Secciones
Servicios
Destacamos
El fichaje realizado por el Club Gijón 64 del prodigio indio Dommaraju Gukésh ha puesto de actualidad el tema del virtuosismo ajedrecístico a edades tempranas. Este brillante adolescente tiene el gran mérito de ser el segundo niño más joven de la historia en ... lograr el título de gran maestro internacional. Lo consiguió con doce años, siete meses y diecisiete días, tan sólo diecisiete días más tarde que el récordman mundial, el ruso, de natalicio ucraniano, Serguéi Kariakin. Algo realmente fascinante y de enorme dificultad.
Dommaraju Gukésh me impresionó hace poco más de un par de años, en el mes de noviembre del año dos mil dieciocho, en concreto, cuando disputó en Santiago de Compostela el Campeonato del Mundo para menores de doce años. Ganó sin despeinarse e hizo gala de una comprensión posicional totalmente fuera de lo común. Entonces era maestro internacional ya, aunque quizá habría que decir todavía, y ostentaba un Elo de 2457 puntos. Hoy, a sus catorce años, disfruta de 2563 puntos y superará la barrera de los 2600 puntos dentro de poco y el umbral de los 2700 puntos después.
En la actualidad trabaja con el gran maestro Vishnu Prasanna, quien destaca de él su excepcional compresión de la estrategia y su avidez por aprender. Con el apoyo de su padre, el doctor en medicina Rajnikanth Gukésh y de su madre Padma Kumari, el joven Dommaraju tiene la posibilidad de ascender hasta los peldaños más altos de la particular y compleja escalera del éxito.
No es el único muchacho de ese inmenso país que es la India, que alberga mil cuatrocientos millones de almas y es la cuna del ajedrez, que acredita unas condiciones excepcionales para el complejo arte de razonar con lógica. Con doce años y diez meses logró el máximo título Rameshbabu Praggnanandha, con trece años lo consiguió Parimarjan Negi y con catorce abriles lo firmaron Nihal Sarin, Arián Chopra y Arjun Erigaisi. Todos son candidatos a seguir la senda del gran campeón Ánand Viswanathan.
Hasta el momento, son treinta y seis los jóvenes que han logrado el título de gran maestro internacional antes de cumplir los quince años. Cada década que avanzamos hay un mayor número de niños, porque niños son aún, que consiguen este dificilísimo objetivo y baten el récord de edad cuando aún visten pantalones cortos.
Han pasado más de sesenta años desde que el legendario Robert James Fischer, el irrepetible Bobby Fischer, marcase un hito que dejó admirados a propios y extraños cuando se convirtió en el gran maestro internacional más joven de la historia con tan sólo quince años.
En contra de lo que se ha escrito y dicho no pocas veces, Bobby Fischer no fue un «niño prodigio», como sí lo fueron Samuel Reshévski y Borís Spásski, pero sí fue un «adolescente prodigio», como muy bien lo calificó y diagnosticó mi buen amigo Pablo Morán, que nos dejó hace ya un cuarto de siglo y parece que fue ayer cuando aún hablábamos de ajedrez en el Café Dindurra o bien rodeados de libros en la espléndida biblioteca que atesoraba en su casa.
Si bien se tiende a analizar sólo la edad en la que los más jóvenes se convierten en grandes maestros, esto no debiera esconder otras realidades. No han sido pocas las veces que he leído o escuchado que fulanito o menganito batieron el récord de Bobby Fischer. Esta aseveración es verdadera y falsa a la vez, algo así como una verdad a medias, que no deja de ser la peor de las mentiras.
En principio, hace medio siglo era poco menos que imposible alcanzar esta meta porque el ajedrez no llegaba a los niños. No había clases en las escuelas ni existían torneos para los jóvenes. Es conveniente conocer y evaluar la historia en función de cada momento y resulta muy peligroso extraer los datos del pasado y confrontarlos con el presente. Son realidades distintas, a veces muy distintas, que producen impresiones sesgadas.
El legendario Bobby Fischer, a los quince años, ganó en Nueva York el Campeonato de los Estados Unidos, que tenía categoría de torneo zonal en el ciclo de Candidatos al Campeonato del Mundo. Por esta razón, clasificó para el Torneo Interzonal de Portoroz, ciudad perteneciente en aquellos días a la desaparecida Yugoslavia y que ahora es una localidad de Eslovenia. Allí quedó sexto, algo realmente espectacular. Empató a puntos con el quinto clasificado, Fridrik Olafsson, y sólo quedó por detrás de figuras del primerísimo nivel como Mijaíl Tal, Svetozar Glígoric, Tigrán Petrosián y Pal Benko. Casi nada, dos excampeones mundiales y dos candidatos al título. Por otra parte, aventajó a ilustres ajedrecistas como David Bronstein, Alexánder Matánovic, Yuri Áverbaj, Laslo Szabo y Ludek Pachman, entre otros, por lo que obtuvo el título de gran maestro de forma directa a los quince años. Ninguno de estos nuevos fenómenos del tablero tiene la más mínima posibilidad de realizar semejante actuación, algo que Bobby Fischer sí consiguió. Y lo hizo solo, sin profesores, sin entrenadores, sin nadie. Él solo, solo consigo mismo, tal y como afrontó el resto de vida.
