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PACHÉ MERAYO
GIJÓN.
Domingo, 14 de octubre 2018, 01:23
Un pequeño vidrio, que durante un tiempo se creyó vaso sin demasiada leyenda, ha resultado ser el fragmento de una botella con mensaje hedonista y el retazo de una historia de amistad y buenos deseos, cargado de información sobre un modo de grabación destinado a los poderosos de hace 1.600 años. Hallado en la villa de Veranes, a cuyo señor iba destinado, acaba de ser datado y puesto en valor gracias al pormenorizado análisis realizado por dos profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, Ignacio Salido y Belén Madariaga, que bajo la tutoría de la arqueóloga gijonesa Carmen Fernández Ochoa han logrado colocar sus cuatro centímetros de materia en su auténtico y milenario contexto. Hecho lo cual aseguran que quien grabó dicha botella pretendía enviar al señor de Veranes, pues están convencidos de que fue un obsequio, «un deseo hedonista de deleite y disfrute de la vida». Y esta conclusión es fruto de lo que han descubierto estaba escrito en su cuerpo, que seguramente fue redondo: «Bebe y vive muchos años, buen hombre», decía el mensaje de un romano que nunca será identificado a otro que habitaba entonces la casa.
Según los dos especialistas que han volcado su trabajo en un texto de 39 páginas, hubo un tiempo, allá por el siglo V d. C:, en que ese pequeño fragmento de vidrio lucía dicha escritura. Solo se conservan siete letras distribuidas en dos líneas y realizadas sobre la superficie exterior, «mediante esmerilado o abrasión superficial del vidrio con rueda de piedra». Pero sus características, incluso el hecho de que los signos sean de diferente tamaño entre sí y entre cada línea, afianza sus conclusiones. Que fueran mayores las letras de la segunda línea es, dicen, «algo propio de los mensajes hedonistas» (bebe y vive).
Reconocen los dos profesores que hasta la fecha no se había documentado una inscripción de este tipo. Sin embargo, las «tres expresiones incluidas en la restitución (Mvltis Annis; Homo Bone y Pie Zeses) están perfectamente constatadas en recipientes vítreos similares». Y eso les permite pensar que han dado con el mensaje que un día llevó grabado la botella.
El material sobre el que pudieron analizar su pasado presenta «letras capitales cuadradas, rematadas en sus ángulos y extremos por refuerzos». En la primera línea, explican Salido y Madariaga, los restos grabados se restituyeron como «Ho[mo bone]», ya que éste es «un texto que se repite en otros recipientes de vidrio del mismo periodo».
La segunda refleja, al parecer, «un mensaje especial por el tipo de letra» y esto unido a «la presencia de la 'hedera distinguens'» (el dibujo de una hoja de hiedra para distinguir las palabras en contextos epigráficos), les hizo suponer la existencia de otro vocablo, aunque éste no apareciera. Conserva esa línea una única letra, la 'Z', de mayor tamaño, de la que han podido sacar una buena parte de la información para descifrar lo que no se mantiene en el presente.
Y están convencidos de que sus conclusiones están «perfectamente atestiguadas en recipientes de vidrio de aquellos tiempo, así como la mencionada altura de las letras. También en la cronología de este tipo de producciones, que abarca desde finales del siglo III d. C. hasta el siglo V d. C., «coincidiendo con el contexto de hallazgo del fragmento de Veranes».
De lo que no tienen ninguna duda los dos firmantes del trabajo es de que el vidrio de Veranes «representa una buena muestra de la riqueza y complejidad de las decoraciones grabadas con motivos e inscripciones realizadas por medio de muelas o con un punzón».
Buena muestra de su excepcionalidad es, aseguran, «la escasez de piezas de este tipo halladas en territorio de la antigua Hispania». Además, las laboriosas técnicas de trabajo convertían estos recipientes en objetos únicos y en ocasiones personalizados, lo que los distinguen de otras producciones seriadas como los contenedores soplados en molde, lo que hace de ellos «objetos raros y exclusivos solo accesibles a una elite económica y social».
El vidrio procede de una unidad estratigráfica que contiene materiales fechados en el siglo V d. C. -varios ejemplares de terra sigillata hispánica tardía y una moneda datada en el año 383d. C.- Se trata, explican los profesores de la Autónoma, de un fragmento en vidrio incoloro, de 4 cm. de alto por 3 cm. de ancho y un grosor de pared de 0,33 a 0,125 cm., sin impurezas, pero con presencia de algunas pequeñas burbujas.
«Corresponde a una pieza soplada al aire libre» y la cualidad que lo distingue es, precisamente, la inscripción grabada que recorre horizontalmente su superficie. «Tanto el perfil del fragmento, como la disposición de la inscripción y las líneas que la delimitan, inducen a pensar que correspondería a la parte superior de una botella de cuerpo globular». Estas piezas se fabricaban mediante soplado con caña al aire para definir el cuerpo y mediante el modelado del cuello y del borde, mientras el vidrio permanecía aún maleable. Por otro lado, la procedencia del vidrio, hallado en el interior de la logia abierta al sur, permite pensar en un uso doméstico, «quizá como servicio de mesa o para la conservación de productos consméticos, como se ha documentado en piezas similares. Sin embargo, su excepcionalidad, la riqueza de su grabado y el alto valor de su producción hace inclinar la balanza hacia el convencimiento de que se trata de un presente realizado a los propietarios de la villa.
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