No fue lo que se dice un banquete. El menú tras dos años de ayuno taurino en El Bibio fue escueto, pero selecto. Hubo pata negra y hasta caviar, y aunque no fuera en grandes dosis el público salió satisfecho del aperitivo. Tiempo tendrá de « ... atracarse» durante el resto de la feria. Que días quedan…
Publicidad
Emocionante, a pesar del orbayu, tan característico de esta tierra, el peregrinar hasta el coso de los aficionados. Un paseíllo solemne por la Avenida de la Costa, Torcuato Fernández Miranda, la calle Ezcurdia… hasta desembocar en la carretera de Villaviciosa. Por ese mismo lugar accedieron los tres integrantes del cartel del regreso, un festejo mixto que congregó a casi tres cuartos de aforo en los tendidos.
Gijón Primer festejo de la Feria de Begoña. Casi tres cuartos de plaza. Toros para rejones de Romão Tenorio (1º y 4º), nobles pero faltos de celo y transmisión y toros y novillos (3º y 6º) para lidia a pie de Zacarías Moreno, bien presentados, de excelentes hechuras y variado juego. Transmitió el quinto. Mejor el sexto, aún durando poco.
Pablo Hermoso de Mendoza Rejonazo (palmas) y dos pinchazos y rejonazo (ovación)
Diego Urdiales Pinchazo y estocada (silencio) y estocada (oreja)
El novillero Manuel Román Dos pinchazos y estocada (palmas) y dos estocadas que hacen guardia y estocada (ovación tras aviso)
La historia del coso dirá que a las 18.30 horas y mientras la lluvia arreciaba, sonaba el himno nacional, ya con los tres protagonistas en la arena, y que bajo los acordes de «Ecos Españoles» tuvo lugar el paseíllo del reencuentro. La primera parte del espectáculo apenas tuvo contenido, pero en los últimos tres toros se gestó el argumento del festejo que inauguró el abono.
Urdiales fue el protagonista mayor. Sucedió en el cuarto, el más serio del envío, largo enseñando las puntas. Tuvo son de inicio pero le costó romper para delante. Decidió el torero buscarle las cosquillas. Muy provocado, buscándole después de cada muletazo, tocando fuerte, consiguió que el animal, que esperaba al inicio de cada serie escarbando, con la cara entre las manos, se le arrancara dos o tres veces con fuerza. También con transmisión.
Publicidad
Hubo temple y buena estética por el pitón derecho pero fue al natural por donde la faena creció. Por ahí se desencuadernó barroco el riojano. Poderoso, pero elegante. Torerísimo el cierre a dos manos. Soberbios los muletazos por bajo, algunos rodilla en tierra. Atacó por derecho con la espada, en rectitud, casi en los medios, y obtuvo en recompensa la primera oreja de esta nueva etapa.
Menos posibilidades le ofreció el castaño segundo, que apretó mucho para los adentros y amagó con irse a tablas en cuanto tuvo ocasión. No pudo corresponder el de Arnedo a la alcaldesa Carmen Moriyón, a quien había brindado la muerte de un astado que no le dio la más mínima opción.
Publicidad
Manuel Román se quedó a un tris de un triunfo de los gordos. Se marchó sin premio tangible, pero los aficionados salieron hablando de él. Importante de verdad el inicio de una faena que había dedicado al empresario del coso y alma mater del regreso de los toros a El Bibio, Carlos Zúñiga, quien además ejerce labores de apoderado del jovencísimo torero cordobés. El novillo de Zacarías se desplazó franco, con clase, y el torero lo acompañó al ralentí, con suavidad y delicadeza, reduciendo la embestida. Una auténtica delicia. Luego al novillo le costó más desplazarse, pidió pulso, que tiraran de él, y ahí sufrió más el torero, que acabó por desbaratar todo con el acero, pues hizo guardia al animal hasta en dos ocasiones.
Su primero había mostrado predilección por las tablas. Anduvo elegante el torero, pulcro también, aunque en ocasiones el conjunto, de buen embroque, careció de reunión. Tampoco la espada viajó certera en esta ocasión.
Publicidad
Pablo Hermoso de Mendoza fue el encargado de poner el punto y seguido en la historia de los toros en Gijón. Y en Asturias. El animal del retorno, un 'murube' portugués de Romão Tenorio, careció de celo y transmisión. El caballero estellés consiguió los mejores momentos a lomos de «Talento» un precioso equino, con el que toreó de costado con temple y expresión, pero fue en el cuarto donde alcanzó mayores cotas.
Con «Basajaun», yendo siempre de frente, siempre dando el pecho al astado, con compás y luego montando a «Navegante», con quien batió con gran pureza al pitón contrario, puso la emoción que le faltó a su antagonista. Pero el rejón de muerte no quiso entrar hasta el tercer envite. Y sólo pudo saludar.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.