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M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 11 de diciembre 2022, 01:53
La Lotería se comparte. Lo clama cada año el anuncio que se instala en las pantallas del salón y precede al Gordo de Navidad que llegará con su cantinela habitual el 22 de diciembre. Y cierto es: se divide, se vende, se compra y se ... regala. Y hasta en los museos se conservan esas participaciones que antaño podían ser de una, dos, tres pesetas -incluso menos, diez céntimos por número se jugaban en 1913, hasta alcanzar con diez números la peseta- y que hoy difícilmente son ya de menos de cinco euros. El Muséu del Pueblu d'Asturias, paraíso y refugio de nuestra historia de andar por casa, de lo cotidiano y más cercano que a todos nos apela, conserva también un buen número de participaciones de Lotería, ya sean del Gordo de Navidad o también de otros sorteos, incluso aquellos benéficos vinculados al número agraciado en la Lotería Nacional. Y cierto es que una mirada a esos viejos papeles que amarillean y que solo tienen hoy, ajenos a la suerte ya perdida o ganada, un enorme valor sentimental, nos permite reconocernos a todos, y especialmente a padres y abuelos, aquellos que escribían sobre un papel el número y el portador a quien se le entregaba la posibilidad de llevarse un buen pellizco, aquellos que soñaban periplos de ensueño mientras vendían de casa en casa papeletas para sufragarse los viajes de estudios, aquellos que se ponían a disposición de los clientes en todo tipo de establecimientos comerciales... De los «ultramarinos finos» de la Casa Rodríguez Nuño que en 1922 vendía participaciones de 2,5 pesetas jugando a dos números, al Regimiento de Línea número 32 que se jugaba cincuenta céntimos en 1943, hasta EL COMERCIO, que ya allá por 1913 informaba y repartía fortuna, han pasado años, muchos premios gordos y chicos y un sinfín de vidas.
Han cambiado las monedas, las cantidades y los premios y hoy el WhatsApp se ha convertido en aliado fotográfico y probatorio del reparto, ha variado también la instantaneidad de sentirse ganadores o saber que hay que echar el resto con el Niño, pero la ilusión por compartir no parece que lo haya hecho. También han evolucionado las formas. Porque un vistazo a esas participaciones permite advertir trazos y diseños conformes a cada época. Alegres, sobrios, recargados, sencillos... De todo hay en ese particular viaje en el tiempo que propicia el Gordo que está al caer.
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