ayer un exhausto Jorge García, que una vez más ha vuelto a hacer historia en la ciudad, aunque detrás de ello hay un trabajo titánico de muchos días y muchas horas.

Con todo, a la espera de conocer las cifras oficiales para comprobar el impacto económico y social del evento deportivo en la ciudad, todos los estamentos se fueron a dormir ayer con la sensación de haber vivido otro fin de semana único, diferente y para el recuerdo.

Jorge aventuraba que este segundo Mundial iba a significar un nuevo «punto de inflexión» para la ciudad, que con el paso de los años, sin perder su cariz industrial, se está dejando seducir por el impacto del turismo, cada vez más relevante a todos los niveles. «Esto es un proyecto de ciudad, que cada vez tiene una mayor proyección internacional y de eso nos beneficiamos todos. El deporte es un gran motor».