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Los cracks del 79. Rafa Rodríguez, Mento Hevia, Manolo Jiménez, Alex Cabal (fallecido) y Alberto Fontaneda, el quinteto de Crack que grabó 'Si todo hiciera Crack en 1979. En los recuadros, su imagen actual.
«Somos los primeros fans de 'Si todo hiciera Crack'»

«Somos los primeros fans de 'Si todo hiciera Crack'»

45 años del histórico elepé. Los miembros de Crack, el efímero grupo gijonés que deslumbró al mundo con su rock sinfónico de alta escuela, rememoran para EL COMERCIO aquel 1979 que marcó sus vidas para siempre

Domingo, 1 de diciembre 2024, 20:00

Solo los viejos rockeros recuerdan, 45 años después, a Crack. Pero quienes tuvieron el goce de conocer a la efímera banda gijonesa siguen rindiendo hoy culto a su obra maestra, 'Si todo hiciera Crack', como el primer día. O acaso más. Pues el rock sinfónico se extinguió, agonizaba de hecho cuando Chapa editó el elepé en 1979. Pero el disco 'made in Asturias' sigue figurando en 2024 en las listas de las joyas de aquel estilo musical setentero que lideraron Genesis, Yes, Camel o King Crimson. Y que en España tuvo en Crack un poderoso referente, una estrella fugaz que sigue irradiando luz desde el hiperespacio.

«He sido siempre el primer fan de 'Si todo hiciera Crack'. Que no os quepa duda». Lo decía estos días Alberto Fontaneda en los chats de los miembros del grupo, roto en su día por piques de veinteañeros, y unido hoy sentimentalmente por la fuerza que emana de un pasado que reúne, de forma cotidiana, a través de las redes, al grupo desde diferentes localizaciones. Mento Hevia y Vidal Antón, en Gijón; Rafa Rodríguez, en Argüero, Manolo Jiménez, en Madrid; y Alberto Fontaneda, en Alicante. Les falta Alex Cabal, el bajo, fallecido en 2016, a los 59 años, y despedido, cómo no, en A Estrada (Pontevedra) con la reproducción de un vídeo con la irrepetible música de Crack.

La gloria del grupo abarcó de 1977 a 1979. Pero los Mento, Alberto, Rafa, Manolo y Vidal no fueron la formación primigenia. Crack nació un año antes. Lo fundó Manolo Carrizo (autor de 'Pescadores', padre también del nombre) para animar su local, el Carrizo Pop, con directos. A su voz la acompañaba a la batería su hijo, de igual nombre, y a las guitarras Vidal Antón y Jorge Ilegal. Sonaban «tipo Uriah Heep», rememora Antón. Cuando Carrizo traspasó el negocio, Jorge creó Madson mientras Vidal Antón y Manolo Carrizo hijo buscaron a quienes serían luego la alineación titular de Crack, en la cual Antón, motor de arranque del grupo, pasó a controlar el sonido.

Luego llegaron los conciertos por Asturias y León, las promociones pueblo a pueblo en un 850 y aquella memorable actuación en el Ganzábal de Langreo que dejó boquiabiertos a los miembros de Asfalto. Al regresar a Madrid dieron aviso a Vicente Romero, de Chapa, quien contrató a Crack al instante. Cuando 'Si todo hiciera Crack' estuvo listo para ser lanzado, con temas compuestos por Mento y Fontaneda, el grupo estaba ya roto. No recibió un euro. Y la discográfica vendió parte del fruto a Corea, donde se hicieron famosos en un fenómeno 'tipo Sixto Rodríguez' que a día de hoy les sigue dejando cariacontecidos. Han pasado 45 años y estos son los recuerdos de la banda gijonesa.

Mento Hevia (Avilés, 1954)

«El disco culminó dos años intensos componiendo y ensayando»

Su creatividad es la base del disco. Suya es la música. Pues cuando se forma el grupo Mento Hevia tiene ya compuesto un largo tema sinfónico que se desgajará en cuatro y que luego irán completando él y Alberto. «Este disco ha sido para mí una buena experiencia de trabajo musical en equipo, la culminación de dos años intensos componiendo y ensayando a tres turnos, mañana y tarde y a veces de noche, siete días a la semana». Así recuerda Mento la inolvidable etapa de Crack desde el prisma que le da su dilatada trayectoria como músico y compositor (Misión Duende, Línea Imaginaria, Yola, Los Televidentes, Newtone, Gueta da Fonte, Atalantyx, Asturian Band Prince, TAL, Nuberu, Orquesta Céltica Asturiana). «Yo no tenía en esos años otra cosa en el pensamiento que esos temas que integran el disco y otros que se quedaron fuera. Estaba en Gijón recién llegado de Avilés y... ¡qué otra cosa podía hacer mejor! Cada día descubríamos nuevos pasajes y paisajes audiovisuales. Empezamos las actuaciones en vivo y durante un año batimos bien el suelo asturiano y leonés. Luego llegó el disco grabado en el mejor estudio de Madrid de la época, Audiofilm, con el mejor ingeniero de sonido, Luis Fernández Soria. Además de mis teclados, tuve la gran oportunidad de grabar con un piano de gran cola, tope gama, que hicieron traer de no sé dónde. Y luego nos presentó en Popgrama un impresentable presentador que dijo que éramos 'de provincias' y que mejor se hubiera ido un rato a tomar... 'algo'. Puaggg. Jajajaja».

