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El monasterio, desde la fachada principal. Fotos: Pablo Nosti y O. V.
Ventana al milenio
El Monasterio de Cornellana cumple hoy mil años

Ventana al milenio

El cenobio situada en el corazón de Asturias llega hoy a esta efeméride tras haber sufrido ciento y un vaivenes de la historia. Llegó a peligrar, pero hoy renace de sus cenizas, por otro tanto tiempo al menos

Octavio Villa

Gijón

Jueves, 30 de mayo 2024

Cincuenta generaciones de asturianos han pasado desde que el 31 de mayo de 1024, hace hoy mil años, la infanta Cristina Vermúdez cediese a la Iglesia el monasterio familiar de Cornellana. Era esta la primera fundación religiosa de lo que hasta entonces había sido un señorío con notable base territorial y concretado en los derechos de Cristina y el que había sido su esposo, Ordoño, sobre él. Diversas fuentes hacen alusión a que hubo en el entorno de la confluencia de los ríos Narcea y Nonaya una villa romana uno de cuyos titulares, probablemente el primero, fue un Cornelio. De su nombre deriva el de Cornellana y el de su monasterio.

En el corazón de Asturias. No en vano, la corte del naciente reino asturiano se había situado casi tres siglos atrás en la muy cercana Pravia, desde la que se dominaba no solo el acceso a las rutas marítimas a través de Flavionavia (la desembocadura del conjunto Nalón-Narcea), sino también una de las vegas más fértiles y productivas del reino, continuada hacia Cornellana cauce arriba del Narcea. Y también el cruce de caminos entre la vía romana de La Mesa, de Flavionavia hacia el sur de la cordillera, y la que conectaba Lucus Asturum (Lugo de Llanera) y Lucus Augusti (Lugo).

En la muy cercana zona en la que hoy se sitúa Casas del Puente había, precisamente, un notabilísimo puente de origen probablemente romano, de diez arcos y una calzada de tres metros de anchura, conocido como la ponte uella (el puente viejo) cuyo solo porte daba fe de su importancia socioeconómica. Era el corazón del reino.

Y por eso estaba en manos de la hija mayor del rey Vermudo II de León y de su primera esposa, Velasquita. El escribano Juan de Ribera Plaza, en 1613, copia una tabla ya desaparecida en la que se relataba la fundación de Cornellana y se la atribuía a Cristina como «legítima eredera de los reinos de León, Galicia y Asturias, por ser primera hija del Rey don Bermudo y de su verdadera muger, doña Belasquita». Y esta princesa, tras enviudar y para garantizar la continuidad de la estructura no tanto religiosa como socioeconómica que suponía el monasterio familiar, lo cede a la Iglesia en lo que se considera hoy la primera fundación del monasterio de San Salvador de Cornellana.

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Ese primer monasterio, en pleno románico, apenas deja huellas visibles. Dice el paleógrafo Miguel Calleja-Puerta, autor del libro sobre el milenario que se ha presentado esta semana, que «el documento de cesión de doña Cristina es lo más antiguo que se conserva». Quizá el basamento de la torre vieja y algunos detalles de decoración puedan ser de la misma época, si bien hay que anotar que el propio monasterio usó para sus primeras fases materiales de un castillo y posiblemente de villas romanas situadas en la cercana zona de Dóriga. Continuidad en todo.

El documento de cesión a la Iglesia estipula causas (lo centra doña Cristina en glorificar a Dios: «yo, la menor y más humilde de tus siervas, Cristina, sierva también de Cristo, agobiada con el peso de los pecados, meditaba qué podría ofrecer que fuese digno de tí, Señor...»), lo que se cede (para el sustento de monjes, indigentes y peregrinos, la «villa de Cornellana, con sus mansiones, edificios, casas, graneros - 'orrea' en el original en latín vulgar- y bodegas, con todos sus enseres, con cubas, con lagares y con todo lo que está dentro de sus moradas, con tierras de labor, viñedos y muchos frutales, con árboles y arbustos, con montes y fuentes, con entradas y salidas, con prados, pastos, bosques» y demás, mostrando un dominio absoluto sobre el territorio. Cede además derechos y propiedades en San Juan, en Soto, la iglesia de San Vicente, Fresnedo y Santa Eufemia, haciendo constar también el ajuar del propio monasterio y su ganado.

El acto de donación o primera fundación fue brillante, con la propia Cristina y su madre, que a la sazón vivía en el ovetense convento de San Pelayo, pero que en el documento sigue figurando como reina, pese a que hubo una segunda esposa de Vermudo II (la madre de Alfonso V) y pese a que aquel había fallecido en 999, como confirmantes. Y hasta una treintena de notables, como el obispo de Oviedo, Agda; el mayordomo regio, Anaya Tanóiz o varios abades y nobles.

La segunda fundación

Durante casi un siglo, Cornellana se va consolidando como monasterio, pero también como centro de poder. Para cuando el ambicioso conde Suero Vermúdez, descendiente de Cristina, y su esposa, Enderquina Gutiérrez aceptan que no tendrán descendencia, habían reunido de nuevo bajo su mano no ya solo todos los dominios del primer monasterio, sino que incluyen ya un castillo, varias iglesias y abundantes villas y heredades de Salas, Salcedo, Somiedo y Teverga en Asturias; de Babia, Sena, Ribera de Órbigo, Ribera de Omaña y la mismísima ciudad de León al sur de la cordillera y varias localidades de Monzón, Tierra de Campos, Campo de Toro y de Galicia. Ha habido reinos de menor porte que los derechos y propiedades que Suero y Enderquina legan a la abadía de Cluny el 7 de marzo de 1122, en la persona del superior de los cluniacenses y abad de la casa madre de Cluny, Ponce. Pasa entonces Cornellana de las formas visigodas de culto a otro más cercano a Roma que Cluny está expandiendo.

Fray Antonio de Yepes, en su carta de 1617 al entonces abad de Cornellana, Gregorio de Hita, subraya que «en España no hai otro monasterio cluniacense decorado con título de abadía si no es Cornellana», dando fe de la brillantez y el poder que éste fue alcanzando durante los siglos siguientes.

Del obispo Agda a Sanz Montes

Cuando el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, presida a las siete y media de esta tarde la misa solemne en conmemoración de los primeros mil años de vida del monasterio de Cornellana el prelado madrileño dará continuidad a una línea iniciada por el entonces obispo Agda (o Adaganeo), cuando aquel domingo 31 de mayo de 1024 consagró a la Iglesia lo que había sido un monasterio familiar (un dominio señorial), tras garantizarse una dotación digna por parte de la infanta Cristina. Hoy, los actos comenzarán de forma oficial a las seis y media de la tarde, con presencia de las principales autoridades de la región y el municipio, con una visita a las obras de rehabilitación en marcha del monasterio, el descubrimiento de la medalla de bronce conmemorativa del milenario y la misa.

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