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Dos vidas por el mismo precio

FULGENCIO ARGÜELLES

Viernes, 3 de diciembre 2021, 04:58

Siempre viajamos para perder el brillo de la memoria o al menos para colocar en ella nuevas tonalidades, o nuevos encuentros, o semanas de paréntesis, ... o tardes abarrotadas de preguntas sin respuesta. Viajamos para dejar algún verso nuevo en la libreta de las resurrecciones, para sumarle matices al lienzo de la existencia. Viajamos para encontrar diferencias y hacerlas propias y así crecer en la creencia de que somos incompletos y de que sólo a través de los que no son como nosotros podemos aspirar a algún tipo de integridad. Estamos hechos de todos los seres y de todas las cosas que existen por el mundo. Eduardo Lago (1954), que vive en Nueva York desde hace varias décadas, siempre necesitó tomar nota de todo cuanto sucedía a su alrededor, así que llenó multitud de cuadernos con observaciones y reflexiones en un intento desaforado por dar sentido a aquello que las circunstancias le permitían observar o vivir. «Estos cuadernos, como él mismo apunta, son unidades narrativas que se articulan en torno a la tensión que mantienen entre sí lugares y personas. El lugar, el viaje, entendido como experiencia emocional, intelectual y estética, es lo que da forma y sentido a la escritura». Uno de esos numerosos cuadernos de viaje fue el que Eduardo Lago escribió en su periplo de quince días por México en julio de 1995, concretamente por los estados de Yucatán y de Chiapas. Se publicó en el año 2000 por casualidad y fue la primera publicación del escritor que habría de ganar unos años después, con la novela 'Llámame Brooklyn', los premios Nadal, Ciudad de Barcelona y Nacional de la Crítica. 'Cuaderno de México' vuelve ahora, más de veinte años después, a las librerías. Es un relato fresco, intenso, preciso en las descripciones, esmerado en el lenguaje, ágil y desenfadado, que da cuenta por igual de lo placentero y de lo desagradable, de lo acertado y de lo imperfecto, y, a pesar del paso de los años y de que seguramente el México de hoy presenta algunas diferencias con aquel que visitaron Eduardo Lago y su compañera GB, se lee con emoción e interés como si la experiencia viajera se acabara de producir. El viaje comienza en Cancún y transcurre por lugares como Tulum y sus ruinas mayas, la Isla de Cozumel, la Mérida borracha de sol y de mosquitos, la Valladolid resudada en caldo de alacrán, la Isla Mujeres y sus playas de arena sucia, el polvoriento Palenque o el pegajoso y calmoso San Cristóbal de las Casas, entre otros muchos lugares. Un cuaderno de viaje plagado de anécdotas que da cuenta de formas de pensar y de vivir muy diferentes. Al fin y al cabo, viajar es ir completando, pieza a pieza, el puzle que somos, es como vivir dos vidas por el mismo precio.

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