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Charlie Watts, en una actuación de jazz. F. W. L - Alamy Stock Photo
Los Stones tenían corazón de jazz

Los Stones tenían corazón de jazz

'Anthology'. Un doble álbum rinde homenaje a una faceta desconocida del baterista Charlie Watts, que tenía una carrera musical paralela

Lunes, 24 de julio 2023, 00:53

El baterista de los Rolling Stones sabía de música, y mucho. Tras su aparente aburrimiento al tocar con la banda de Mick Jagger el repertorio habitual durante décadas -inspirado en parte en el blues primigenio-, existía un profundo conocimiento de los ritmos y el compás que ponía a prueba -y aprobaba con notable- en una faceta poco conocida, la del músico de jazz. «Yo no amo el rock and roll. A mí me encanta el jazz», dijo en una entrevista. En este género difícil de digerir para los profesionales del pop o el rock, por sus florituras e improvisaciones, Watts dibujaba figuras con un ritmo interior que nunca se perdía.

Ahora que se cumplen dos años de su fallecimiento, acaecido en agosto de 2021 cuando iba a cumplir 80 años, la discográfica BMG reconoce este talento casi desconocido para el gran público y edita el doble álbum 'Charlie Watts. Anthology', con una selección de los temas más difíciles, y hermosos, con una energía singular.

En un lugar especial de la discografía del Stones, y de esta recopilación, está Charlie Parker, el inventor de una revolucionaria forma de concebir el jazz, que junto a Dizzy Gillespie dio forma al 'bebop'. En la BBC aseguró que el primer disco que compró era de Gerry Mullingan y después uno de Parker, dos padres del jazz moderno. «Todavía me encanta. Sigo escuchando los mismos discos que entonces».

Hombre de buen gusto, y con la necesidad de demostrar también su respeto por los grandes maestros del género, daba un toque propio -una reescritura que diría Charles Mingus-, a clásicos de las 'big bands'. Por ejemplo, 'Stomping at de Savoy', de Benny Goodman y Chick Webb, es la elegida para abrir el tributo, una canción que durante los años veinte hacía bailar a los norteamericanos en pistas que podían tener hasta mil metros cuadrados, como el local de Nueva York que daba nombre al tema. Quizás fuera esa época la que Watts, un inglés de traje y corbata, alejado de los exabruptos y excesos y aire melancólico, sentía más suya, a pesar de haber roto las tradiciones con la agrupación a la que perteneció desde 1963.

Portada del álbum 'Anthology' (BMG), que rinde tributo a Charlie Watts. R. C.

A las melodías de grandes orquestas de esa época de oro, contenidas en el primero de los dos LP de elegante diseño, Watts las repleta de sorpresas para el melómano, como ya hicieran en su momento Dave Brubeck, Miles Davis o Bill Evans con esos mismos temas. Sólo que Watts se reserva para sí solos y silencios que dialogan con los vientos y las teclas, y que le dejan en un lugar destacado entre Jack DeJohnette y Mark Guiliana, aunque seguramente hubiera preferido que le compararan con Roy Haynes, al que hace su propio homenaje, en el surco 'Reprise'.

Lo que comenzó siendo probablemente una afición, pasó a otro nivel, con el que Watts, reacio a utilizar las grandes baterías que el 'glam rock' puso de moda, demostró que era un 'jazzman' de primera línea. A principios de los noventa formalizó ante la audiencia un quinteto, con piano, saxofón, trompeta y contrabajo, con el que giró por reputados platós y salas pequeñas de concierto.

La magia que hacía con sus baquetas, más allá de lo que se escucha en '(I Can't Get No) Satisfaction', 'Jumpin' Jack Flash' o 'Brown Sugar', la imprime en temas de jazz contemporáneo de aquellos artistas que definieron lo que sería la escena actual. Empieza el segundo disco de 'Anthology' con una de Chet Baker -personaje más autodestructivo que Keith Richard- y sigue con canciones popularizadas por Billie Holiday como 'Good morning heartache' o por Duke Ellington, como 'Take the A train'.

Veinte años de swing

El doble álbum, acompañado de un ensayo sobre el jazz de Watts, es un compendio acertado de veinte años de carrera paralela a los Stones que deja piezas magníficas con las que Watts se deleitaba en toques en vivo, como el que dio en el Luz de Gaz de Barcelona en tiempos más recientes, con su proyecto 'The magic of Boogie Woodie', en formato trío, con piano y contrabajo.

El primer miembro activo en morir del grupo sacó cuatro álbumes bajo su firma, entre 1991 y 1996. De puro jazz fueron 'From the Charlie' y 'A tribute to Charlie Parker with strings', a los que siguieron 'Warm & tender' y 'Long ago and far away', más líricos y melódicos, de suave 'smooth', no tan asombroso como los anteriores, pero donde reflejó su gusto por los arreglos sinfónicos y los conciertos con decenas de músicos en el escenario.

En 2001, sin embargo, volvió al origen, grabando en directo además, en 'Watts at Scott's' (BMG). Con él eran doce músicos en una sala de Londres para ejecutar temas de Ellington, Thelonius Monk o Davies, y de aquí salen algunos surcos que reúne el nuevo lanzamiento. Detrás de las imponentes personalidades de Jagger y Keith Richards, Watts cumplía con giras interminables por plazas multitudinarias, pero sacaba tiempo para el jazz, con un estilo casi invisible que guiaba al resto de los Rolling Stones.

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