Los restos de la Campa Torres acumulados en cajas desde 1978 serán documentados de nuevo

¿Su misión? Reorganizar el contenido de más de 500 cajas que contienen 16 enormes palés, depositados en uno de los almacenes del museo que da visibilidad a los contenidos del yacimiento. Además de esas cajas, también se aprovechará para documentar el contenido de otras diez, depositadas en el Museo Arqueológico tras el fallecimiento de José Luis Maya, uno de los encargados de las primeras excavaciones, así como las piezas que ya están en exposición, tanto en el Museo del Parque Arqueológico-Natural de la Campa Torres como en el propio Museo Arqueológico de Asturias, en Oviedo.

Unos restos cuyo tratamiento no está exento de polémica. Fue en marzo de 2009 cuando miles de piezas arqueológicas –8.322 exactamente, en 330 cajas en mal estado– aparecieron en una especie de búnker en el Museo Arqueológico de la Campa Torres. Estaban en un almacén tapiado y habían quedado en el olvido. Todos esos restos son fruto, junto con muchos otros, de las excavaciones realizadas en el parque por Francisco Cuesta –después director del Museo Etnográfico de Grandas de Salime, cargo en el que sustituyó a Pepe el Ferreiro en otra comentada polémica– y el ya fallecido José Luis Maya.

Ya en 2000, Cuesta denunció, así consta en una carta, las condiciones en las que el museo gijonés conservaba las piezas, pero nadie hizo caso, como ha quedado comprobado, a su llamada de atención. Nueve años después, la aparición de este enorme muestrario de piezas prerromanas hizo estallar una disputa política, hasta el punto de que el PP local interpuso una denuncia en la Fiscalía por presunto «expolio» que quedó archivada. El fiscal vio delito, pero estimó que había prescrito. Mientras, la Fundación Municipal de Cultura anunció a través de este diario que los restos pasarían a formar parte de la exposición permanente del museo una vez catalogados y estudiados. El PP insistió en depurar responsabilidades por un descuido con el patrimonio histórico que consideran «escandaloso», y no es hasta ahora, 12 años después de aquel hallazgo, que se afronta un plan ambicioso para reorganizarlos, reordenarlos y estudiarlos.

Quien se haga cargo del contrato deberá reagrupar por sectores todo el material, hacer un inventario y clasificarlo, para crear una base de datos. También deberán elaborar dibujos y tomar fotografías del material más relevante, así como embolsar y etiquetar todos los restos, para realizar al final un estudio global del material, con especial incidencia en el periodo romano. Finalizados los trabajos, deberán redactar una memoria de actuación para presentarla al Servicio del Patrimonio de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias.

Un plan que viene de la mano de un ambicioso proyecto de recuperación para el castro, que comenzará este mismo año y para el que hay destinados otros 400.000 euros. La idea es utilizar georradares para analizar el subsuelo en busca de elementos que aún no hayan sido sacados a la luz.