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«Vivo la vida como un descubrimiento continuo»
Igor Yebra. Actor, bailarín y coreógrafo ·
El sábado llega al Teatro Jovellanos con 'El beso de la mujer araña' junto a Eusebio Poncela y con Carlota Ferrer dirigiendo la obra de Manuel PuigSecciones
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Igor Yebra. Actor, bailarín y coreógrafo ·
El sábado llega al Teatro Jovellanos con 'El beso de la mujer araña' junto a Eusebio Poncela y con Carlota Ferrer dirigiendo la obra de Manuel PuigM. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Jueves, 9 de febrero 2023, 00:57
Es puro entusiasmo. A Igor Yebra (Bilbao, 1974) aún le resulta extraño decirse y oírse actor, pero no puede estar más feliz de girar junto a Eusebio Poncela en 'El beso de la mujer araña', adaptación teatral de Diego Sabanés de la novela de Manuel ... Puig que dirige Carlota Ferrer y que mete al espectador en una celda para escuchar conversar a Molina y Valentín. Fue él mismo el impulsor de un proyecto que se estrenó en verano en Avilés y que llega el sábado al Teatro Jovellanos de Gijón.
-«Bellísimo duelo actoral», dice la crítica.
-Yo suelo decir medio en broma que todavía estoy esperando que alguien descubra el engaño. Para mí es un lujo estar en una obra como esta y compartiendo escenario con Eusebio Poncela. Que la gente vea que estamos de tú a tú es un honor.
-Ya había trabajado antes con él, que es además un actor con fama de complicado.
-De él aprendo muchísimo porque soy como esponja, me gusta observar y sacar el máximo partido a todo. Es un monstruo escénico y lo que tienes que hacer con alguien así es mirar, escuchar y aprender. Y luego las famas... Yo me llevo muy bien con él, habíamos hecho ya antes una buena química y para mí algo fundamental es que es una persona verdadera. Eso a veces crea problemas, porque hay a quien no le gusta escuchar verdades.
-Cuando uno afronta un texto como este, tan difícil y complicado, ¿da miedo asumir el reto?
-Yo estaba en medio de la pandemia en Uruguay, quería volver a hacer teatro y un amigo me planteó que hiciera 'El beso de la mujer araña'. Me preguntó quién querría que lo dirigiera, dije que Carlota Ferrer, la llamamos y ella dijo que sí inmediatamente. Salió el nombre de Eusebio, le llamó, y también dijo que sí. En tres horas todo el mundo había dicho sí, se presentó el proyecto a Jesús Cimarro y también se sumó. Pasó hace dos años y medio y fue después de todo esto cuando empecé a reflexionar sobre el papel y pensé ¿no será esto demasiado? Pero ya no podía echarme atrás.
-¿Le gusta tirarse a la piscina?
-Lo que me gustan son los retos. Igual me ofrecen una cosa que tiene una lógica aplastante, que es poner el piloto automático y puede tener un rendimiento mayor, y no me provoca tanto como algo que me exija, que me saque de la zona de confort. Nunca he vivido ahí y no me interesa.
-¿Cómo ha sido este reto?
-Ha sido un viaje maravilloso y un descubrimiento en el proceso creativo. Trabajar con una persona tan creativa como Carlota es fantástico. Si luego además tienes un texto al que en cada función le encuentras matices u otro tipo de lecturas, que fue escrito hace 50 años y que tiene una vigencia brutal, mejor aún. Porque dejando de lado el discurso político y sexual, habla del ser humano y de la comprensión entre las personas. Y eso está siempre de actualidad. Dentro de 50 años vendrá otra persona, le cambiará algunos matices y seguirá teniendo vigencia, y eso no se puede decir de todos los textos.
-Ustedes los actores siempre dicen que de cada personaje se llevan algo...
-Me sigue haciendo ilusión que me digan que soy actor. El otro día vino una señora después de la función y me dijo: «Tú podías haber hecho ballet». Casi me la como a besos.
-¿Todavía no se siente actor?
-Sí, pero me gusta la vivir la vida como un sueño y un descubrimiento continuo y un día descubro una señora que me dice esto, otro que hago una función más y le encuentro cosas nuevas... Yo como bailarín podía hacer diez funciones seguidas, que ya era mucho, pero como actor he hecho 34 y mi duda era si lo iba a soportar. Y no es que lo soporte, es que es maravilloso.
-Pero el bailarín también sale a escena.
-Otra de las cosas buenas que tiene Carlota como directora es que maneja muchos matices y vocabularios, que es lo que mueve ahora todo lo escénico: si sabes jugar a las canicas, juegas; si sabes cantar, cantas. Al final, danza como tal no es, pero sí hay expresión corporal y movimiento y añadir eso son virtudes y ventajas.
-¿Planea quedarse para siempre en la interpretación?
-Siempre me consideré un bailarín intérprete más que un bailarín técnico. Partiendo de esa base, es un mundo sobre el que siempre había tenido curiosidad, 'El método Stanislavky' lo leí con 15 años... Si esto funciona, pues maravilloso, pero si mañana la vida me pone en otra cosa, intentaré encontrar la ilusión. Estoy abierto.
-¿Puertas abiertas también al cine, a las series...?
-No soy de mirar utopías o ver qué se puede hacer mañana, lo que quiero es disfrutar este momento y lo que venga.
-Pero sin dejar la danza.
-Uno no puede dejar de ser quien es. Yo sigo dando clases de ballet, pensando en coreografías, en pasos, ¿pero exactamente qué es lo que vendrá mañana? Ojalá que todo. No hay que tener miedo. A mí me dicen que soy valiente y yo esto no lo he hecho por valentía, sino porque lo quería hacer. No hay que temer equivocarse.
-La escena cada vez es más híbrida: teatro, danza, audiovisual. Y eso le favorece.
-Cada vez se mezcla más y con mayor calidad. Todo se puede entrelazar; todo son vasos comunicantes.
-¿Tiene más proyectos?
-Un par de cosas vinculadas a los dos mundos. Hay proyectos y ganas siempre... Y si no, me los invento.
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