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M. F. ANTUÑA
Viernes, 23 de abril 2021, 17:13
Federico Ortiz (cántabro nacido en Madrid, 1995) se transforma en escena en Yago Lamela. Cuenta con él, de la mano de Julio Béjar, autor y director de '8.56', cómo el deporte de élite deja tras de sí juguetes rotos. Como el atleta avilesino cuya mítica marca da título al montaje. Tras dos cancelaciones, por fin esta historia se sube a las tablas del Niemeyer el sábado.
-¿A la tercera va la vencida?
-Sí, fue durillo, pero esta vez parece que sí. Estamos preparados.
-¿Están preparados para actuar en la casa de Lamela?
-Hay una responsabilidad mayor, un punto de atención. No es algo que deba condicionar el trabajo en exceso, lo que vamos a hacer es visibilizar una problemática, pero sí es interesante. Por mi parte hay una responsabilidad de humanizar, de defender al personaje, lo último que un actor quiere es vanalizar o caricaturizar algo.
-¿Cómo fue su encuentro con Yago Lamela?
-Cuando Yago dio ese salto de 8.56 yo tendría cuatro años. No estaba familiarizado con ese evento, fue a raíz de conocer al director, Julio Béjar, que empecé a encontrarme con él a través del trabajo de documentación, y poquito a poco fui conociendo una serie de hechos y enriqueciéndome.
-No debe ser fácil partir de un personaje real y tan reciente en el tiempo.
-Al principio intentaba ver muchas entrevistas, los saltos, cómo se comportaba, había cierto afán por ser Yago, pero luego me fui dando cuenta de que al final mi trabajo es entender que la imagen que se ha construido en mi subconsciente es la de una persona que lucha por sus sueños y por eso hubo un cierto abandono de todo lo real, de lo biográfico. Quiero que el público entienda las razones por las que lucha. De modo que hubo una primera fase de ahondar y profundizar en quién era, cómo era y qué pensaba, y una vez eso había calado y me había ayudado a construir una serie de partituras, lo fui abandonando.
-O sea que a partir de él ha ido creando su propio personaje.
-El personaje no existe. Soy yo persiguiendo lo que persigue el personaje en el escenario. En lo único en lo que realmente pienso cuando estoy en escena es en la forma de saltar, en conseguir el objetivo, en no rendirme.
-¿Qué le dejará en la mochila vital?
-El aprendizaje del porqué nos levantamos por las mañana, la razón por la cual seguimos luchando. Es una de las cosas que más me han calado. Era un luchador por necesidad, no porque sí. En el atletismo o en hacer zapatos, si realmente hay una necesidad, una pasión por profundizar, por hacerlo mejor, esto te da la fuerza para seguir luchando.
-Pero él se quedó sin fuerzas.
-Cuando llega un momento en que, por factores externos, no puedes seguir haciendo lo que amas, ¿qué haces? La problemática de quien se ve forzado a abandonar el mundo de la alta competición es muy compleja.
-¿El deporte de élite es una fábrica de juguetes rotos?
-Estamos hablando no de deporte, sino de industria. En el momento en que lo importante no son las personas sino la máquina, cuando lo que priman son las cifras y el número de espectadores o el dinero y dejamos de tener en cuenta el aspecto humano, tenemos un serio problema. Obviamente, los juguetes se rompen.
-¿Cómo evitar la caída?
-Se puede cambiar la sociedad, pero eso a mí me queda un poco grande. Cuando uno empieza una carrera debería haber advertencias y también una implicación pedagógica, un seguimiento de los maestros. Se trata de concienciar al atleta de cómo es su carrera y de cómo va acabar.
-Dice Julio Béjar que al final esto es una tragedia griega.
-Sí, hay una figura muy interesante que es la del héroe trágico, que se ve solo frente a las grandes decisiones y que se equivoca. La obra al final nos está hablando de alguien que lucha pese a todas las consecuencias y que esa vehemencia es un error, es el error trágico, es lo que lleva al personaje a chocarse con la realidad. La temática casa a la perfección con la estructura dramática de la tragedia.
-La obra tiene 16 actos, porque 16 son los apoyos de Lamela en su mítico salto.
-Fabularmente está nublado, hay un aspecto muy onírico, se desarrolla en base a 16 apoyos, pero no pienso demasiado en ello. Cuando salgo al escenario, lo importante es transmitir por qué hago lo que hago.
-¿Algún otro salto importante en lo profesional por venir?
-Estoy ayudando a levantar un estudio de artes perfomativas en Madrid junto a Dario Valtancoli. El mundo pedagógico es un gran descubrimiento.
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