Los secretos de 'El Mesías' contados por Tomás Grau

Ya es habitual -en Oviedo y en casi cualquier rincón- escuchar esta composición cada Navidad, «aunque, más bien, se tendría que interpretar en Semana Santa porque narra la vida, la muerte y la resurrección, no solo el nacimiento de Jesús», explica Grau, pero asume «la tradición manda». Y el público quiere esuchar 'El Mesías', cuando el año llega a sus últimos estertores, y dejarse llevar entonces por el 'Hallelujah', que es lo primero que se viene a la cabeza si alguien piensa en esta obra maestra del compositor alemán. «Esa pieza, junto con el 'Worthy is the lamb' y el 'Amén' son los únicos números en los que participa toda la plantilla orquestal», aclara. «También tocan las trompetas y los timbales, aparte de oboes, fagot, las cuerdas y el coro», prosigue. «Por eso, es normal que sean las partes más conocidas porque, compositivamente, están más desarrolladas, es donde Haendel puso todos los recursos tímbricos que tenía para que fueran más especiales». Y remata sus explicaciones: «Como diría un director de orquesta muy conocido, esas son las piezas más extrovertidas».

Y esas partes, como toda la obra, tienen una carga emocional que las convierten en una tormenta que, a veces, llueve en forma de alegría y otras, lo hace como una tragedia. «Yo, como director, me baso, sobre todo, en el texto para intentar expresar al máximo en el coro, lo que los solistas transmiten con las palabras», indica Grau. «Pretendo que la orquesta se supedite siempre porque creo que, de ese modo, se puede llegar a interpretar muy bien lo que Haendel escribió hace casi tres siglos».

Esos solistas de los que Grau habla son la soprano Jone Martínez, la mezzosoprano Victoria Massey, el tenor Eamonn Mulhall y el barítono Josep-Ramón Olivé, quienes completan la excelencia de este recital. «Tienen muchísima calidad. Con Olivé, he trabajado bastantes veces, de Massey y de Mulhall, me han hablado maravillas y con Martínez llevaba ya tiempo queriendo compartir escenario y se ha dado la casualidad antes de lo pensado, así que me alegro de, por fin, poder conocerla artística y personalmente», asegura.

Y para hacerlo, ayer comenzó Grau su maratón de ensayos que lo llevará a reunirse «con la orquesta, con los solistas, con el coro y con todos juntos» hasta el viernes que hagan realidad el concierto, que será, además, su debut, tanto al frente de la OSPA como del coro de la Fundación. «Estoy feliz por estar con ellos por primera vez y sabiendo que es el regreso del coro desde el inicio de la pandemia. Me parece que va a ser muy chocante y que les va a tocar la fibra porque hace dos años que no actúan en público, eso va a permitir que sea, al mismo tiempo, muy bonito y algo nuevo porque van a cantar con mascarilla y distancias, cosa a la que no estaban acostumbrados», relata.

Grau, pese a la presión por el regreso y por las expectativas, tiene claro que vivirá el viernes con normalidad. «No me pongo nervioso cuando voy a dirigir porque me gusta estar en el escenario, me gusta compartir la música y demostrar que, durante la pandemia, también somos capaces de hacer conciertos seguros y de calidad», como verán los que han agotado las entradas para disfrutar de esta obra magistral.