Pablo Derqui junto a Nathalie Poza en 'Un tranvía llamado deseo'. E. C.

Pablo Derqui: «Tenemos muy en mente a la gente joven»

El actor Pablo Derqui da vida a Kowalski en 'Un tranvía llamado deseo', que este 31 de enero vive su estreno absoluto en el Teatro Palacio Valdés de Avilés

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 31 de enero 2025, 11:01

Está con ganas de pisar escenario, con las mariposas felizmente rulando por todo el cuerpo. Pablo Derqui da vida al Kowalski de 'Un tranvía llamado deseo', que estos 31 de enero y 1 de febrero estará en el Teatro Palacio Valdés de Avilés ... . Con dirección de David Serrano, le acompañan en escena Nathalie Poza, María Vázquez, Carmen Barrantes, Jorge Úson, Rómulo Assereto, Mario Alonso y Carlos Carracedo.

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–Pensar en este personaje es pensar en Marlon Brando. ¿Pesa saber que eso pasa?

–Supongo que sí. Pero en este oficio esto es una oportunidad, es la posibilidad de encarnar a un personaje que ha trascendido, que es un clásico moderno. Uno de los alicientes principales es conseguir que la gente que no conoce la obra la sienta, la viva. Gente de 15, 18, 30 años no tiene ni idea por muy rotundos que sean los referentes. Eso me anima. Además, Brando no era el casting óptimo para el personaje, pero apareció e inauguró una nueva manera de actuar. Hizo una cosa maravillosa porque era un actor nuevo, diferente. Pero el Kowalski que tenía en mente Williams es un personaje rudo, trabajador, un referente del sueño americano, muy orgulloso de serlo y que vive con cierto complejo de inferioridad, pero creyendo en sus posibilidades, muy machista.

–Es un papelón. ¿Cuánto miedo y cuánta alegría cuando se lo ofrecen?

–Fue una alegría por hacer el personaje y por trabajar otra vez con Nathalie, nos estábamos rondando y a ella se le ocurrió este texto. Pero lo que le dije es que yo quería hacer de Blanche, no de Kowalski, el personaje que es el crisol, el eje a partir del cual todo se vertebra es ese, es precioso... Tiene tantos colores. Este Kowalski, como todos, tienes que afrontarlo desde ti, desde el respeto y la seriedad hacia el texto que escribió el autor y que por alguna razón ha trascendido y se ha convertido en un clásico, porque son personajes que atraviesan su época y nos interpelan hoy. Tennessee supo captar el momento de la sociedad en la que vivía, un momento convulso, de cambios. La mujer que no se adapta, el hombre que se cree capaz de todo y que es al mismo tiempo un aniquilador de todo lo que no es como él. Son dos polos de la vida que nos interpelan. Estamos intentando ser respetuosos y encarnarlo desde nuestro propio soporte físico.

–¿Cómo ha sido todo el proceso?

–Yendo despacito y al texto, intentando allanarlo para hacerlo más directo. Williams tiene ese halo un poco costumbrista y al mismo tiempo expresionista, mezcla las dos cosas. El espacio es pretendidamente reducido, de ahí las tensiones que se generan en el día a día de esta pareja cuando llega su hermana, porque no hay espacio en el que convivir a gusto. Ensayamos en un sitio muy pequeño, intentando hacerlo verosímil desde ahí, huyendo de las imágenes que uno pudiera tener de otras versiones y del referente cinematográfico, que no lo tenemos en cuenta para nada. Nathalie Poza está haciendo su Blanche, María Vázquez su Stella, yo mi Kowalski... Y tenemos muy en mente a la gente joven y por eso queremos ser muy genuinos.

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–¿Cómo vive usted el encuentro con el personaje y la llegada al escenario?

–Son dos etapas diferentes y yo disfruto de las dos. La primera, de ensayo, de probar, es de compartir la ilusión, pero cuando te metes ya en materia hay momentos de sombras, pierdes el norte, no tienes ni idea de lo que estás haciendo y piensas 'dónde me he metido'. Y curiosamente vuelves a ver la luz. En todos los procesos hay que perderse, sentirse incluso mal para volver a reencontrarse. En las funciones hay mucho gozo, porque cada día es diferente. Además, un clásico reverbera por todos los lados y aparecen nuevos matices, con lo que supone de disfrute. Puedes descubrir cosas nuevas en la función número 68.

–¿Ese proceso es muy diferente al del audiovisual?

–Sí, es muy diferente. A mí me gustaría que se intentaran parecer, al margen de que no tengan nada que ver. Pero si el proceso de ensayos se asemejara un poquito más al del teatro, las series y las películas todavía serían mejores. Los tiempos y los presupuestos son muy cortos y en la tele prácticamente no se ensaya.

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–¿Cómo son sus vísperas de estreno?

–Hay mariposillas, pero son chulas. Con el tiempo te acostumbras y disfrutas del miedo y de los nervios, eso te da el empuje.

–Eso tampoco lo tiene el audiovisual.

–Lo tienes en el estreno, que te quieres ir corriendo, pero es diferente.

–¿Para cuándo en pantalla?

–Ahora mismo estoy con una serie por estrenar, 'Su majestad', en la que tengo un papel pequeñito, de Borja Cobeaga y Diego San José, sobre una infanta española que tiene que reinar porque su padre ha defraudado a Hacienda... Cosas que resuenan mucho. Y tengo otra serie, 'Los 39', que es sobre los 39 marineros que abandonó Colón en Santo Domingo.

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–Nos atrevemos con todo, con lo actual y con lo histórico.

–El audiovisual español está en un momento fantástico porque las plataformas permiten que se vea nuestro trabajo en el mundo entero. El único pero es la calidad. Abogo por producciones muy elaboradas y a veces con las prisas de estas plataformas voraces los tiempos precipitan los productos y eso va en detrimento del resultado.

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