Si les dicen Josep Sergi Capdevila Querol (Sabadell, 1964), posiblemente no les suene de nada, pero el nombre de Sergio Dalma se ha vuelto uno de los imprescindibles de la música española, con más de cuatro millones de discos vendidos en más de tres décadas ... de carrera. Para celebrarlo, este sábado llega al Auditorio de Oviedo con su gira '30… y tanto', que tuvo que ser suspendida en lo peor de la pandemia y que se le ha juntado con el lanzamiento de su nuevo disco: 'Alegría'. Y transmite ese buen rollo que predica.
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–¿'Alegría' con la que sigue cayendo?
–Bueno, me imagino que, de alguna forma, todos estamos heridos con todo lo que nos ha tocado vivir y que la sensibilidad está a flor de piel, pero hay contagiar de optimismo a la gente. Ahora no valen mensajes pesimistas. Ahora hay que animarnos entre todos. Hace un año, a lo mejor este título para un disco que nació en pleno confinamiento no habría tenido ningún sentido, pero ahora sí lo tiene.
–¿Escucharán sus fans asturianos alguno de sus temas en el concierto del sábado?
–Sí sonará un anticipo, pero el resto será un repaso de mi carrera. Porque, además, el concierto con el que empiezas y con el que despides la gira son muy importantes. Y esta vez nos ha tocado despedirla en Oviedo, con gente que ha mantenido su entrada a pesar de las cancelaciones. Eso impresiona.
–Confiese: ¿no se cansa de cantar 'Bailar pegados'?
–Si tuviera que cantarla como la cantaba al principio, cada día igual, sí me cansaría, pero, en estos treinta años, no he dejado que eso ocurriera. He ido transformando las canciones, las he ido vistiendo de otra forma y suenan muy distintas. Por suerte (Ríe).
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–Lo que sí sé es que no soporta que suene mientras está comiendo en un restaurante...
–(Risas) En general, no me gusta que suene cualquier canción mía. Porque, a lo mejor lo hacen como deferencia, pero se hace un poco pesado.
–Temas como 'Esta chica es mía' hoy no son demasiado políticamente correctos. ¿Cómo lo ve?
–Es verdad que, seguramente, si me la presentasen hoy, me lo pensaría dos veces a la hora de cantarla. Pero ahora no quiero cambiar ni una coma. Son canciones que se han parido así, no tiene ningún sentido cambiarlas y, si no las canto, ¡me matan!
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–Si echa la vista atrás, ¿extraña algo de aquella época en la que era vocalista de orquesta?
–Cuando empezaba, nunca me habría imaginado que pisaría los escenarios que he pisado. Pasar de cantar en el remolque de un tractor a ir al festival de Eurovisión es muy fuerte, pero disfruto tanto ahora como cuando iba con aquellas orquestas.
–¿Lo de la crisis de la mediana edad no va con usted?
–Cuando cumplí cuarenta, sí que la sentí, pero ahora he puesto la directa y ya tanto me da un año como otro. Los disfruto al máximo y más, con esta pandemia. Si ya disfrutaba de cada segundo del día antes, ahora mucho más.
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–O sea, que tenemos Sergio Dalma para rato.
–Yo creo que sí, aunque no sé para cuánto. El momento de decidir cuándo lo quieres dejar es muy difícil, pero espero tener la lucidez de ser yo el que tome la decisión y que no sea el público el que me quiera retirar.
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