La realidad del mundo actual es totalmente diferente. Hace décadas que se imparten clases en los colegios, proliferan los torneos de todo tipo para niños, hay programas escolares y/o federativos de captación de talentos, así como monitores, profesores y entrenadores para elegir. Y, por si no fuera suficiente, internet ofrece cursos y clases de todo tipo y condición que son fácilmente accesibles para millones de jovencitos.
Entre los que han logrado el máximo título antes de los quince años tenemos unos cuantos que están ahora entre la élite mundial y otros que están algo más lejos. Esto, en principio, no presupone nada porque cada cerebro se desarrolla a su ritmo particular. Huelga decir que son todos claramente superdotados, sino más aún, pero, para llegar a la cima, deberán disfrutar de un entorno favorable y ser capaces de potenciar hasta la excelencia su inteligencia emocional.
Este aspecto emocional es tan importante o más que cualquier otro. Me viene ahora a la cabeza el caso de Vasili Mijaílovich Ivánchuk, un ajedrecista de una fuerza ajedrecística inmensa, más que suficiente para convertirse en campeón mundial, como demostró muchas veces, pero que no llegó al último escalón porque su sistema emocional no se lo permitió. O bien el del histórico Paul Petróvich Keres, considerado por casi todos los especialistas un «campeón sin corona», un príncipe sin reino, que ganaba grandes torneos con relativa facilidad, pero fracasaba en el ciclo de candidatos. ¿Le pudo la presión? Es muy probable. Como mantenía el campeón mundial Enmanuel Lasker, el ajedrez es una batalla psicológica entre dos temperamentos, entre dos caracteres, y esto implica en la lucha a otras habilidades mentales, no sólo a las pertenecientes a la inteligencia clásica.
Algunos de estos jóvenes portentos no han podido mejorar lo suficiente para colocarse entre la súper élite y otros han preferido no profesionalizarse y dedicarse a otros menesteres. Entre estos últimos, hay dos que me llaman la atención, muy especialmente, porque sigo sus pasos desde hace más de una década. Uno de ellos es el indio Parimarjan Negi, que dejó de lado el ajedrez estos últimos años para graduarse como licenciado en Matemática en la Universidad de Stanford y ahora realiza su doctorado en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial en el prestigiosísimo Instituto Tecnológico de Massachusetts. Una excelente decisión, sin duda.
El otro caso es el del ucraniano, ya estadounidense, Illya Nyzhnyk, un niño prodigio que logró el título de Maestro de la Federación Internacional pocos días después de cumplir los ocho años. Sí, no es un error, tan sólo con ocho abriles. Luego apareció en el Campeonato de Europa agarrado a un osito de peluche. Claro, ¡era un niño!, pero sus zarpazos frente al tablero eran ya un auténtico peligro. Illya Nyzhnyk ha elegido un sistema mixto, a caballo entre la profesionalización y el abandono, por lo que participa en torneos de alto nivel, pero sin hacer del ajedrez su prioridad. Estudia en la Universidad de Webster, se especializa en Matemática y Física y participa en el estupendo proyecto SPICE. Este acrónimo responde a Susan Polgár Institute for Chess Excellence, una entidad que dirige la mayor de las famosas hermanas Polgár, que es gran maestra internacional y fue campeona del mundo femenina.
En este interesantísimo programa SPICE participan varios ajedrecistas jóvenes de enorme talento que, en lugar de profesionalizarse como ajedrecistas, estudian sus carreras universitarias y dedican algunas horas al tablero, pero con los estudios académicos como primer objetivo. En esta brillante iniciativa «polgariana» estuvieron o están, como ahora Illya Nyzhnyk, ajedrecistas como Wesley So, Le Quang Liem, Anatoly Bijóvski, Ray Robson, Alexander Lenderman, Fidel Corrales, Georg Meier, Emilio Córdova y Lázaro Bruzón, entre otros, todos ellos grandes maestros de nivel muy notable, o incluso sobresaliente. Algunos, como Wesley So o Le Quang Liem, son ahora profesionales del ajedrez. En el futuro, es muy probable que otros también intenten escalar hasta el «top ten» mundial. O no, porque la vida no es sólo ajedrez, como pensaba el irrepetible Bobby Fischer, muy equivocadamente, por cierto.
La Universidad de Webster está en la ciudad de estadounidense de San Luis, en el estado de Misuri, a orillas del famoso río Misisipí, por cuyas riberas voló mi imaginación cuando, ya de niño, me convertí en un apasionado de la lectura y disfrutaba de las apasionantes aventuras de Huckleberry Finn, el travieso muchacho que parió la desbordante imaginación del gran escritor Mark Twain. Ahora, el gran río norteamericano es la sede de una gran actividad ajedrecística, pues no sólo está allí la que desarrolla Susan Polgár, sino que también alberga las numerosas actividades que impulsa el millonario Red Sinquefeld, cuyo potente club radica en esta ciudad, nuevo referente mundial del ajedrez.
En el siguiente cuadro constan las edades a las que consiguieron el gran maestrazgo los treinta y seis jóvenes que lo lograron antes de los quince años, además de su edad y ráting Elo actuales.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.