El guitarrista Pablo Sáinz Villegas durante el recital en el Teatro Jovellanos. FOTOS: JOSÉ SIMAL

Viaje fascinante por el alma de la guitarra

Pablo Sáinz Villegas abrió la Temporada de la Sociedad Filarmónica con un concierto dedicado a la memoria del director de EL COMERCIO Marcelino Gutiérrez

RAMÓN AVELLO

GIJÓN.

Jueves, 5 de octubre 2023, 01:18

Cuando se escucha a Pablo Sáinz Villegas, lo primero que percibimos es que la guitarra suena cercana e íntima. Detrás de esa sonoridad no solamente hay una técnica prodigiosa de la mano derecha, sino una especie de proyección del sonido que además de físico, parece que tuviese también algo de anímico, de vital. Ayer en el Teatro Jovellanos el guitarrista riojano inauguró la 116 Temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón con un viaje mágico en el que entresacó los más variados timbres y expresiones de la guitara española.

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La Sociedad Filarmónica dedicó el concierto inaugural a la memoria de Marcelino Gutiérrez, el director de EL COMERCIO fallecido el pasado 24 de septiembre a los cuarenta y ocho años. Antes de comenzar el concierto, en un breve comunicado de la Junta de Gobierno leído a través de la megafonía del Teatro, se dijo que «Marcelino abrió con gran generosidad las páginas de EL COMERCIO a la difusión de todas las actividades filarmónicas. Con su inesperado fallecimiento, la Sociedad pierde una inestimable ayuda y, sobre todo, un buen amigo. Descanse en paz». Entre los asistentes estaba la hermana del periodista, Vanessa Gutiérrez, viceconsejera de Cultura; la hija y la madre. También se encontraba la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, y la concejala Montserrat López, que con su presencia dieron un espaldarazo a la Filarmónica, que ayer reunió un notable aforo cercano a las 900 personas.

Además de guitarrista, Pablo Sáinz Villegas es un excelente maestro de ceremonias. Comunicador directo, con facilidad de palabra, siempre muestra un sentido empático, no solamente con las obras, sino con el público. De esta forma nos guió por un viaje encantador que comenzó por la versión de los 'Cinco preludios', de Heitor Villa-Lobos. Estos preludios, firmemente establecidos en la música para guitarra, son como un calidoscopio de la música brasileña, fusionada con corrientes musicales europeas. Versión muy musical, con oscilaciones de tiempo, riqueza de matices y ese don de la pulsación sin amplificar que llega a todos los rincones del teatro.

Aunque escrita originalmente para violín solo, la 'Chacona' es una obra de concepción abstracta, universal, apta para la transcripción a otros instrumentos. Sobre un bajo ostinato, Bach encadena un tema y sesenta y cuatro variaciones en un milagro de la riqueza polifónica y la expresión. La transcripción de Sáinz Villegas es muy cercana a la original para violín. En este sentido, hemos visto una versión muy cohesionada, con menos bajos que en la tradicional transcripción de Segovia, robusta y especialmente polifónica.

La segunda parte se inició con 'Asturias', de Albéniz, una pieza en la que la transcripción para guitarra es más famosa y auténtica que la original para piano. Versión flamenca, especialmente en la parte intermedia, y con unas dinámicas crecientes y decrecientes muy poéticas en el tema inicial.

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'Invocación y danza- Homenaje a Falla' es una obra para guitarra de Rodrigo que se interpreta poco, pero posee un encanto muy singular. Bellísimo el canto de armónicos y las sugerencias andaluzas, concretamente, al 'Amor brujo' de Falla.

En la presentación de 'Un sueño en la floresta', Pablo Sáinz Villegas habló de una imagen que para él sugiere la obra: es un jardín encantador. Por eso quiso dedicar la interpretación de esta pieza a Marcelino Gutiérrez, «para que nos sirva de recuerdo y sepamos que Marcelino ahora está en ese jardín». Hubo un momento en el que el guitarrista salió del escenario y, cuando regresó, confesó: «Todos somos humanos y nos emocionamos». La versión de 'Un sueño en la floresta' fue deliciosa, con un trémolo bellísimo e infinitamente largo.

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'Koyunbaba', del compositor contemporáneo Carlo Domeniconi, es como un recorrido por las agrestes y viejas tierras de Turquía. La obra evoca la sonoridad del laúd turco.

Como final, tocó fuera de programa la 'Gran Jota' de Francisco Tárrega. Sáinz Villegas invitó al público a que la grabase para que después sirviese de recuerdo de un concierto en el que se encontró muy a gusto, se emocionó y sintió que el público vibraba con él.

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