Un decorado gigante
CRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
Siguiendo los pasos de Jalis de la Serna en su 'Enviado especial' por Ashgabat entendí mejor esa fascinación, esa atracción por el horror que se esconde y camufla detrás del lujo y la ostentaciónCRÍTICA DE TELEVISIÓN ·
Siguiendo los pasos de Jalis de la Serna en su 'Enviado especial' por Ashgabat entendí mejor esa fascinación, esa atracción por el horror que se esconde y camufla detrás del lujo y la ostentaciónNunca ha escondido Eduardo Casanova su fascinación artística por Corea del Norte y, en especial, por Kim Jong-il. «Quería ser director de cine, pero por pertenecer a la dinastía de los Kim no pudo y lo que hizo fue convertir la capital Pionyang en ... un plató de cine gigantesco y utilizar a los ciudadanos como actores. Todo por esa frustración infantil», contaba en una entrevista con motivo del estreno de su segundo largometraje, 'La piedad', a principios de año.
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El pasado martes, siguiendo los pasos de Jalis de la Serna en su 'Enviado especial' (La Sexta) por Ashgabat, la capital de Turkmenistán, entendí mejor esa fascinación, esa atracción por el horror que se esconde y camufla detrás del lujo y la ostentación.
Porque todo en la visita del reportero resultaba sospechosamente raro. Para empezar, De la Serna y su equipo se veían obligados a un confinamiento forzado en el hotel, nada más llegar a su destino y, para continuar, durante los quince días que duró el 'tour' estuvieron acompañados en casi todo momento por un representante del Gobierno, además del guía y traductor.
Lo cierto es que algunas de las estampas que muestra el reportaje resultan sorprendentes. Ahí está el medio millar de edificios forrados de mármol blanco en mitad del desierto, con el objetivo de lograr uno de los muchos récord Guinness que tiene la ciudad, por capricho del primer presidente, las espectaculares fuentes que decoran una ciudad donde el agua debería de ser casi un lujo, o la ausencia de una internet abierta en la universidad. Y, de fondo, la ausencia constante y casi total de personas -apenas se encuentran trabajadores y operarios de limpieza- a lo largo de toda la pieza, como si más que una ciudad fuera un decorado gigante.
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