PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Sábado, 24 de septiembre 2022, 01:47
Nacido y criado a la orilla del Caudal, «junto al Puente de la Perra», Víctor Manuel seguramente aprendió pronto la verdad de la sentencia de Heráclito de que nadie se baña dos veces en el mismo río. A lo largo de su extensa e intensa carrera ha protagonizado numerosos conciertazos históricos en su tierra, pero tal vez ninguno como el que dio en 1999 con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y el Coro de la Fundación Princesa de Asturias en el Pabellón de Deportes en Gijón. Aquel acontecimiento quedó grabado en un disco igual de memorable. Y aunque ese tipo de momentos, como los baños en el cambiante río de la vida, son difíciles de repetir, hay artistas de la categoría del cantante asturiano que no solo son capaces de revivirlo sino de superarlo. Así se mostró ayer en el Teatro de la Laboral con el rencuentro del mierense con la OSPA y el Coro de la Fundación para volver a poner sobre el escenario aquel recital de hace veintitrés años.
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Con todo el papel agotado para los tres conciertos programados -ayer, hoy y mañana domingo, en distintos horarios-, Víctor salió anoche a dar el alma entera ante su público y ofrecerle, junto al repertorio que cantó en el 99, algunas sorpresas y novedades, que le añadieron frescura y sirvieron para remarcar que el talento sigue vivo. Bajo la batuta del maestro Joan Albert Amargós -la misma que dirigió el recital revivido-, además de la formación sinfónica y el Coro, el cantante contó con la colaboración como solistas de su hijo David San José, al piano, Ovidio López Cabezuelos, en la guitarra, Pablo Carrera a la gaita, Daniel Casielles Suárez en el bajo y Andrés Litwin a las percusiones. El resultado fue una actuación impecable en la que no falló nada, ni, por supuesto, la esperable emoción compartida por los fans que llenaban el auditorio.
Una impresionante ovación recibió a Víctor con el maestro Armagós en su salida y se repitió abreviada al sonar en la voz del cantante los primeros versos de 'Asturias'. El acompañamiento del Coro Princesa y la poderosa sonoridad de la Sinfónica engrandecieron aún más el icónico tema en la contenida garganta de Víctor. Otra joya la siguió, la delicada 'Ayer vite na fonte' y con ese comienzo el listón ya se puso en una altura difícil de sobrepasar. La magia de lo popular continuaría en una suerte de suite formada por : 'Soledá de mi vida', 'Axuntando y atropando' y su 'Paxarinos'. Y el elegante arropo orquestal llevaría próximo al lied la bella añada 'Duerme neñín'. Con cadencia de jazz y swing sonaría el 'Xilguerín parleru' del inolvidable Presi, en los arreglos de Amargós. Y otra perla del Víctor más apegado a su tierra: 'Yeren dos guajes' que la OSPA elevó a melancólica épica. Como al 'Pastor que tas en el monte' -del cancionero de Torner- con la que empalmó, mostrando la calidad vocal que el mierense asegura en los más diversos registros.
Marcial y honda arrancó 'En el pozu María Luisa', con un hermoso despliegue de color en los coristas. Y las cuerdas del arpa tejieron una frágil trama para levantar sobre ella 'El abuelo Víctor', con los metales sobrevolando el cielo gris de su entrañable historia. Tocaba una inyección de alegría y con aires de marcha triunfal llegó 'Señor San Xuan, la fiesta va a empezar', punto y aparte del recital para un breve descanso, con un Víctor Manuel sobrio y concentrado que enlazaba canción tras canción y daba un tímido 'gracias' después de cada aplauso.
La segunda parte estaría dedicada a la etapa del Víctor cantautor que tuvo su punto de inflexión en el hit con el que la abrió: 'Soy un corazón tendido al sol' y en la que nunca faltaron los regresos a sus raíces como la pieza que la siguió: 'Por el camino de Mieres'. Más emoción con la reciente 'He cortado estas flores' y el coro poniendo voz a las víctimas de las cunetas. Con la misma sensibilidad y el alma a flor de piel irían sucediéndose 'Canción pequeña', 'Tu boca una nube blanca' (ambas declaraciones de amor a su mujer, Ana Belén), 'Digo España', 'Ay, sirena' -con un impresionante coro-, 'Cómo voy a olvidarme'...
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Se entremeclarían con tino su viejo y revoltoso 'Cuélebre' con éxitos como 'Solo pienso en ti', para despedirse con 'Allá arriba en el norte', una de sus últimas composiciones. Y cuando todo parecía terminarse, atacaron de nuevo el 'Asturias' con los versos de Pedro Garfias. Tanto aplaudió y vitoreó el respetable al de Mieres que Víctor Manuel regresó para cerrar la fiesta con otro bis: la revoltosa 'Cuélebre'.
Toda una fiesta llena de emociones en las que el público respondió en todo momento con ovaciones y hasta se notó cierta emoción en los ojos del veterano cantante cuando se despedía. Un regalo para el público, y otro para él, por su 75 cumpleaños.
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