ANA RANERA
GIJÓN.
Domingo, 4 de octubre 2020, 00:07
Los versos inundaron con su magia ayer el Paraninfo de la Laboral, gracias a las voces de las actrices Rita Cofiño y Rosa Gil. Ellas fueron las encargadas de poner el ímpetu y el corazón en el recital 'Nacieron en Asturias y son poetas', organizado dentro de la Semana de Arte Contemporáneo AlNorte. Aunque consiguieron hacer de su interpretación un hechizo, los verdaderos protagonistas fueron los textos de los escritores nacidos entre 1950 y 1997 que rompieron el silencio y la calma de la sala.
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Las estrofas llevaron a los asistentes, a través de la fuerza de las palabras, hacia la reflexión sobre aspectos vitales tan dispares como la tecnología o la soledad o sobre los rincones y recovecos donde pueda habitar el arte.
Comenzó la velada con 'Poética provisional', de Laura Casielles, un poema sobre la escritura, tras el que desgranaron la biografía de su autora. Ya con el hielo roto, las actrices agradecieron la celebración de esta cita que no tiene «un tema común, ni una generación concreta, solo poetas asturianos de la segunda mitad del siglo XX».
Continuaron recitando las estrofas de Olvido García Valdés, las de Fernando Beltrán y las de Ánxel Álvarez Llano, que condujeron al público hacia el otoño y la melancolía.
Y una vez recorrida la década de los cincuenta, viajaron hasta los sesenta con Esther Prieto y la reflexión sobre el valor del ruido que hacen los poemas de Humberto González.
Hubo tiempo también para llevar al recital los versos de Berta Piñán, en los que tal vez «todo debería ser más simple» y «la palabra luna solo debería nombrar a la luna». A esta sencillez de Piñán la siguió la de Aurelio González Ovies, que apostaba por no mirar «más allá de lo que está cegándote».
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Jordi Doce coló su lluvia en el Paraninfo y José Luis Piquero continuó su tormenta antes de que Pelayo Fueyo reflexionara sobre la vida y la muerte que «no es de este mundo, se ha apartado de él, en el momento en que se ha conciliado con la nada».
Los responsables de seguir removiendo conciencias fueron Javier Almuzara y Silvia Ugidos. Esta última habló de la ciudad, de sus esquinas, de sus recuerdos y de los lugares que llevamos dentro antes de que las palabras de Ana Vega guiaran al público hacia «la incredulidad certera de quien ha visto demasiado». Y después de esa incredulidad poética, llegaron los poetas de los años 80 como Vanessa Gutiérrez y Teresa Soto.
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Fruela Fernández y la reflexión sobre la mina de Sofía Castañón siguieron arañando el alma de quienes escuchaban. Como después haría Alba González Sanz, en cuyas estrofas reivindicaba que «a la posteridad pasaremos vanos a todo color» sin fotografías en papel que se puedan tocar.
Continuó la velada con una ráfaga de aforismos de Azahara Alonso, que precedieron a los poetas más jóvenes de la tarde como Rodrigo Olay y Diego Álvarez Miguel. Sara Torres, Mario Vega, Raquel Fernández, Xaime Martínez, Rocío Acebal y Laura Casielles fueron los últimos en poner versos a la velada antes del aplauso final a todas las palabras y a todas las voces.
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