Los síntomas iniciales del bebop, esa forma de tocar que revolucionaría el jazz como una enfermedad, los sintió Louis Armstrong en sus comienzos. Los estudiosos analizan cómo se escapaba por algunos compases de la norma estricta de la orquesta y con su trompeta hacia figuras ... sorprendentes que luego inspirarían a los dos que forjarían la etiqueta más venerada de la música contemporánea: Dizzy Gillespie y Charlie Parker.
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Ambos se conocerían luego y tocarían juntos. Algunas de esas sesiones, incluso las que hacían como jam de improvisación sin apenas micrófonos, se han salvado para comprobar que el espíritu de Armstrong impregnaba aquellos dedos sobre el instrumento. Aunque ellos, y quienes le siguieron como John Coltrane o Archie Sheep, lo llevaron al paroxismo, la semilla estaba en Armstrong.
Reconocido como el más grande de los jazzistas, según la mayoría de los otros protagonistas de las etapas posteriores del jazz, Armstrong comenzó su carrera con las bandas Hot Fives y Hot Sevens, apegadas al «estilo de New Orleans» y al swing que se abría paso en las pistas de baile. Hot era eso. El baile «caliente» de los «alegres» años veinte.
Ahora el músico Wynton Marsalis, virtuoso y estudioso de la tradición, rinde tributo a Armstrong y sus agrupaciones iniciales, con un álbum que recoge catorce de las canciones más populares que tocaban los Hot, interpretadas en vivo. En 'Wynton Marsalis Plays Hot Fives and Sevens de Louis Armstrong' el trompetista se rodea de varios de sus colaboradores en Jazz at Lincoln Center, la institución que dirige destinada a preservar las raíces de esta música, encabezados por un prominente Jon Batiste en el piano. Publicado por el sello Blue Engine Records los estándar «seminales» reviven con los sonidos de tuba, trombón, clarinete, saxofón, banjo, guitarra,contrabajo y batería.
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«Grabados originalmente en la década de 1920, los surcos de Hot Fives y Hot Sevens de Louis Armstrong todavía son aclamados como algunas de las mejores e influyentes sesiones de jazz jamás capturadas», explican desde Jazz at Lincoln Center. «Los músicos siguen obsesionados con su calidez, ingenio y alegría hasta el día de hoy. Ahora, Marsalis reinventa clásicos de esas sesiones como 'Basin Street Blues', 'St. James Infirmary' y 'Heebie Jeebies' para toda una nueva generación de audiencias». El disco abre con la célebre 'Potato Head Blues' y cierra con 'Fireworks', y parece decir en cada armonía: «gracias, Satchmo».
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