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AZAHARA VILLACORTA
GIJÓN.
Domingo, 13 de enero 2019, 02:50
«Nosotros no vamos a ponernos chalecos amarillos como los gabachos. Nosotros vamos a tener que sacar el yelmo y la espada y pedir que rueden cabezas porque lo que está haciendo este Gobierno con nosotros no tiene nombre», clama un veterano actor ... de la Cuenca atado junto a sus compañeros con cinta de precintar frente al clausurado Teatro Arango, el símbolo elegido en una gélida mañana de invierno por las artes escénicas asturianas para representar el epílogo de un drama: el que atraviesa un sector que en el Principado da trabajo a unas cuatrocientas personas de forma directa.
«Estimamos que en el sector privado puede haber doscientas personas en activo en Asturias. Hablamos de intérpretes, bailarines, directores, dramaturgos, diseñadores de sonido e iluminación, técnicos, escenógrafos, diseñadores de vestuario..., así como de otras profesiones que muchas veces colaboran con los espectáculos», explica Luis Alija, presidente de EscenAsturias, la asociación que agrupa a una treintena de empresas de artes escénicas de toda la comunidad, que calcula que hay otra veintena fuera de la entidad.
«Pero es que a todas esas personas se suman entre 150 y 200 profesionales si tenemos en cuenta a los empleados del sector público que trabajan en torno a las artes escénicas como programadores y gestores culturales, profesores de la Escuela Superior de Arte Dramático, técnicos de teatros y espacios escénicos, taquilleros... además de cualquier puesto de trabajo que dependa en mayor o menor medida de la actividad escénica de una institución».
El tiro de gracia para muchos de ellos comenzó a gestarse hace unos meses, cuando «el Principado decidió desmantelar el Circuito de Artes Escénicas del Principado, un programa de contratación cofinanciado entre la Consejería de Cultura y los principales ayuntamientos de la región», denuncia Alija.
Y así, argumentando que no había otra solución posible merced a la nueva ley de contratos del sector público, el departamento liderado por Genaro Alonso y por su número dos, el viceconsejero Vicente Domínguez, hacía desaparecer de un plumazo el circuito y lo convertía en una línea de subvenciones a las entidades locales. «Una línea que, además, contaba con 50.000 euros menos de presupuestos. Es decir: se bajaban de 300.000 euros a 250.000 los fondos que la consejería invierte en programación de artes escénicas», añade Luis Alija, que, como el resto de los profesionales del teatro asturiano -pero también de la danza, el circo, los títeres o la magia-, asistió atónito a la debacle: «Veinte años de trabajo, que era lo que llevaba el circuito en activo, se fueron al traste».
O, lo que es lo mismo: si hasta hora el presupuesto de los espectáculos era aportado de forma directa por la consejería y los consistorios al cincuenta por ciento, ahora se deja en manos de los ayuntamientos la contratación, entidades que deberán adelantar el dinero para que luego la consejería se lo devuelva, lo que implicará que en muchos de ellos desaparezca la programación ante la imposibilidad de anticipar esos fondos.
El actor José Antonio Lobato niega la mayor: «La excusa de la nueva ley de contratos es una falacia vil. Estos señores lo que están demostrando es que desprecian el arte y la cultura. Por eso estamos en esta situación. Esa es la política que estamos sufriendo hoy en Asturias y eso la ciudadanía tiene que saberlo, le pese a quien le pese. La situación es muy grave. Asturias está sufriendo una desindustrialización brutal, de la minería a Alcoa, y me temo que, como la cosa siga así, va a sufrir también una desertización cultural». Una tesis que comparte el dramaturgo Eladio de Pablo, para quien «la incompetencia y la ignorancia del viceconsejero en el tratamiento a las artes escénicas son absolutas».
Y es que, según explica este gijonés de adopción, «la ley de contratación tiene una excepción que ya se está aplicando en otras comunidades, lo que quiere decir que el circuito aquí no moriría si se aplicase lo que se está aplicando en esas autonomías. Para ser buen político hay que mirar lo que pasa fuera y aprender, pero existe un desinterés total en tener una política teatral en esta región y esa es una responsabilidad de este Gobierno. Que no nos vengan luego con milongas en la campaña electoral porque los votantes tendrán que saber lo que se hizo o, mejor dicho, lo que no se hizo».
Entre ese 'debe' del Ejecutivo regional se encuentra también -añade Laura Iglesia- la Axenda Didáctica Escolar, «única campaña escolar que incluía artes escénicas para toda la comunidad autónoma, que también ha desaparecido y, por ahora, no es seguro que vaya a resucitar, así que este 2019 pinta fatal».
«La profesión está inmersa en una incertidumbre absoluta y hablamos de un sector del que viven un montón de profesionales y familias. No somos una banda, no somos unos jipis, no somos unos perroflautas ni hacemos esto porque es muy divertido y nos lo pasamos bien. No: somos profesionales con empresas organizadas y solventes, que pagamos nuestros impuestos y cumplimos religiosamente con nuestras obligaciones como ciudadanos y que nos estamos viendo sin ningún apoyo de la Administración. Hay un tejido sólido y competitivo. Estamos haciendo espectáculos que son perfectamente exportables y nadie nos ayuda a que se vean fuera», carga la vicepresidenta de EscenAsturias.
«Gijón empieza a trabajar»
También el director Andrés Presumido pone el acento en las nefastas consecuencias que la voladura controlada del Circuito de Artes Escénicas tendrá para los profesionales: «Lo que va a generar es más paro, cierre de empresas, precarización... Sintiéndolo mucho, es así. Es la puntilla al teatro. Ya llevamos muchos años en precario, pero cada legislatura dan una vuelta de tuerca y en esta última la tuerca ya se salió totalmente de la rosca. Muchas empresas vamos a tener que cerrar o hacer espectáculos unipersonales y la gente que sale de la ESAD, entre quince y veinte licenciados en Arte Dramático al año, no va a tener posibilidades de contratación porque el circuito es la esencia de la programación, un sistema de trabajo estable. En Asturias, el mercado es ese».
Uno de los que resisten en Joaquín Merediz, de Ververemos Teatro, que alerta sobre «el papanatismo que implica suponer que todo lo que viene de fuera es mejor, cuando muchas compañías de aquí podrían hacer lo mismo con una calidad parecida». Así que, en su opinión, «debería haber reciprocidad entre lo que llega y lo que nosotros sacamos a otros lugares. Es como la cantera de los futbolistas: traes a ocho de fuera que parecen mejores por el nombre y resulta que no resuelven nada y, al final, lo resuelven los de aquí. Es fantástico que a Avilés vengan todas las compañías de España y tengan barra libre con un caché estupendo, ¿pero por qué las asturianas no pueden tener algo parecido?».
No se engañan: dan este 2019, año electoral, «por perdido». Pero tampoco se rinden y quieren pensar en el futuro. «Se ha hablado mucho de planes estratégicos de las artes escénicas y se ha aprobado el desarrollo de cuatro: Gijón, Mieres, Avilés y Oviedo. Por ahora, sabemos que Gijón está empezando a trabajar y estamos esperando a que el resto de ayuntamientos hagan lo propio», concluye Luis Alija.
Pero es que , además, exigen a los próximos representantes políticos que salgan de las urnas «una dotación económica acorde a la comunidad en la que nos encontramos para que pueda competir a nivel nacional y por eso es necesario un plan estratégico que marque las líneas de trabajo de 2020 a 2024. Es hora de que las artes escénicas sean tomadas en serio de una vez por todas».
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