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Nacho Vegas y su banda, acompañados por el Coro Al altu la lleva, en el escenario del Teatro de la Laboral. FOTOS: TAREK HALABI

Al fin Nacho Vegas y su 'Violética'

El Teatro de la Laboral, prácticamente lleno, aplaudió a rabiar al artista gijonés

JORGE ALONSO

GIJÓN.

Domingo, 30 de diciembre 2018, 01:34

Iba a haber sido en otro momento, iba a haber sido en otro recinto, pero lo realmente importante es que ha sido, que uno de los creadores en castellano más relevante (y constante) de los últimos veinte años, su banda y su Coro Al Altu ... La Lleva, al fin, posaron la Gira Violética en Gijón. Fue en un Teatro de la Laboral prácticamente lleno de fieles y dentro de la programación del Metrópoli Winter Festival, que en un principio había alojado al gijonés en la plaza de toros de El Bibio. Ha conseguido Nacho Vegas (Gijón, 1974) mezclar sin agitar su lado más social y su vertiente más personal; ambos son igual de intensos, ambos igualmente desgarrados y ambos se han juntado al fin en un disco doble inapelable que cuenta, además, con una implicación extra por parte de quienes firman el proyecto.

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Esta familia Violética debería sonar por encima del ruido de las redes y de las campañas, incluso de las relaciones personales; suenan compactos, pero no monolíticos, saben deslizar sentimientos profundos sin pedantería, con una pulsión aquí, un arreglo allá, un 'además' de cerca o un susurro al final. Comenzó el concierto con 'El corazón helado', el primer acercamiento a su último disco, el que da nombre a la gira, y agradeció después «poder acabar el año aquí, en Xixón», ganándose los primeros aplausos del respetable. Después siguió con un nuevo guiño a la ciudad, con 'La plaza de la soledad', de 'Cajas de música difíciles de parar', y su particular paseo musical por el barrio de Cimavilla, con las gaviotas -que quizás son canciones- sobrevolando su cabeza. Llegaron después el sonido más rockero de 'Ideología', con la que el público se mostró ya mucho más receptivo, y 'Ciudad vampira', en asturiano. El ambiente se fue caldeando ante la fuerza de su directo, complementado por una cuidada iluminación, efectos de humo, imágenes proyectadas en una gran pantalla al fondo del escenario y el imprescindible acompañamiento del coro. Y además, un intenso dueto final con Fee Reega como propina.

Es de agradecer que Vegas haya decidido rescatar temas de su repertorio que habían permanecido olvidados en sus últimos años, y un placer volver a corear los que ya podemos llamar clásicos. Desde la cotidiana maravilla de 'Nuevos planes, idénticas estrategias' al abismo, ahora templado, de 'Morir o matar', Nacho deja la guitarra a un lado y se mueve de un modo entre firme y desamparado por el escenario con la seguridad de un repertorio imbatible y una banda de hermanos que son una como una apisonadora de terciopelo: Abraham Boba, Manu Molina, Luis Rodríguez, Edu Baos y Joseba Irazoki no son nuestra Crazy Horse, ni nuestros Bad Seeds; son, por merecimiento propio, un punto y aparte en la música popular española que arropa y teje músicas en torno a la chispa de Vegas con una fidelidad cariñosa, palpitante y virtuosa.

Y todo eso hizo que el Teatro de la Laboral no fuese solamente un huerto familiar, sino una 'mareína' de gente celebrando que Nacho Vegas y compañía están en mejor forma que nunca, y que más allá de la ciudad pequeña con infierno grande merece la pena dejar la mezquindad, las rencillas de metro cuadrado y sobre todo el cinismo a un lado y dejarse mecer y estremecer por un lujo que apenas podríamos soñar, al fin en Gijón.

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