No pasa nada. Nunca...

María José Vargas-Machuca. La galería gijonesa de Bruno Trelles acoge la exposición 'Discusiones bizantinas', en la que la artista malagueña juega con los absurdos

Ana Ranera

Gijón

Viernes, 15 de diciembre 2023, 01:08

Google dice, en su inabarcable sabiduría, que una discusión bizantina es aquella que es demasiado estéril, que sirve para poco. Y, en estos tiempos en ... los que muchos artistas dan todos los significados posibles a sus obras, María José Vargas-Machuca eligió despojar a las suyas de misterio y las reunió bajo el sorprendente título de 'Discusiones bizantinas'. Esta exposición la conforman sesenta piezas que estarán hasta el 8 de enero, en la galería gijonesa Bruno Trelles, y que llaman la atención por su variedad, pues lo mismo uno se encuentra con dibujos de pequeño formato que se despista mirando libros de artista y arte textil.

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De todo un poco para conocer a esta malagueña que se deshace en sangre, sudor y lágrimas de óleo. «Esta muestra es un juego en el que la artista busca la complicidad del visitante, a través de los cuadros, libros pop-up, arte textil y libros de artista», explica el propio Trelles.

Va más allá, sin embargo, María Eloy-García, una poeta que, para colmo, es hija de la pintora y la aplaude orgullosa por «exponer el absurdo de una discusión bizantina, el triunfo de las cosas por el aire, el día internacional de las cosas cogidas por los pelos y el día de la gloriosa nada». Porque esta muestra, si por algo se caracteriza, es por prestar atención a esos momentos que parece que no valen nada y que, en demasiadas ocasiones, preferiríamos que ni siquiera hubieran existido. «Esta exhibición recoge los saludos a la persona equivocada y ese pequeño rubor; el día del ruido del agua por el sumidero, de los pelos que nos caen de una vez para siempre, de las pieles muertas», enumera.

Absurdos a raudales que son fáciles de encontrar en casi cualquier situación y que se quedan, a veces -por desgracia- grabados en la cabeza. «Esta exposición enseña la terrible inocencia del día de morirse sin nada que hacer, el día del aburrimiento supino, el día que treparemos por los árboles o por las centrales eléctricas para la ejecución», reflexiona Eloy-García.

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Un panorama anodino, un Bizancio en el que «nada sirve para nada», pero el arte sirve para el deleite y para que María José Vargas-Machuca lleve a los espectadores de su obra a quedarse pasmados ante elementos variopintos. Imágenes religiosas, flores enfadadas, abejas con cara de niño y bebés con cuerpo de escorpión.

Muchos colores, muchos brillos y muchas flores que salpican las paredes de esta galería gijonesa, desde ayer hasta que estas navidades llegue la exposición a su final y el absurdo vuelva a esconderse en el estudio de la malagueña.

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