ANTONIO PANIAGUA
MADRID.
Martes, 4 de octubre 2022, 02:57
Van a enterrar al hombre que consagró el silencio en el medio televisivo y radiofónico. Jesús Quintero, 'El loco de la colina', el hombre de la carcajada estentórea, cabeza patricia, pelos de loco, fular al cuello, voz cadenciosa y aura de humo de tabaco, ha muerto a los 82 años en la residencia Nuestra Señora de los Remedios de Sevilla, en la que había ingresado en septiembre. Se lo ha llevado por delante una afección respiratoria, aunque esta leyenda del periodismo ya sufría patologías cardíacas de las que fue operado en el Hospital Juan Jiménez de Huelva, donde estuvo ingresado en la UCI.
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Nacido en San Juan del Puerto (Huelva) en 1940, 'El Loco de la Colina' tenía la rara habilidad de intimar tanto con sus entrevistados que conseguía que se abrieran y se sinceraran hasta lo inimagibinable. Maestro de la pausa dramática, Quintero tenía la maña del psicoanalista y del confesor. Quizá su secreto fue que además de hablar, sabía escuchar. Otro de sus dones fue el descubrir personajes estrafalarios de la calle sin suerte, 'frikis' que hacían reír a la clientela, como 'El Peíto', su 'cuñao', 'El Risitas' y otros más.
Este dandi de hechuras flamencas, hijo de José y de María, escapó del destino de fresador y de obrero de la celulosa. Probó suerte en las tablas y la logró de carambola: al terminar un espectáculo teatral en el Lope de Vega de Sevilla, un hombre de la radio le llamo al apreciar que su voz llegaba se proyectaba hasta la última fila.
Libertario, depresivo y sentimental, hizo sus primeros pinitos en Huelva, cuando le reclutaron en el Centro Emisor del Sur de RNE, donde obtuvo una plaza por oposición en los primeros años sesenta. Allí destacó como presentador de 'Estudio 15-18', que condujo junto a Marisol Valle.
Pero su gran éxito, el espacio con el que puso patas arriba los cánones, fue 'El hombre de la roulotte', al que sucederían 'El loco de la colina', 'El perro verde', 'Qué sabe nadie', 'Trece noches',' El lobo estepario',' La boca del lobo', 'Cuerda de presos',' El vagamundo' y 'Ratones coloraos', programas que se alternaron en las ondas y la pequeña pantalla.Con una cuidada puesta en escena y maneras de actor, Quintero preñaba sus soliloquios con reflexiones poéticas y filosóficas, de León Felipe pasaba a Walt Whitman y de ahí una de esas sentencias que tanto gustan al insomne y al noctívago, al bebedor y al charlatán.
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Fue el último que conversó con Rafael Escobedo, preso en la prisión del Dueso por el crimen de los marqueses de Urquijo. El espacio se convirtió en uno de los programas más vistos de la historia de la televisión. Fue precisamente en esa cárcel donde se le ocurrió crear un programa para entrevistar a presidiarios, 'Cuerda de presos'.
Su sobrenombre de 'El loco de la colina' procede de una canción de los Beatles, 'The Fool on the Hill'. Su sino estuvo marcado por luces y sombras. De ser estrella indiscutible, pasó después a desaparecer del mapa, relegado por la nueva televisión, la de los 'reality', los 'talent shows' y los tertulianos. Ganó todos los premios de la comunicación, desde al Ondas al Rey de España de Periodismo, y eso que se ufanaba de no pisar las redacciones desde que prohibieron el whisky en ellas.
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Con el paso de los años su hacienda empezó a resentirse. En las grabaciones del 'caso Ausbanc' admitió que sus hijas lo habían demandado por no sufragar sus estudios. La cosa fue a peor, porque en 2018 fue desahuciado del teatro sevillano que llevaba su apellido por impago del alquiler durante más de dos años y medio. La empresa propietaria del local dijo que le adeudaba 540.000 euros, cantidad que él decía haber desembolsado.
Casado en dos ocasiones, primero con Ángeles Urrutia y luego con la periodista Joana Bonet, fue un gran comunicador y un pésimo hombre de negocios. No cuajaron proyectos como la emisora Radio América, Televisión Babilonia, el Café de la Luna o el Montpesier, que el trató de poner en marcha.
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Como representante de artistas, descubrió al estrellato al guitarrista Paco de Lucía e impulsó las carreras de Soledad Bravo, los payasos Gaby, Fofó y Miliki, María Jiménez y la cantante colombiana Negra Grande, entre otros muchos,
Más que periodismo, Quintero aspiraba a hacer arte. Pretendía que sus entrevistas poseyeran atmósfera, para lo cual les imprimía una liturgia muy personal, un ritmo moroso con el fin de que hubiese «planteamiento, nudo y desenlace».
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Ya retirado, abominaba de la tele, escondite «del morbo, la frivolidad, el sexo y el sentimentalismo barato», dejó dicho.
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