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Celso Albelo, ayer, en el Teatro Campoamor. ÁLEX PIÑA
«La música me salvó la vida. Me hice adicto a ella en vez de a la droga»

«La música me salvó la vida. Me hice adicto a ella en vez de a la droga»

«Todo el panorama operístico está esperando una denuncia oficial a Plácido Domingo, pero no la hay y se le ha puesto una lápida pública» Celso Albelo. Tenor, encarnará a Edgardo en 'Lucia de Lammermoor'

A. VILLACORTA

OVIEDO.

Sábado, 11 de enero 2020, 00:12

Encontramos a Celso Albelo (Santa Cruz de Tenerife, 44 años) hablando de aguacates, porque cultivarlos es una de sus aficiones. Uno de los ingredientes de la felicidad, que encuentra en las cosas sencillas: «Creo que la felicidad es una especie de potaje al que le vas poniendo los ingredientes y yo los tengo todos». Entre ellos, una familia que adora, amigos fieles, su querida isla (donde tiene su residencia, «incluso la fiscal») y, claro, la música y una carrera que le ha llevado a debutar en los teatros más importantes del planeta y en la que ha vivido todo tipo de situaciones: «Desde que se me moviera la lentilla y pasarme medio acto sin ver al director a que se desmayase la soprano». El próximo día 23, este tenor considerado como uno de los más grandes y consagrados defensores del repertorio belcantista y que ha cantado más de un centenar de veces 'Rigoletto' se subirá a las tablas del Campoamor para encarnar a Sir Edgardo di Ravenswood en 'Lucia di Lammermoor', con la que la Ópera de Oviedo clausurará su temporada número 72.

-En Asturias tiene una legión de fans que incluso le siguen por el mundo.

-Gracias. Sí que coincido con mucha gente de Asturias por el mundo. El público de aquí diferencia muy bien al cantante honesto del que viene a pasar rápido, por encima de la obra. Y yo me considero una persona honesta. Oviedo es una plaza de mucha tradición que se da cuenta de esas cosas.

-¿Cómo es este Edgardo?

-Es uno de los grandes papeles románticos de Donizetti, un papel lírico que se debate entre el amor a su familia y el amor a su amada y, en realidad, cantarlo es fácil... Ese conflicto lo hace equivocarse muchas veces, pero por amor es capaz incluso de morir. Es un personaje sincero y a mí ese tipo de cosas me gustan.

-¿Se identifica con él?

-Me identifico con su sinceridad y su nobleza. Con lo que no me identifico es con su poca capacidad de confiar en la persona amada y en cómo la trata en ciertos momentos.

-¿Es usted feminista?

-Soy una persona normal. ¿Feminista, de izquierda, de derechas...? Soy un ser humano. Sí que me identifico con el feminismo, pero ya está. Mis dos hijos, de cinco años y de uno, juegan con cocinas y ya es algo normal.

-¿Apuntan maneras?

-Mi hijo, con cinco años, toca el piano, coge la guitarra y ve las óperas enteras, pero, sobre todo, le encanta Queen, 'We are the champions' (Canta). Espero que se dediquen a otra cosa (Ríe). No: que se dediquen a lo que quieran, pero que sean felices.

-¿Y usted qué escucha en casa?

-Escucho también mucho Queen, a Fito & Fitipaldis, canción italiana, mucho folclore sudamericano, canario... Hasta a AC/DC (Suena en su móvil). Ópera bastante poco, la verdad, salvo cuando estoy estudiando.

-Tengo entendido que en su familia no había tradición musical.

-No. Yo soy el primero y empecé en la tuna. Estaba estudiando Historia del Arte y me gustaba (y me sigue gustando) mucho la fiesta. La tuna es una manera de entender la vida, fiesta y amigos fieles, pero mucha gente no lo entiende. Piensan que somos unos borrachos, que nos gusta la juerga, que también, ¿pero a quién no? Lo que pasa es que me quedo afónico muy rápido. Así que una novia que tenía cuando empecé me dijo que ella conocía una profesora que fue la culpable de que me hiciese adicto a la música y no a otras drogas. La música me salvó la vida en sentido literal.

-Explíquese.

-Crecí en una zona en la que había muchos problemas de drogas. Tengo amigos muertos, amigos en la cárcel porque robaban para poder consumir y que se suicidaron. Yo estaba en ese ambiente. Afortunadamente, mi familia me inculcó unos valores interesantes.

-Ha dicho que un tenor «se hace y no nace» y que, al principio, solo llegaba a dar un Sol. Por encima, nada.

-Así es. Pero, con disciplina y curiosidad, fui ganando notas por encima y por debajo. De hecho, hoy estoy viviendo el sueño de cualquier persona que se dedica a esto. Nunca pensé que tuviera el talento ni las condiciones para llegar hasta donde estoy.

-¿Los agudos están sobrevalorados?

-Yo no puedo ir en contra de una de mis características, pero creo que cantar, más allá de los agudos, son muchas más cosas.

-¿El físico también? Sé que se ha sentido discriminado...

-Llevo muchos años en esto y sé que la gente muchas veces no elige a los cantantes por la calidad vocal, sino por otro tipo cosas. En realidad, también son libres de hacerlo, pero a mí me parece que hacer ese tipo de distinción es como elegir a una persona por ser negra o blanca. Es cierto que a mí me sobren unos kilitos, pero sobre el escenario puedo hacer cualquier cosa. Y, de hecho, se dice que Cupido es ciego. El amor y la química no solo tienen que ver con el físico, pero no soy una persona acomplejada por eso.

-¿La superficialidad se ha adueñado de la lírica?

-Sí es verdad que antes no había tanta superficialidad ni en la lírica ni en el mundo en general y la obesidad es mala para todo, pero cada uno es como es. Yo subo de peso, bajo... Lo que importa es la voz y lo que soy como persona. El problema es que hay mucha gente que se obsesiona con ello.

-¿También hay mucho divo?

-Algún personaje extraño y tonto hay, aunque, afortunadamante, la tendencia es que cada vez somos más normales. Pero esto es muy difícil: ellos están lejos de la familia igual que yo, pasan por resfriados igual que yo... Yo, al que se ponga encima de un escenario a hacerlo lo mejor posible y a dejar el alma, porque al fin y al cabo dejas parte de ti, chapó. Luego, si fuera del escenario es un idiota, no me voy a tomar un café contigo y ya.

-¿Hablamos de Plácido Domingo?

-Es muy complicado y a lo mejor, como hombre, no debería opinar porque hay muchas sensibilidades a flor de piel. Lo que ocurre es que, a día de hoy, no existe una denuncia en un juzgado. Y, si es verdad, esas señoras tienen todo el derecho del mundo a denunciar así hayan pasado 30, 40 o 50 años. Todo el panorama operístico está esperando una denuncia oficial que, de momento, no hay, pero le han puesto una lápida pública. Yo coincidí con él y me pareció un señor.

-¿España sigue siendo rácana con la cultura?

-A mí siempre me ha causado extrañeza que digan que la cultura es muy cara. Probemos con la incultura, a ver cuánto sale.

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