«Si siempre haces lo mismo te estancas porque la vida y el arte avanzan»

-¿Cómo define el espectáculo?

-Es una historia de amor eterno. La hemos querido contar de una forma diferente a lo que es usual en la danza, más cinematográfica: se cambia de tiempo y hay efectos sorpresa. Utilizamos las artes audiovisuales para mostrar en la pantalla imágenes del pasado para descubrir qué es lo que ocurre a la pareja que vemos en escena.

-Ese pasado y la música remiten a los 60. ¿Cómo ha sido bailar con Les Ronettes o Edith Piaf?

-Todo se puede bailar y te lleva a una dimensión diferente, la misma coreografía se puede hacer con música clásica o, como en este caso, de Ben E. King o Ronettes. Es la magia del arte y lo que quisimos hacer con estos temas atemporales. La gente joven las conoce por el cine de clásicos como 'Grease' o 'Dirty Dancing' y es lo que escuchaban nuestros padres en su juventud. Es un guiño a esas generaciones.

-Su anterior trabajo, 'Fordlandia', lo crearon separados por el confinamiento ¿Cómo ha sido este reencuentro en las tablas?

-A pesar de la distancia física 'Fordlandia' fue una experiencia muy enriquecedora porque hasta entonces éramos bailarines a los que se nos daban los roles y esa era la primera vez que creamos desde la primera idea un espectáculo. La pandemia fue dura, pero en los huecos que nos dejaron las cancelaciones, creamos a la vez 'In the Still of the Night' escuchando esa música que suena en ella. Disfrutamos muchísimo dando forma a ambos ballets.

-Por este nuevo ha recibido un Premio Max.

-Fue un honor, he recibido muchos premios, pero este fue como si en vez de ser para una se lo dan a tu hijo y así sentimos que son estas piezas que hemos vivido todo el proceso y cada decisión ha sido nuestra. Fue muy emocionante.

-¿Más en un país donde la danza sigue siendo la niña pobre?

-En los 33 años que llevo encima de un escenario la situacion en España desgraciadamente no ha cambiado mucho. La danza debe ser necesaria porque es nutrición para el alma, es cultura y no debería estar condicionada a qué partido político esté en el Gobierno. Aquí hay muchisimo talento, cantera, bailarines maravillosos que están trabajando en el extranjero, y al mismo tiempo se ha creado una especie de círculo vicioso, los que se quedan tienen un monopolio que no deja que la cosa avance.

-¿El flamenco pesa demasiado en ese 'sistema' frente a la clásica o la contemporánea?

-Es una percepción bastante exacta y es una comodidad para el Gobierno: tenemos el flamenco, es marca España y lo que se conoce afuera. Con eso parece que marcan ya la casilla de sus obligaciones con la danza. Pero flamenco, clásica, contemporánea son puntos diferentes y unos pueden nutrirse de los otros. Mientras no consideremos que somos todos danza no vamos a tener fuerza para darle la importancia que merece.

-Su carrera está marcada por los retos.

-La vida es una constante evolucion y como artista siempre he querido experimentar, eso hace que después de tantos años bailando puedas seguir sorprendiendo en el escenario. Si solo haces lo mismo te estancas porque el arte y la vida avanzan, no puedes ir contra eso. El reto más estimulante es ofrecer al público algo nuevo, que no se espera.