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Siempre unidas música y letra, poesía y melodía. Cuando la lectura no era un acto íntimo, sino colectivo, debían las palabras llegar acompañadas de música. Desde siempre, desde Grecia, Roma y hasta hoy en los tiempos del trap y el reguetón. Poex, que arranca hoy en Gijón, se rinde a esa evidencia y dedica su programa, que se prolongará hasta el 23 de marzo, a analizar las relaciones cómplices que siempre han existido entre ambas. Es el músico Igor Paskual quien hoy, a las siete de la tarde, arranca ese viaje evocador y mágico con una conferencia que lleva por título 'La letra con música entra. Ecos literarios en el pop español'.
Parte de la Odisea y la Iliada y llega a C Tangana, menciona las polémicas continuas de los siglos XVI, XVII y XVIII sobre si importaba más la música o la letra para contar que no hemos inventado nada, que seguimos mantienendo las estructuras de antaño, con su estrofa, estribillo y versos de vuelta. Mírese el caso del zéjel andalusí y entiéndase que todo está en la historia: «Es un producto híbrido de andalusíes, tiene partes en árabe hispánico y luego se mezcla con lenguas romances, esto es lo que hace la gente del trap, que canta en castellano pero mete expresiones del inglés, porque también tienen una cultura híbrida», señala Igor Paskual, que acudirá, guitarra en mano, para presentar al público su conclusión: «El texto no funciona igual si es para ser leído o para ser escuchado». Y he aquí un ejemplo muy fácil de entender: «Yo sostengo que Leonard Cohen no debería tener el Premio Príncipe de la Letras, sino el de las Artes, porque el texto sin su voz, sus melodías, no resulta merecedor del galardón». Más fácil de entender todavía. Lean: «Auamba buluba balambambú». Nada dice, nada aporta, nada evoca, nada mueve. Escuchen ahora a Little Richard y se les removerá el alma y el cuerpo entero.
Así de sencillo. Pero la música no es sencilla en absoluto y es un territorio plagado de deudas pendientes con el pasado, aunque a veces no resulten evidentes. Vamos con ejemplos: en Burning, en la chulesca voz de Toño Martín advierte Igor Paskual los sonidos del chotis. Pónganle el tono chulapo a «qué hace una chica como tú en un sitio como este» y ríndanse a la evidencia. Pero es que la celebérrima 'Cruz de navajas' de Mecano es un romance de tintes lorquianos en su léxico, aunque no en su métrica. Y 'Una rosa es una rosa' es claramente, en cuanto métrica, un romance, aunque solo en las estrofas. Alaska tiene también su alma de copla y de cuplé. ¿No podría la mismísima Concha Piquer cantar ¿a quién le importa lo que yo haga, a quién lo importa lo que yo diga? «Tenemos mogollón de ejemplos de esas raíces literarias, por nuestra manera de acentuar», revela Paskual, que ve también otro género literario, como es el de la crónica taurina, en las letras de Jaime Urrutia para Gabinete Caligari. 'La culpa fue del chachachá' no admite discusión.
También toman forma sobre el papel, pero es cuando suenan cuando se entienden, cuando toman vida. Cualquier lugar es bueno para escribir.Igor Paskual se sirve aquí de las hojas de un hotel para componer. Y Leonard Cohen, cuando dio forma a su mítica 'Suzzane' lo hizo sobre un papel en blanco que hoy ya amarillea y dando diferentes formas a las estrofas.
Las poéticas de la música conducen a muchos lugares y a muchos nombres propios, que pueden ser grandes letristas y no grandes poetas o ambas cosas a la vez o viceversa. «Todos los nombres más obvios, como Serrat o Sabina, que tienen un calado literario enorme y que obviamente tienen grandes canciones, a mí me parece que son más reconocidos por las letras que por el todo, pero Antonio Vega, que era un enorme letrista, está reconocido por el todo de la canción», acota. Ahí está el quid de la cuestión, la diferencia, el conjunto, la conjunción, la perfecta fusión.
Pero no coloca al añorado músico en el número uno de su top de autores capaces de aunarlo todo con maestría. Esa posición es para un asturiano: Jorge Ilegal. Advierte Paskual en él los versos de Kaváfis. «Jorge me parece superior a Antonio Vega porque tiene canciones ultra violentas y ultra tiernas, y Antonio solo esa parte introspectiva, de modo que Ilegales tiene un recorrido por el espectro emocional del ser humano que es mucho más amplio». Tulsa, Jaime Urrutia y Martí Perarnau se suben a este particular escalafón.
Se puede destripar la música y advertir herencias, pero nunca se podrá dar con la fórmula perfecta: «Mira Nacho Vegas, que llega y parte los versos donde le da gana y acentúa como quiere y ha creado un estilo propio». No hay normas. Ni estilos buenos o malos. Hay malas letras de rock'n'roll y hay magos como Carlos Segarra, de los Rebeldes, capaz de llevar un tema de rock de los cincuenta al castellano con armonía absoluta pese a lo anglosajón de su origen, o José Manuel Casañ, de Seguridad Social, que en 'El viajero' logra empezar con todas las preposiciones cada uno de los versos de la canción, o Germán Coppini, de Golpes Bajos, «el Morrisey español», que crea una suerte de realismo mágico gallego al grito de «no mires a los ojos de la gente» o cantándole a una cena recalentada. O Corcobado o Pauline en la Playa o Nosotrash, que inventaron el popema...
El viaje poético y sonoro es múltiple y llega a un hoy con grandes nombres a destacar: «C Tangana es un letrista del copón, que con pocas frases condensa todo lo quiere decir, sus frases son casi como un golpe de tuit», señala Paskual.
Las letras, en cualquier tiempo o género, son buenas, malas o regulares. No hay más. Y si alguien «vende 80.000 entradas en el Estadio Azteca es que algo tiene que contar». Si conecta, conecta. Si funciona, funciona. De eso va la música. Ahora y en el Medievo. Cada músico responde a un momento y a unas circunstancias que le ha tocado vivir: «El trap tiene un gran poder evocador en los chavales. Encuentro que ellos sienten una conexión emocional muy fuerte con esa música, porque es una generación que ha vivido varias crisis seguidas, que ha tenido más problemas mentales y de ahí esa manera de cantar casi angustiosa, robótica; en los ochenta era más ampulosa porque representaba una época de optimismo, de renacimiento».
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