ALBERTO ARCE
Miércoles, 27 de febrero 2019, 00:23
La ortografía, sin complejos ni escondites, llegó ayer a Oviedo para desmentir tópicos con humor y buena letra. Esos fueron los ingredientes de la conferencia que ofreció en el Espacio Circus de Oviedo el académico Salvador Gutiérrez (Bimenes, 1948), responsable del departamento 'Español al día' ... de la Real Academia Española (RAE) y miembro del consejo asesor de la Fundación del Español Urgente, la Fundéu BBVA. Una disertación que, bajo el título '¿Están locos estos académicos?', transportó a los asistentes a las aulas de una facultad de Humanidades. Sin que faltase la rigurosidad filológica, arrancó la carcajada en más de una ocasión.
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Eran las ocho en punto de la tarde y el amplio espacio, circular, lucía repleto hasta la última butaca. «Algunos podrán decir que este sitio tiene tanto de discoteca como de senado romano», bromeó Gutiérrez justo al comienzo de su intervención, que se centró, de principio a fin, en argumentar el porqué de todos los cambios que la Real Academia introdujo en su última 'Ortografía', la más controvertida entre usuarios y estudiosos, la de 2010. Esa que suscitó la polémica con reformas tan radicales para algunos como la supresión de la tilde en palabras como 'solo' o 'guion' y la eliminación, por ejemplo, de la mayúscula inicial en los tratamientos de ciertas instancias o personalidades. «Aunque la reina Letizia sea asturiana, y tengo muy buena relación con ella, su título nobiliario se escribe con minúscula inicial», sentenció el académico.
En ese sentido -el anecdótico-, recordó cómo momentos antes del acto de presentación del citado volumen (de más de ochocientas páginas), el 17 de diciembre de 2010, sonó el teléfono. Al otro extremo, relató, se escuchaba una voz que hablaba desde el Palacio de la Zarzuela. «¿Cómo es eso de que 'rey' se escribe con minúscula?», preguntaron. Sencillo, respondió, «porque la mayúscula inicial (la que no aparece a principio de párrafo o tras un punto) sirve para diferenciar un nombre propio de uno común», explicó.
Y así, ejemplo tras ejemplo, pasó del 'exmarido' escrito «todo junto» -si bien eso no lo acerca al cónyuge perdido- a la necesidad de «no adoptar una postura muy conservadora» con los extranjerismos. Aunque ofreció algunas opciones para evitarlos. Por ejemplo, para la manera de sentarse de algunos hombres en los espacios públicos «puede usarse 'despatarre'» en lugar de 'manspreading'.
Luego llegó el turno de preguntas. La recurrente, el lenguaje inclusivo y el futuro de la lengua a ese respecto. «El castellano permite la formación de femeninos», recordó; no obstante, «y aunque haya niñas que quieran ser juez y no jueza, esto es imparable», afirmó. También admitió que la institución «puso freno en muchas ocasiones al avance de las mujeres dentro de ella». «Yo prefiero que haya más mujeres en la RAE, pero no puedo asesinar a mis colegas ni cambiarme de sexo», concluyó el académico en tono jocoso.
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