Alberto Fontaneda (Oviedo, 1955)

«Crack fue el amor de mi vida. Sigo escuchando el disco con placer renovado»

Las palabras de Alberto Fontaneda no dejan margen a la duda: «Crack fue el amor de mi vida. He sido siempre el primer fan de 'Si todo hiciera Crack'. Que no os quepa duda. Este es un trabajo que, como el buen vino viejo, tras todos estos años, sigo disfrutando, descubriendo nuevos detalles y degustándolo cada vez con un placer renovado». Suyas fueron las letras 'protesta' del disco, suya la idea del cobaya de la portada, pues él tenía uno en casa llamado 'Follardo', y suya la voz que recorre las dos caras del vinilo. Después, su flechazo con la música activa se extinguió y no hizo ya «nada relevante», dedicado a la traducción automática y la lingüística computacional en Luxemburgo y San Juan (Alicante), donde reside. «Sobre todo, me queda la satisfacción al final de ver plasmadas nuestras ideas en la creación del disco. Recuerdo con especial cariño la semana de grabación en Madrid y aquel momento en el que, una vez hechas las mezclas, pudimos escuchar el resultado. ¡Teníamos un disco fantástico!».

Pasados los años, Fontaneda valora por encima de todo «las ideas, los arreglos y las muchísimas melodías que van enlazándose en todos los temas, unas melodías muy trabajadas para conseguir un resultado casi redondo. ¡Larga vida a Crack!», culmina su reflexión.

Manolo Jiménez (Madrid, 1950)

«Estando en mi casa el inglés Ollie Halsall quiso escuchar el disco. ¡Alucinó!»

El batería de Crack guarda el elepé desplegable como un tesoro. Juzga difícil decir algo que no se haya dicho ya sobre el disco y opta por desempolvar una anécdota: «Os contaré una historia. Estuve trabajando con Ollie Halsall, guitarrista inglés con un disco que iba a producir el mismísimo Robert Fripp. Estando en mi casa en Madrid le comenté que había grabado un disco con un grupo asturiano. Quiso escucharlo y cuando terminó me preguntó si era verdad que éramos de Asturias. ¡Alucinó! En ese momento me di cuenta de que habíamos hecho algo grande». Manolo Jiménez repitió varias veces esta experiencia en Madrid con el correr de los años. «Todos y cada uno de los músicos con los que fui haciendo amistad tuvieron la misma impresión que Halsall. Creo que está todo dicho».

Rafa Rodríguez (Gijón, 1955)

«¿Qué fue el disco para mí? Todo. No lo puedo resumir de ninguna otra manera»

El guitarra de Crack, sexsimbol del grupo, se interroga a sí mismo antes de emitir una breve sentencia: «¿Qué significó para mí el disco? Todo. No lo puedo resumir de ninguna otra manera. Si tuviera que describir todo lo que significó para mí podría escribir un libro». Después de Crack, en su vida hubo mucha música: Los Almirantes, El Cazador, Los trajes de 20 dólares, Estudios Sincronía, TeleMadrid e incluso ha sido compositor de vídeos corporativos. Finalmente, regresó a Asturias, donde vive entre Argüero y Gijón, y de todo lo vivido, se queda con Crack. Sin duda. Conserva, de hecho, aquella guitarra con la que grabó el disco hace 45 años. «Fue mi primera guitarra, aquellas Ibáñez que aparecieron en España fueron una revolución por su calidad y su precio asequible. Conservo incluso las pastillas DiMarzio con las que grabé el disco», rememora.

Lo dice Rafa. Pero si hablan Mento, Alberto, Manolo o Vidal el sentimiento es idéntico. Casi religioso. El epílogo del disco, un torrente musical de dos minutos, deja abierta la puerta a la vida real. En sus chateos, todos acarician muchas veces el reencuentro. Ese sueño imposible de que Gijón algún día vuelva a hacer Crack.

«Tanto en Gijón como en Asturias apenas se nos ha reconocido»

Vidal Antón (Santa Coloma, Allande, 1948) no oculta el reproche a su tierra. «Tanto en Gijón como en Asturias apenas se nos ha reconocido como grupo pese a la repercusión que hemos tenido, algo triste y lamentable». Quien fuera primero guitarra y luego control de sonido de la banda considera 'Si todo hiciera Crack' como «el resultado de muchísimas horas de ensayos y penurias que sirvió para que otras personas se lucraran sin que quienes fundamos el grupo recibiéramos absolutamente nada». Hoy, 45 años después, mata el gusanillo con la Green River Blues Band.

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