Las historias de fantasmas de Vicky Larraz en 'Supervivientes'

Las sorpresas abundan en la isla de 'Supervivientes'. Cuando no son las peleas o los bajones de moral, las confesiones un tanto surrealistas asombran al personal. Vicky Larraz comparte zona desde hace unos días con Yiya. Ambas fueron las nominadas por el público y desde el jueves están desterradas en Playa Desvalida. Y desde el ostracismo, la de Olé Olé desveló un asunto familiar que puso los pelos de punta a su compañera (y eso que lleva peluca). «En mi familia tenemos el sexto sentido muy desarrollado», comenzó narrando la cantante ante una Yiya ojiplática. La artista contó que su hija, su abuela y su bisabuela ven fantasmas de forma habitual. Presencias que deambulan por los pasillos de su casa, por ejemplo, y que su hija describe con todo lujo de detalles.

La protagonista de 'Un príncipe para tres princesas' no daba crédito y preguntaba cómo era posible la historia espectral. «Yo no veo nada», avisó Vicky sin dar demasiada importancia a las experiencias de sus seres queridos. Y a continuación narró cómo en casa de su abuela vivían una monja y un soldado que atravesaban las paredes. Su compañera, espantada, parecía querer cambiar de tema, pero Larraz continuaba su relato retrocediendo esta vez hasta su bisabuela. «Hicieron obras en su casa y los operarios le decían que había un hombre sentado en el jardín viendo la reforma», explicaba la intérprete de éxitos como 'No controles'. Una vez acabadas las mejoras en el hogar, el capataz entró en la casa para cobrar y reparó en una de las fotografías que la mujer tenía en una mesa. «Mire, señora, éste era el hombre que estaba fuera», le dijo a la anciana. Y resulta que la imagen retrataba a su marido que había fallecido hace tiempo.

Carlos Sobera quiso saber qué le habían parecido las historias a Yiya y la chica respondió sin pelos en la lengua: «Yo tenía la seta encogida». Fina como ella sola. El presentador tiró de ironía ante la cruda sentencia: «Tendré que coger un diccionario para ver qué significa seta». Y aprovechando la moda, las desterradas jugaron a las películas de terror para conseguir recompensas comestibles. Y casi fue más pavoroso ver cómo interpretaban con mímica los títulos escogidos que los relatos fantasmales de Larraz.

El que lo está pasando mal sin necesidad de espíritus es José Antonio Avilés. El colaborador de 'Viva la vida' ha sufrido un bajón importante quebrándose esa energía suya que parecía infinita. «Me siento inútil, quiero que me saquen de aquí», decía llorando. Y sus compañeros trataron de consolarle sin mucho éxito. «No tengo fuerzas para tirar de mis piernas», sollozaba el polémico concursante que cambió los gritos por lágrimas (no se si de cocodrilo). Nada grave, al rato se recuperó y, de momento, nadie abandona el juego.

Por lo demás, la audiencia salvó a Ferre de la nominación. El jueves se la juegan Rocío Flores, Antonio Pavón y Bea Retamal. Hugo Sierra e Ivana Icardi continúan con su cuestionado romance y, aunque cada uno esté en una playa, se besan apasionadamente en la frontera. Los mortales ganaron un juego de recompensa y se jamaron un flan tamaño gigante, ante el desánimo de sus contrincantes. Cristian Suescun, como dios de la isla, recibió la ingrata tarea de castigar a sus colegas por incumplir las normas. Y el chico quiso ser justo, pero se equivocó y recibió regañinas por parte de todos. Y ya en plató, el Maestro Joao desveló que no se habla con Adara y Gianmarco. «Me parece increíble que me retiren la palabra», reprochó el adivino que no ve venir ni una.