Con la muerte en los talones
Es original la propuesta de la Temporada de Ópera de aunar dos obras tan contrastantes entre sí como 'Il tabarro' y 'Gianni Schicchi'
RAMÓN AVELLO
Lunes, 9 de octubre 2023, 02:06
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RAMÓN AVELLO
Lunes, 9 de octubre 2023, 02:06
Cada ópera del 'Tríptico' de Puccini se suele representar asociada a otra ópera en un acto de Leoncavallo ('Pagliacci') o Mascagni. Es poco frecuente dos de estas óperas breves de Puccini seguidas, e insólito la representación en una función, de las tres óperas. En este ... sentido, es original la propuesta de la 76 Temporada de Ópera de aunar dos obras tan contrastantes entre si como son 'Il tabarro' y 'Gianni Schicchi', en la que tal vez el único punto de conexión temática sea la muerte, y que, sin duda, constituye un tour de force para los principales intérpretes, obligados a pasar en un vuelo de la tragedia a la comedia. Sin duda, Puccini poseía una inspiración tan variada y esplendorosa que le permitía la proeza de combinar tan diferentes estilos.
Lo primero que debemos elogiar es la dirección, en las dos obras, de José Miguel Pérez- Sierra al frente de Oviedo Filarmonía. En 'Il tabarro', la sonoridad impresionista, la fluidez del primer leitmotiv que simbolizaba las aguas del Sena, la tensión dramática manifestada por cambios de volumen, y especialmente la riqueza tímbrica en la que los colores orquestales se combinaban con sonidos concretos -sirena, bocinas, organillo renqueante por esas octavas disminuidas en la escena del vals- perfectamente hilvanados en la sonoridad sinfónica de la obra. En 'Gianni Schicchi' Pérez-Sierra llevó a la orquesta a una flexibilidad rítmica, dentro de una sonoridad camerística, clave para el desarrollo de la ópera. Por cierto, el motivo perenne que domina la obra, que se retrasa y aligera, se ensancha y adelgaza, no está muy lejos del que utilizó Bernard Hermann para ilustrar las peripecias de Gary Grand en 'La muerte en los talones', la película dirigida por Alfred Hitchcock. La OSFIL y el Coro de la Ópera de Oviedo (Coro Intermezzo), que interviene solo en la primera ópera, siguieron con fidelidad las directrices de Pérez-Sierra, con un magnífico resultado sonoro.
La dirección escénica de Paul Émile Fourny, correcta pero algo anodina. A 'Il tabarro' se le puede achacar que «manca fineza», sutileza en el drama, que, aunque sea crudo no es tan tenebrista. Y sobra, en Gianni Schicci algo de barullo y esperpento. Por cierto, a la encantadora Lauretta poco le beneficia ese look de pocera camino del desatasco. Puccini simboliza en este personaje y su novio la inocencia que al final absuelve del infierno a Schicchi. Tanto ella como Ruggiero deberían cambiar el atuendo
Es admirable que José Antonio López haya interpretado con ese dramatismo vocal de barítono spinto el papel de Michelle, y un poco más allá en el tiempo, dé vida al pícaro de Gianni Schicci, prototipo de barítono cómico. En 'Il tabarro' José Antonio es un prototipo de la violencia soterrada, los celos extremos producidos por el amor. 'Nulla! Silenzio!' es un soliloquio tan terrorífico, por lo que vendrá luego, como conmovedor, porque nos adentra en las profundidades más oscuras del alma humana. Como Gianni Schicchi, descubrimos no solamente una vis cómica natural y sin forzar, sino también las más ricas variedades sonoras de la voz de barítono.
Beatriz Díaz no solo posee una voz lírica bellísima, sino que la sabe utilizar. En 'Il tabarro', nos encantó ese tono melancólico, algo apagado que ya se manifiesta en el aria 'E ben, altro il mio sogno'. Sus sueños eran otros. También encontramos reflejos de Tosca en sus dúos, expresivos y contundentes. En 'Gianni Schicchi', el eje central de su rol es convencer a su papaíto para que le ayude en su aria, bien anunciada por la orquesta 'O mio babbino caro'. Tal vez en algunas de las funciones habrá bis. La cantante asturiana se lo merece, y el público disfrutaría.
Azer Zada es, en 'Il tabarro', un Luigi sin vuelo vocal. Algo mejor en el papel de Ruggiero, de 'Gianni Schicci'. Su voz estuvo corta y débil, para un tenor protagonista, aunque hay que reconocer un timbre muy lírico en su registro central.
Si la memoria no me engaña, la primera vez que escuchamos a Ana Ibarra en Asturias fue en el' Stabat Mater', de Dvorak en el concierto de la Semana Santa de cinco o seis años antes de la pandemia. Es una mezzo que vale para un roto como para un descosido, pero que hace oro todo lo que canta. Excelente su construcción de Frugola la trapera de 'Il tabarro'. Simpática, suelta y segura como Zita, la prima del difunto en 'Gianni Schicchi'. Bella voz en variedad de papeles.
El resto del elenco, siempre correcto. Desde el algo cansado Miguel Ángel Zapater, a Marina Pardo, muy destacada como 'La ciesca', en 'Gianni Schicchi', Laura Braso, y Josep Fadó. Todos ellos, secundarios de lujo que han sabido sostener estas óperas en un acto de Puccini.
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