IKER CORTÉS
MADRID.
Martes, 11 de octubre 2022, 01:30
«Les dije que nos veríamos pronto. A mí, la verdad, se me ha hecho un poquito largo, pero ya estoy aquí, así que buenos días». Con estas emocionantes palabras abría ayer Ana Rosa Quintana (Madrid, 66 años) una nueva edición de su espacio, 'El programa de Ana Rosa', después de estar once meses de baja por un cáncer de mama. En esta sentida primera intervención, la periodista reconocía tener una «deuda eterna» por el «inmenso cariño» que ha recibido por parte de todo el mundo.
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Fue un programa de bienvenida, con la sensibilidad a flor de piel, en el que la periodista no solo entrevistó al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijoo, y al diestro José Ortega Cano -el titular «mi semen es de fuerza», como bien reconocía después la propia Ana Rosa, quedará para la historia-, sino que fue desgranando buena parte de lo que ha vivido en estos once meses apartada de la televisión, al tiempo que dejaba claro que el gusanillo del periodismo no la ha abandonado. Tras cuatro horas y media de televisión en directo, Quintana tuvo un encuentro con decenas de periodistas en los estudios que Mediaset tiene en Fuencarral.
Con el pelo corto rubio y muy sonriente, la presentadora explicó, en primer lugar, los motivos por los que ha vuelto a la televisión. Por un lado, para reencontrarse con sus compañeros. Por el otro, porque el gusanillo del periodismo «es difícil de evitar» y porque «necesitaba recuperar mi vida, la cotidianidad y la rutina». Pero hay una tercera razón y es que cree Quintana que su regreso al plató puede ayudar a aquellas personas que estén pasando por un trance similar. A ellas las animó a intentar llevarlo «lo mejor posible» por ellas mismas, por su familia, por su entorno y por sus amigos. «Hay que cuidarse, no quedarse en un sofá, levantarse y cuidar a las amigas. Las mías me han acompañado todos los días y a todas horas. Yo creo que se ponían de acuerdo porque no es posible que siempre hubiera alguien», decía entre risas.
Preguntada por sus sensaciones a la hora de volver, Ana Rosa hablaba de una mezcla de sentimientos «tremenda». «Emoción; no puedo decir que miedo, pero sí me preguntaba si iba a poder hablar con todo lo que he estado viendo y sintiendo; agradecimiento, alegría... Desde que he entrado en Telecinco ha sido un carrusel de emociones», afirmaba. «¿Veis?», preguntaba con sorna cuando se acercaba Paolo Vasile, consejero delegado de la cadena, a darle un cariñoso abrazo durante la rueda de prensa. «Me han dado más besos que en toda mi vida, no sé si es que pensaban que no iba a volver», bromeaba. Y una buena ración de nervios: «Al principio, se me secaba la boca, pero cuando me he sentado con todos los compañeros ha sido como un día más».
Esta temporada la periodista no estará los viernes, día en que Joaquín Prat y Patricia Pardo volverán a ponerse a los mandos del programa. Contaba la presentadora que pese a la baja ha seguido levantándose temprano. «En 17 años que tienen mis hijos, nunca los había visto irse al colegio, así que he desayunado todos los días con ellos». Y aunque no se ha preparado de forma especial para la reentrada, sí que lo ha hecho durante todo el proceso. «He llevado una vida muy activa, he caminado muchísimo cada día. Me he currado muchísimo estar bien físicamente porque los tratamientos son duros», señalaba.
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¿Qué es lo que más ha echado de menos? «Mi libertad», afirmaba con rotundidad. Lo decía, fundamentalmente, porque la covid ha planeado durante todo el proceso. «Tal y como me encontraba, podía haber llevado una vida agradable, en el sentido de ir al teatro o comer con las amigas, pero cuando estás con tratamientos tienes las defensas bajas y no podía exponerme. Me he sentido muy recluida. Nunca había estado tanto tiempo en el sofá y los días se me han hecho largos». Y eso que ha leído, ha visto series, ha hablado con su gente y ha visto televisión, más el resto de programas de Unicorn, su productora, que 'El programa de Ana Rosa' porque «me daba cosita».
«Desbordada y sorprendida» por el cariño con el que la han recibido sus compañeros de la cadena, los de la competencia, artistas, políticos y gente anónima, Ana Rosa detallaba que en todo este tiempo ha tratado de mantenerse al margen del trabajo, aunque sí tenía la espinita clavada de no haber contado la muerte de Isabel II. «Sí es cierto que a veces mandaba mensajes a Joaquín o a Patricia porque se me ocurrían cosas que veía que no pasaban en el plató, pero cuando estás en un tratamiento tu vida es 'tengo que llegar fuerte para no perder ninguna sesión' porque lo que quieres es terminar cuanto antes». En su ausencia, por ejemplo, se produjo la salida de Sonsoles Ónega, que dejó un programa de su productora para ir a Antena 3: «Lo viví en la lejanía. Espero que le vaya bien».
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Tras 16 sesiones de quimioterapia, 15 de radioterapia y dos intervenciones quirúrgicas, Ana Rosa asegura encontrarse «bien y fuerte». Eso sí, «no puedo decir que estoy curada. Veremos si dentro de cinco años me dan el alta».
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