Tres historias que son un regalo

'Paco I. Taibo II. Historia(s)' es el título del volumen que hoy se regalará también al público allí presente y que recoge tres narraciones breves «que creemos significativas en su obra», en palabras de Ángel de la Calle en la introducción. La primera es 'Café, espías, amantes y nazis', una obra múltiple que tiene su origen en el proceso de creación de 'Retornamos como sombras', una novela publicada en 2015 y que tuvo tras de sí quince años de trabajo. Transcurre la obra entre la Ciudad de México, el Caribe, Veracruz y Chiapas. En sus investigaciones para la ficción, Taibo escribió una serie de reportajes que tienen ese título común, que se publicaron en 'La jornada' y aportan luz sobre una serie de personajes como Dietrich, el corruptor, un europeo emigrado a México en 1924 que fue enviado a España por el gobierno alemán durante la Guerra Civil, que impregnó de germanofilia la prensa mexicana, en la que tuvo un gran peso, hasta que fue expulsado del país. Otro de esos personajes es el Doctor Atl, un tal Gerardo Murillo que precisamente tuvo relación con el anterior personaje, que alimentó en él el antiseminismo.

El segundo relato, como el tercero, forma parte de su último libro, 'La libertad'. «Y habla de otro de los intereses del escritor, los movimientos anarquistas del pasado siglo», revela Ángel de la Calle en el texto de presentación de un volumen que hace el número cuatro de la Colección Avance. Se trata, a decir del sucesor de Taibo, de «un documento literario de primer orden», que relata los últimos días del dirigente anarquista Francisco Ascaso.

La última historia apela a un nombre importante en la vida de Taibo, y también la propia historia de la Semana Negra: el periodista argentino Rodolfo Walsh, desaparecido durante la dictadura en la Escuela de Mecánica de la Armada. Da nombre al premio de literatura de no ficción del certamen y es para Taibo un referente al que entrega su pluma para contarle en 36 viñetas. «Una extraña nota sobre los cuadernos que la dictadura secuestró poco antes o poco después de tu muerte, dice: 'Me llaman Rodolfo Walsh, cuando chico ese nombre no terminaba de convencerme, pensaba que no me serviría por ejemplo para ser presidente de la república». Así arranca un texto que llega a su apunte final, a ese número 36, de la siguiente forma: «Qué mejor homenaje para un escritor popular que tu nombre hoy lo lleve una estación de metro. Recorro bajo la lluvia la ciudad. Llueve en Buenos Aires, llueve de manera torrencial y tengo la suerte de que la lluvia oculte bajo las cámaras de televisión que traigo unas ganas locas de llorar mientras toco con la punta de los dedos tu nombre inscrito en la inmensa pared que registra a los asesinados de la dictadura».

Son tres relatos y un anexo, que no es otro que la biografía del creador de la Semana Negra en el libro de Pierre Lemaitre 'Diccionario apasionado de la novela negra'. «La militancia y la literatura están inscritas en sus genes», reseña el autor sobre este ser apasionado también de la Historia que no perdona ni la Coca Cola ni los cigarrillos. «Con este hombre todo es posible», concluye esa biografía.

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