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P. A. MARÍN ESTRADA
GIJÓN.
Jueves, 12 de mayo 2022, 01:39
El maestro Carlos Miguel Prieto (Ciudad de México, 1965) vuelve a la tierra de sus raíces para dirigir la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias ( ... OSPA) con el Cuarteto Quiroga y un programa formado por 'Absolute Jest' de John Adams y la 'Sinfonía nº3' de Aaron Copland, dos obras cumbres de la música contemporánea norteamericana. La cita es hoy, a las 20 horas, en el Teatro Jovellanos de Gijón y mañana en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, a la misma hora.
-De nuevo en Asturias y al frente de la OSPA, con el Cuarteto Quiroga.
-La última vez que estuve aquí fue dos semanas antes de la pandemia con mis padres, venir ahora me parece superemotivo. Es un privilegio dirigir la OSPA, tocan muy bien, tienen una gran disciplina de trabajo, además los directores de orquesta no tenemos mucha ocasión de acompañar un cuarteto como el Quiroga. Y es mi origen, mis abuelos se conocieron en La Manjoya tocando en un cuarteto.
-¿Cómo definiría este programa?
-Corto, pero con dos obras muy brillantes. Una de las ganancias que nos ha dejado la pandemia es que los conciertos no necesitan ser largos sino significativos. 'Absolute Jest', de Adams, me encanta, está basada en temas de Beethoven, de las sinfonías y los cuartetos tardíos. Fue escrita para Michael Tilson Thomas y el St. Lawrence Quartet, con el que he trabajado. Es una obra muy americana, de 2011. También me encanta la Sinfonía Nº 3 de Copland, compuesta a finales de la 2ª Guerra Mundial, de una enorme belleza y profundidad, con la ligereza de la música de Estados Unidos que se conoce en todas partes: blues, jazz, bluegrass. Es un gran caleidoscopio americano de un optimismo empedernido que invita a mirar hacia adelante.
-¿Falta más música contemporánea en los programas?
-Creo que la programación debe mantener un balance entre lo que el público quiere oír y el repertorio central de la orquesta, pero tomando en cuenta obras como estas dos que se salen un poco de ese centro. Lo de ayer con lo de hoy funciona siempre. Yo confío mucho en la calidad de la obra en sí y dejo un poco de lado si el público la conoce, porque precisamente es una oportunidad de presentarles algo. Quien oiga la sinfonía de Copland puede asomar al resto de su repertorio y descubrir joyas como su 'Concierto para clarinete', que, por cierto, hice la semana pasada.
-¿Cómo ve la composición actual en España y Latinoamérica?
-Creo que es un momento interesantísimo. Hay mucha más música y compositores que la oportunidad de tocarla, pero yo he tenido el privilegio de estar durante 25 años estrenando obras casi cada semana de autores que ya son referencia como Mario Lavista y Gabriela Ortiz en México u Osvaldo Golijov en Argentina. Es una suerte poder trabajar en toda Latinoamérica y cuando uno va a estos sitios acabas aprendiendo siempre algo de sus ritmos y tradiciones, y ves que la música no es más que una amalgama de esa increíble cultura, que en gran parte viene de España. Eso es lo fantástico, que entre una jota y un guapango, un fandango y un joropo venezolano hay muy poca diferencia y el mismo espíritu. Me fascina descubrir puentes, tanto entre mi país y Estados Unidos como entre Latinoamérica y Europa.
-La música también es un puente a la esperanza
-En una orquesta sinfónica no hay nacionalidades, una formación española toca música americana y una rusa, música alemana, con total conocimiento de causa y orgullo. Debemos potenciar nuestras orquestas como enormes vehículos de comunicación y de entendimiento. Yo no me meto en política, pero sí creo en lo que unen la música y el arte: sin ellos nos venimos abajo.
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