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Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta, ayer, sobre las tablas del avilesino Teatro Palacio Valdés. FOTOS: MARIETA
Risas y drama, de estreno absoluto

Risas y drama, de estreno absoluto

Carlos Hipólito y Mapi Sagaseta demostraron su gran magisterio sobre las tablas del Palacio Valdés con la tragicomedia 'Rita'

AZAHARA VILLACORTA

AVILÉS.

Sábado, 12 de septiembre 2020, 00:22

Poco a poco, los teatros van levantando los telones y, con ellos, la cultura vuelve a ser alimento para espíritus hambrientos que viven mucho más que de series de Netflix y sofá. Un camino que ayer emprendió el avilesino Teatro Palacio Valdés con su aforo reducido, aunque por todo lo alto, porque era el estreno absoluto de 'Rita', la última obra bajo la batuta del argentino Lautaro Perotti, en la que Carlos Hipólito -enorme- y Mapi Sagaseta demostraron su gran magisterio sobre las tablas con la complicidad añadida de quienes llevan casados un cuarto de siglo.

Juntos pisaron de nuevo un escenario tras el estallido de la pandemia como en «un sueño» para interpretar a dos hermanos opuestos, Julia y Toni, que se enfrentan a un doble dilema: por un lado, el implacable deterioro de su madre, aquejada de Alzheimer, a quien tendrán que acompañar en su doloroso tránsito, y, por otro, el sacrificio de una perra por un veterinario que recomienda eutanasia. Las dos de nombre 'Rita'. Y todo eso provoca que ambos se replanteen sus vidas y sus relaciones en un viaje que incluso quizá les convierta en mejores. Pero, como en la misma vida, la tragedia suele salpimentarse con comedia y la crueldad con humanidad, ahondando en esa clase de asuntos que a todos interpelan: de la fragilidad a la muerte en una sociedad que prefiere vivir de eufemismos que enfrentarse a la cruda verdad pasando por la incapacidad de soltar a nuestros seres queridos.

De modo que, tras ese humor que destila el delicioso texto de Marta Buchaca, sin más escenografía que unos focos, un par de sillas, un transportín, un rectángulo y unos paneles, hay una carga de profundidad directa a la butaca del espectador. Una de esas obras redondas en las que la inmediatez de la carcajada da paso a una reflexión de largo aliento que, pese a las mascarillas, la recomendación de no toser y el metacrilato entre palcos, el público premió con 'bravos' y una prolongada y emocionante ovación con el sabor de las primeras veces mientras sonaba 'Fly me to the Moon'. Teatro en estado puro capaz de ensimismar para una buena temporada. Hoy -misma hora y lugar- vuelve a alzarse el telón.

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