«Ser político es una patología»

-Se le ha quedado la etiqueta de transgresor. ¿Cómodo?

-La verdad es que sí. No sé cómo no se acostumbran ya (Ríe).

-¿A que cante contra el poder y no haya votado nunca?

-Es que los políticos son una desviación que deberían atajar con un bofetón cuando alguien se presenta a delegado de clase. Ser político se parece mucho a una patología psiquiátrica. Yo, por ejemplo, soy bastante inconstante en mis reflexiones sociales. Y creo que los políticos van mal por eso, porque no tienen más remedio que seguir ahí, empeñados en organizarnos. Es como cuando odias al vecino y te vas cargando de inquina, cada día más. Ese odio solo puede aumentar. Por eso pido controles de alcohol y drogas en el Parlamento. Creo que sería sensato. Es más: cambiaría bastante nuestra opinión sobre según qué políticos. Siempre hacen lo mismo, sea en un yate o en una habitación de hotel. Son muy poco originales.

-¿La prueba es una guerra postpandemia en Ucrania?

-Tampoco somos originales en eso. Pero, si hemos estado todos estos años viviendo en este mundo de mierda, digo yo que podremos estar unos años más.

-Ha dicho que, si no existiese la clase política, Cataluña ya habría logrado la independencia.

-Eso y otras mil cosas.

-Y que se pone del hígado cuando aseguran que los catalanes no saben hablar castellano.

-La verdad es que da rabia. Y no es que sea maldad por su parte. Es que es incultura. Y puede que también maldad, sí (Ríe).

-Aquí los detractores del asturiano confrontan la llingua con el aprendizaje del inglés...

-Los monolingües tienen la manía de decirnos a los demás que no aprendamos más lenguas, por favor. Que paremos ya. A ver si nos va a estallar la cabeza. ¿Aeroportuak? Hostia, ¿qué querrá decir eso? (Risas).

-Usted vive en el campo y aquí nos despoblamos.

-Pues viviréis más anchos, ¿no?, ¿qué problema tenéis?

-Otro de sus caballos de batalla es la monarquía.

-Los Borbones son una raza bien curiosa. Es que no dan ni siquiera envidia.

-¿No tiene miedo a liarla, como pasó en Gijón hace diez años?

-Me gusta Gijón. Y tanto. ¡Joder, qué sitio! ¡Si ahí me tomé mi primer tripi! Siempre iba a ese teatro tan bonito que tenéis. ¿Lope de Vega, o cómo se llama?

-Jovellanos.

-Siempre íbamos ahí y siempre nos iba muy bien. Hasta ese día. Pero ese día todavía le cogimos más amor. En cambio, en Santander, fíjate qué sosos son (Ríe). La verdad es que, a veces, el PSOE, el PP, Vox o los abogados esos, cristianos o no sé qué, te hacen buenas promociones.

-¿Le preocupa el avance de la ultraderecha?

-Está bien así, porque como siempre han estado ahí... Casi mejor saber quiénes son. Que lo digan de una vez. Que saquen pecho y estén orgullosos. Porque, si vas disfrazado de corderito, como los putos sociatas, entonces no hay por dónde agarrar la revolución. Si van con una cara de podemitas que no se aguantan, hasta te dan pena.

-¿Y la fractura del feminismo?

-Con los catalanes pasó lo mismo en la Guerra Civil. El primer enemigo siempre está en casa. ¿Porque tú qué crees que hace más efecto, una tía destripando a otra tía o un facha destripando a una tía? Eso es infalible. Mira Ciudadanos.