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ROSALÍA AGUDÍN
Jueves, 18 de enero 2018, 00:10
La cítara no es un instrumento que hoy en día protagonice grandes conciertos y sin embargo su sonido es uno de los más característicos del Monasterio de San Pelayo de Oviedo. Sor María Covadonga Querol maneja con una facilidad pasmosa sus 121 cuerdas y tan bien suena la música que sale de esta caja de madera que las Pelayas se han animado a grabar un disco con su implacable sonido.
Está compuesto de diecinueve canciones creadas por autores españoles, franceses, suizos y alemanes y su título es 'Cítara y Lira: Como incienso en su presencia'. Para elegir este nombre, las Pelayas rebuscaron en el salmo 141 de 'La Biblia' y allí encontraron la frase idónea. En ella se percibe el deseo de que «nuestro canto suba hasta el Señor de la misma manera que el humo y el aroma del incienso asciende hasta lo alto», destacó Sor María Covadonga durante la presentación de este CD y que tuvo lugar ayer por la mañana en el convento.
Pero lo más característico de este álbum no es la cítara, sino que es el primero editado por las Pelayas donde la voz no existe. «Es un disco enteramente musical y destinado a personas que aman la música, pero también el silencio», especificó la madre abadesa, Sor Rosario del Camino para a renglón seguido añadir que la grabación tuvo lugar el 30 y 31 de mayo y en él no solo se puede escuchar la música de la cítara: también de la lira. «Los dos instrumentos encajan muy bien y forman un conjunto armonioso y agradable», añadió Querol momentos antes de hacer una demostración con la cítara. Este no es ni mucho menos el primer disco que graba la comunidad. Llevan ya siete a sus espaldas y su éxito ha traspasado fronteras a pesar de que cada es más frecuente que la gente prefiera escuchar música a través de aplicaciones instaladas en dispositivos móviles. Sin ir más lejos, el último CD que grabaron y cuyo nombre es 'Cítara y salmos' se encuentra ahora mismo agotado. Los demás se pueden adquirir en la portería del monasterio.
Historia de la cítara
La cítara llegó al convento de las Pelayas «hace muchos años» y su origen es francés. Durante todos estos años, Son María Covadonga Querol no solo ha aprendido a tocar con delicadeza cada una de sus cuerdas, sino que también ha estudiado su historia. Los primeros datos sobre esta caja de madera con 121 cuerdas se remontan al año 3.500 antes de Cristo. Fue por aquel entonces cuando se escribió en el libro del Génesis la frase: «Yubal es el padre de cuantos tocan la cítara y la flauta». Esta caja de madera llegó mil años después a Egipto y allí uno de los faraones mandó grabar sobre su tumba la imagen de un cítara. Poco a poco este instrumento fue ganando protagonismo en Israel y su sonido pasó a ser tan famoso que incluso se hace referencia a él en la ópera 'Nabucco', de Giuseppe Verdi.
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