A. VILLACORTA
GIJÓN.
Jueves, 19 de abril 2018, 00:18
«Vergüenza». Esa es la sensación que podrá experimentar «cualquiera que vea cómo está la entrada a Tito Bustillo», carga la alcaldesa de Ribadesella, la forista Charo Fernández. Porque el rosario de desperfectos que recibe al visitante en la cueva riosellana, incluida por la UNESCO ... en 2008 en su selecto listado de Patrimonio Mundial, «resulta horroroso», en palabras de la regidora: «Goteras, techos cayéndose, incluso un cacharro de plástico al lado del mostrador de acceso para recoger el agua, manchas de humedad por todas partes...».
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Pero la primera imagen que quedará fijada en la retina al visitar esta joya del arte paleolítico mundial -de cuyo descubrimiento se cumple ahora medio siglo- no es más que la punta de un iceberg que preocupa a los expertos. Empezando por el director de la cueva, Alfonso Millara, quien ha denunciado que el yacimiento corre un serio riesgo de «no llegar a celebrar su centenario». Un peligro agravado por tres factores: los purines que arrastra el río San Miguel, que recorre la cueva, las raíces de los eucaliptos que colonizan el macizo de Ardines y el elevado número de visitas que soporta.
Así que Millara propone tres actuaciones de urgencia para evitar una catástrofe patrimonial de primer orden: sanear la cuenca del río, «que recoge de todos los purines de las granjas de la zona, además de los residuos de casas rurales y viviendas particulares»; eliminar los eucaliptos, «cuyas raíces entran en la cueva y absorben la humedad», y revisar el régimen de visitas, «ya que todas se dirigen al panel principal, que no respira y que tiene gran concentración de dióxido de carbono». Y esa misma preocupación llevará hoy al parlamentario popular Pedro de Rueda a interpelar de urgencia al Gobierno del Principado en el Pleno de la Junta General.
De Rueda esgrime estudios como los elaborados por los profesores Fortea y Hoyos Gómez, que ya en los años noventa alertaron de la filtración de aguas fecales y residuales para reclamar que «el Gobierno regional debe actuar ya para proteger una cueva muy frágil y única en el mundo. Tanto, que miles de años de antigüedad pueden tardar muy pocas décadas en destruirse si no se toman las medidas adecuadas. Y nosotros creemos que no se están tomando. Así que, si nada se ha hecho, lo normal es pensar que la contaminación ha ido a peor, toda vez que hay más actividad humana».
También en el río San Miguel, en su polución y sus crecidas, tiene la vista puesta el Consistorio riosellano desde hace años, apunta su actual alcaldesa, quien recuerda que «estamos ante un espacio excepcional al que pretendemos proteger con cientos de leyes y reglamentos del Principado, el Estado y la Unión Europea y resulta que no hay saneamiento en la zona y tampoco tienen ninguna intención de hacerlo».
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Así que, visto lo visto, Charo Fernández se pregunta si «esta es la colaboración entre administraciones de la que hablan. Porque yo no la he visto todavía», ironiza. «Deben ponerse de acuerdo y tomar medidas porque, de lo contrario, lo más probable que la cueva se muera», abunda Millara. Y mientras De Rueda reclama «que el Principado se tome en serio Tito Bustillo como se toman Altamira en Cantabria o como lo hacen en Francia, donde sus cuevas están blindadas y se construyen réplicas con las últimas tecnologías para los visitantes», el Gobierno regional niega la mayor. Aseguran que «no les consta» que, como denuncian los populares, «las filtraciones de aguas contaminadas están restando brillo a las pinturas».
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