Está Luz Casal de gira con 'Las ventanas de mi alma' y el próximo día 10 llega a casa, a Asturias, al ciclo Luanco al Mar que asoma la música a un espacio tan especial como el Muelle Viejo de la capital gozoniega.
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–¿Cantar mirando al Cantábrico siempre es especial?
–Será una ocasión especial, piensa que tengo cantidad de memorias relacionadas no ya con Asturias en general sino con Luanco en particular, yo aprendí a nadar en la playa de Bañugues y eso ya marca. Siempre cuando estamos de gira, cuando hacemos un planteamiento, tener a Asturias da muchísimo subidón, hay ciudades que tienen un plus de emoción y sabes que vas a estar rodeada de amigos, de vecinos, etcétera. Es una parte digamos singular con respecto a otros conciertos, en los que entregas todo y tienes la mejor disposición, pero hay aspectos que se dan en exclusiva en ciertos lugares.
–Lleva más de un año con las ventanas del alma abiertas. ¿Cómo es esto de exponerse así?
–Es un ejercicio impúdico pero bueno. Subirse a un escenario es mostrarte. Desde el principio de mi carrera oficial, siempre he dicho lo mismo de lo que significa un escenario, estás en un escaparate y es el lugar en el que más libre eres. Para alguien como yo, que entrega todo, no hay ningún malestar en ser verdaderamente impúdica y enseñar no aspectos que tengan que ver con tu imagen, sino algo más profundo que es reconocer tus defectos.
–¿Cómo les sienta a esas canciones airearse en el directo? ¿Cómo cambian?
–Efectivamente cambian, yo creo que las canciones están vivas y eso significa que pueden ser afectadas por el día en el que estás, el espacio en el que estás, la emoción que te causa. Es así. Yo nunca he sentido que cante una canción exactamente igual que en el álbum, no canto igual que el día de ayer ni como lo haré mañana. Las canciones las interpreto contando con la reacción de la gente, con una determinada mirada, con una determinada frase que escucho. En ese sentido, incluso temas que pertenecen al principio de mi carrera se convierten en algo del presente, en una expresión del presente más inmediato.
–En el escenario es pura vulnerabilidad y al tiempo pura fortaleza. ¿Cómo casan estos dos términos opuestos en usted?
–Supongo que a través de la música tienes un soporte. Una melodía, un texto, una historia te marca la manera de expresarte. Para alguien como yo con un repertorio tan amplio no es lo mismo cantar una canción que expresa un malestar que otra que es una pura alegría, pasas de lo vulnerable a un cierto estado que podríamos decir melancólico. Eres fuerte y débil, puedes pasar de tener certezas a tener muchas dudas, pasas por dos estados antagónicos.
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–¿Cómo se siente al público desde el escenario? Usted debe advertir que forma parte de la vida de todos.
–El recibimiento y el cariño se perciben, pero eso digamos que es como cuando llegas a una casa y te dan la bienvenida los propietarios, pero la fiesta te la tienes que trabajar tú, tienes que enrollarte con el resto de invitados. Percibo que para mucha gente eres como de la familia, me lo demuestran y me lo dicen, pero por un lado eso te da fortaleza y, por otro, mucha responsabilidad, no quieres defraudar, cantar aquellas canciones que esperan, cuidar al máximo de detalles, quieres agradecer ese respeto y cariño, pero luego en el escenario pasan muchísimas cosas, incluso muchísimas cosas durante una sola canción. Una acaba contenta la mayor parte de los casos y con una sensación de vacío, que es una recompensa, ya no te queda nada por entregar.
–Tiene que ser absolutamente adictiva esa sensación.
–Yo le quito mucha importancia al éxito, porque tiene que ver con tus exigencias personales, tú puedes cantar esa canción mejor, y quieres al día siguiente hacerlo. Yo tengo una anécdota muy chula, la primera vez que salí a la sala Olimpia de París, llegué al camerino y pensé 'tengo que volver al escenario porque no me he enterado de nada'. Tenía tanta ilusión que no me enteré. Es un ejemplo de que a veces pasan cosas que provocan que tú necesites dar más.
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–¿Qué es el éxito entonces?
–Sería que una canción, la que sea, sirva para alguien. Ya de si tienes más ropa en el escenario o te dicen más veces 'guapa', me parece consecuencia natural de este trabajo, pero no es tan esencial. El éxito es tener canciones que le sirven a la gente para bailar, para saltar, para emocionarse.
–Y usted tiene unas cuantas.
–A lo mejor. (Carcajadas).
–¿Y ser libre, que usted lo es, no es un éxito grande?
–Ese sería uno de los mayores éxitos profesionales, haber hecho lo que he querido hacer. Escucho a la gente, las opiniones de los demás respecto a mí y a mi trabajo, pero la que canta soy yo y la que se sube al escenario soy yo y hago lo que creo que debo hacer. Y no todo el mundo lo hace. Hacer lo que quieres te da muchísimo poder, muchísima fortaleza. Y si te quejas, como decía mi madre, 'pues haber pedido otra cosa'. Esa frase y otra de mi madre, 'no se puede tener todo', aplanaban mi estado.
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–¿Qué libertades musicales le quedan por tomarse?
–Es una incógnita porque cada vez piensas que puedes hacer más. Esto último que he hecho, este 2024, la versión del 'Canto del gallo' de Radio Futura, es una revisión de la canción sin haberla alterado en lo esencial, que tiene una sonoridad que tiene que ver con la música electrónica de una manera radical y contundente. Es esa sensación de meterme en otro terreno.
–¿Y le tienta algún otro terreno?
–Estoy totalmente metida en el directo, no da tiempo más que a veces a apuntar una frase que tienes o crees interesante por si te sirviera para algo. No tengo objetivos con relación a nuevas canciones, tengo ideas sueltas que no permiten hablar de hacia dónde pueden ir las cosas.
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–¿Cómo es Luz como público?
–Entusiasta absolutamente. Aprecio el esfuerzo, aprecio que el público reaccione con entusiasmo. Soy muy buen público, no voy a buscar el defecto sino que voy de fan.
–¿Y qué encontraré en su lista de Spotify?
–No tengo lista de Spotify, soy muy ecléctica, escucho música según me levante, en la mañana, la tarde y la noche escucho cosas tan variadas que la lista sería infinita. No soy de escuchar las mismas piezas, hay tanta obra que me interesa, tantos nuevos cantantes, tantos antiguos, que puedo pasar de Sarah Vaughan a Dua Lipa sin despeinarme.
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