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De pie, Fulgencio Argüelles y Carlos Iglesias, del restaurante La Panoya. Sentados, Enrique Maojo, Andrés Presumido, Manuel García Paz, Víctor Manuel y Llonguera. JESÚS MAUEL PARDO
Rozalén y Beatriz Romero se llevan el premio Serondaya de las artes 2019

Rozalén y Beatriz Romero se llevan el premio Serondaya de las artes 2019

La artista y la intérprete de su música en lengua de signos que la acompaña ven así reconocida su lucha en favor de las minorías a través de la música

M. ROJO

GIJÓN.

Viernes, 13 de diciembre 2019, 01:29

Se trata de mucho más que gestos. Desde hace años, junto a la artista albaceteña Rozalén, una de las estrellas más fulgurantes de la canción en España, aparece en el escenario Beatriz Romero. Aunque su nombre no es tan conocido, forma ya parte de una firma, de un modo de hacer las cosas en el que fueron pioneras: una lucha en favor de las minorías a través de la música que ahora se ve reconocida con el Premio Serondaya a la Innovación Cultural 2019, en la categoría de Artes. El jurado, integrado por Enrique Maojo, que ejerció de presidente, el cantante Víctor Manuel San José, el escultor Llonguera, Andrés Presumido, Juan Gona, Lucía Alperi, Íñigo Noriega y Manuel Paz, actuando como secretario, con voz y sin voto, Fulgencio Argüelles, acordó ayer en Cenera concederles el galardón «por su novedosa manera de contar la música y de entregarla a un público de personas sordas, antes excluidas, protagonizando una recreación que permite la traslación a gestos de sentimientos e imágenes poéticas». Además, el jurado valora «la presencia en sus músicas de un necesario activismo social y de una defensa, a través de la música, de los derechos de las minorías y comunidades más desfavorecidas».

Rozalén y Beatriz Romero son uña y carne, compañeras en el escenario y amigas desde hace ocho años. Romero se considera una parte más del espectáculo y asegura que su trabajo no consiste en una traducción literal de la letras de las canciones, sino en una recreación que permite la traslación a gestos de sentimientos e imágenes poéticas.

De una timidez cerval, hasta ella se asombra de que un día hiciera caso a Rozalén (a la que cita siempre por su nombre de pila, María) para dibujar en el aire sus estrofas.

Si Rozalén es capaz de erizar la piel con sus quejíos y su música intimista, Beatriz Romero tiene otro don, el de comunicar con grandes dosis de profesionalidad, simpatía y una puesta en escena llena de ternura y expresividad. Forman un dúo coordinado, preciso, perfecto...

«Para mí es importante expresar lo que María siente con la canción y el sentimiento que transmite la música, ya sea alegría, pena, sorpresa... Tengo la suerte de que le puedo preguntar a ella directamente lo que quiere decir. Con todo eso intento buscar la manera más poética de hacer justicia a lo que ella quiere contar», cuenta Romero.

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