La reina de Tiffany que amó el arte de Navascués

Nacida en Florencia en 1940 en el seno de una familia acomodada, con un físico espectacular y una elegancia innata, siempre quiso ser libre y dejó plantado a un novio millonario a quince días de la boda. En 1968 llegó a Barcelona, vivió la vida y la noche, posó para Salvador Dalí, se enamoró del escultor Xabier Corberó y más tarde se fue a Nueva York. Modelo de Halston y Giorgio di Sant Angelo, etapa que retrata la serie de Netflix, Warhol, Liza Minelli, Mick Jagger y Helmut Newton, que la fotografió de 'conejita' Playboy con pelo corto en 1974, eran sus amigos.

Ella ya diseñaba joyas pero de la mano de Tiffany se convirtió precisamente en una de las creadoras más destacadas en el universo de la joyería. Viviría durante los años setenta a caballo entre Nueva York, Roma y Sant Martí Vell, el pequeño pueblo de Gerona en el que murió y el que hizo su hogar, rehabilitándolo y dándele su magnífico aspecto actual. Fue entonces cuando entabló amistad con José María Navascués. Sostiene Mercedes Menéndez, que ultima una tesis doctoral sobre el creador nacido en 1934 y fallecido en plenitud artística en 1979, que fue a través del artista argentino afincado en España Adolfo Estrada como ambos entraron en contacto. Y prueba de la buena relación de amistad que mantuvieron es la premura con la que Peretti, nada más saber que se estaba realizando una tesis doctoral sobre su figura, quiso atender a su autora. «Lo apreciaba mucho», confirma Mercedes Menéndez, que recuerda que el proyecto para rehabilitar el pueblo medieval de Girona incluía residencias de artistas. Y Navascués iba a ser uno de los primeros. «Iba a trasladarse allí, al menos temporalmente, había incluso contactado con un ebanista de la zona», explica la investigadora.

En el archivo que conserva el Museo Casa Natal de Jovellanos figuran elementos que conducen a que su relación se adentró también en el terreno profesional. De hecho, trabajaron juntos para crear una colección de mobiliario. La propia Peretti, en una entrevista con 'La Vanguardia' publicada en 1987 con la que dio Menéndez para su tesis, lo confirmaba ante al pregunta del periodista sobre si no le tentaba el mundo del mobiliario: «Tenía algunos proyectos para trabajar con mi amigo Navascués, que trabajaba muy bien la madera, pero murió», reconocía entonces, cuando se inauguraba en Cadaqués una exposición de joyas y objetos creados por ella.

Entre los papeles de Navascués, hay anotaciones para recordar que tenía que «llamar a Elsa Peretti» y hay también dibujos que podrían corresponder con esa línea de mobiliario en la que trabajaban juntos y no llegó a buen puerto por la temprana muerte del escultor. «Hay unos diseños de silla que estoy casi segura de que corresponden a esa colaboración con Elsa, dibujadas con respaldos muy singulares y conectados con las esculturas de esa época», explica Mercedes Menéndez.

Sabe la investigadora que Peretti conservaba obra de Navascués, entre ellas una caja con una rosa, una escultura de la serie 'Madera más color' e incluso una acuarela de la Torre dell'Avvoltore, que se halla en la península del Argentario, en la costa toscana italiana.